
Filosofía para tiempos heroicos. Día 3.
“La lección más importante que puede aprender el hombre no es que en el mundo existe el miedo, sino que depende de nosotros sacarle provecho y que se nos ha concedido transformarlo en valentía”. RABINDRANAH TAGORE
La ansiedad cuando no es tratada adecuadamente hace metástasis y se transforma en desconfianza, ira, renuncia y desesperanza. Antes del coronavirus el mundo ya sufría una epidemia de ansiedad con todos los altos costes que ello ocasionaba en nuestro sistema sanitario. Ahora la sufrimos doblemente, pues a la ya preexistente, tenemos que sumar la que nos ha sobrevenido a través de la pandemia del coronavirus. Por tal motivo, conocer y dominar el miedo es una asignatura imprescindible para la escuela de la vida. Y por ello es crucial para nuestro desarrollo personal y para nuestra supervivencia.
Dada la alarma mundial que está provocando la extensión descontrolada del Covid- 19, nos estamos viendo asediados por todo un despliegue ilimitado de amenazas potenciales y de incertidumbres abstractas sobre las cuales poco podemos hacer en estos momentos. Esta alarma es difusa e indefinida en el tiempo y en el espacio. En situaciones como ésta, nuestro organismo entra en un círculo vicioso donde consume gran cantidad de energía inútilmente tratando de defenderse de algo que no se puede ver ni tocar. Y cuando esto ocurre, como ahora nos está sucediendo, perdemos nuestro equilibrio interno y pasamos a sufrir tensión, susceptibilidad y ansiedad patológica.
Estos días son numerosas las personas que están entrando en pánico. Unos por sentirse enfermos. Otros por creer que de ésta no van a salir vivos. Algunos por sentirse atrapados y sin salida. Muchos por pensar demasiado en un futuro aterrador, sin dinero y sin trabajo. Todos con el denominador común de no poder soportar el enorme peso de una incertidumbre tan grande como nunca nos la habíamos llegado a imaginar.
Estas semanas muchas personas están sufriendo crisis de pánico. Y en dichas crisis se ven transportadas al infierno. Pueden sentir que se están muriendo o que se están volviendo locas, y tienen que saber que ambas formas son las dos caras de una misma moneda: la angustia o el miedo a perder el control de uno mismo.
Séneca, mi filosofo favorito y auténtico médico de almas, observaba con frecuencia que de manera habitual nos comportamos como si nuestro control sobre el mundo fuera mucho mayor de lo que es en realidad. Cuestiones personales como nuestra salud, nuestra economía y nuestra reputación están, en última estancia fuera de nuestro control. Podemos influir en ellas, pero a menudo las cosas no saldrán como deseamos. En este sentido, la ansiedad patológica no podría existir si los seres humanos no hiciésemos juicios irracionales sobre el futuro. Normalmente los seres humanos buscamos disipar las preocupaciones del futuro tratando de convencernos de que todo irá bien. Pero la tranquilidad es un arma de doble filo que exige un esfuerzo continuado y un mantenimiento agotador. Por ejemplo, cuando le decimos a alguien (o a nosotros mismos) que se tranquilice estamos tensando la cuerda de su angustia, en ningún caso aflojándola. Con demasiada frecuencia las cosas no van, ni irán bien. Sin embargo, cuando salen mal, casi siempre salen menos mal de lo que podíamos temer.
Días atrás os hablé de la “Meditación de todos los males” como el mejor ejercicio que se conoce en el mundo, tanto por su efectividad como por su rapidez, para liberarnos de la ansiedad y el miedo patológicos. Hoy os explicaré cómo podéis hacerla. En realidad, se trata de una tarea sencilla. Yo mismo la he practicado muchas veces pues yo he tenido cientos de ataques de pánico a lo largo de mi vida. Dicha meditación es un ejercicio paradójico. En efecto, ante un problema que se presenta irrefrenable y espontáneo como es la ansiedad y el pánico, resulta muy eficaz prescribirnos los mismos síntomas y pensamientos que tanto nos asustan. La “meditación de todos los males” tiene la capacidad de transformar las percepciones y los juicios irracionales que nuestro cerebro hace sobre el futuro, cambiándolos por asuntos más funcionales del presente, o si prefiere, del “aquí y ahora”.
EL EJERCICIO ES COMO SIGUE: Cada día nos someteremos voluntariamente a todas las imágenes, pensamientos y síntomas ansiosos relacionados con todas las preocupaciones que nos está causando esta pandemia. Podremos imaginar, por ejemplo, que nos infectamos y morimos; y que les pasa lo mismo a nuetros seres queridos, con todo lujo de detalles, incluidos los entierros y lo que acontecerá después de las defunciones; también podemos imaginarnos que nos arruinamos o que nos quedamos sin trabajo y sin poder subsistir de ningún modo… Cada uno debe hacerlo con sus peores preocupaciones. Debemos tratar de provocarnos deliberadamente toda la ansiedad y toda la alarma que nos genera esta pandemia en un tiempo diario que pude oscilar entre los 20 o 30 minutos; menos no. Deberemos procurar hacerlo a la misma hora todos los días, para crear una rutina; y sería beneficioso poner un aviso que nos indique cuando hayamos acabado. Además, estaría muy bien que la realizásemos durante todo el tiempo que dure este confinamiento. Cuanto más exagerado sea mejor. Incluso lo podemos hacer por escrito. Esta tarea procura una gran profilaxis mental y emocional a quien la practica. No en vano se enseña en las mejores universidades del mundo, y se la conoce también como “Intención paradójica” o “Work fantasy”. Como dice Séneca: “Si quieres liberarte de toda preocupación, imagínate, sea cual sea el acontecimiento que temes, que se ha de realizar indefectiblemente”.
Cuando nos enfrentamos a lo peor que nos puede acaecer en todas las situaciones posibles nos fortalecemos y nos vacunamos contra la angustia. La valentía consiste en mirar al miedo a los ojos sin apartar la mirada. O si se prefiere, cuando transformamos la ansiedad en algo concreto, privamos a nuestros temores de su capacidad para angustiarnos.
En resumen, a los problemas causados por nuestra imaginación tenemos que darles soluciones gestadas con nuestra imaginación. Si pretendemos resolverlos mediante la razón fracasaremos. La ansiedad y el pánico no son problemas racionales, sino irracionales.
¡Reenviad este escrito a cuanta más personas podáis, por favor!
Seguiremos.
MIGUEL HERRADOR
COACH Y MÁSTER EN TERAPIA BREVE.

Filosofía para tiempos heroicos. Día 4.
“Todos los dolores y sufrimientos se pueden sobrellevar si los contamos en una historia o escribimos una historia sobre ellos”.
El impacto del coronavirus dejará secuelas postraumáticas tan grandes como una de las peores guerras que hayamos vivido. Según los expertos, cuando la pandemia se haya acabado, tardaremos entre 3 y 6 meses en volver a la normalidad psicológica y emocional. Y posiblemente. quienes más las lleguen a sufrir sean los enfermos del covid-19 y sus familias, así como quienes están en primera línea de trincheras frente contra esta pandemia: todos los profesionales de la salud, sin excepción alguna, que todos los días se juegan la vida tratando de ayudar a los pacientes de diversa índole que están hospitalizados o que acuden a las urgencias.
Además, también nos dejará secuelas a todos los que estamos encerrados; algunas más, probablemente, a quienes están viviendo estos días tan traumáticos en rigurosa soledad. Todo dependerá de nuestra capacidad de resiliencia o de nuestra capacidad para vencer a la adversidad. Dicha capacidad se puede entrenar y ese es el objetivo de este escrito.
Cuantas más noticias vemos estos días, más se nos inocula el virus del miedo y del estrés. Los medios de información, televisiones, plataformas de internet y los móviles están haciendo de esta pandemia un espectáculo increíble, como nunca antes había visto la humanidad. Ya llevamos semanas siendo bombardeados por tanta información. Tanta, que lo realmente difícil es no estar hipocondríacos perdidos.
La paradoja de tanto exceso de comunicación es que cuantos más conocimientos tenemos sobre el covid- 19 más hipocondriacos nos volvemos. Es directamente proporcional. No obstante, esta pandemia no es fruto de nuestra imaginación, sino que la cosa va muy en serio. En efecto, nos tenemos que tomar las recomendaciones de guardar la distancia de seguridad y de lavarnos las manos constantemente como la mejor medicina. Es decir, más vale que nos pasemos de hipocondríacos que llegar a contagiarnos por ser unos irresponsables ante este formidable enemigo invisible.
Los profesionales de la salud están sufriendo un doble y terrible estrés. Por un lado, el estrés debido a un gran cansancio físico, ya que son pocos, enfrentándose a un adversario tan formidable y porque no hay manera de que puedan descansar ante tal desbordamiento. Son dantescas las imágenes de multitud de médicos y enfermeras sin el material de trabajo necesario como mascarillas, batas especiales, guantes y gafas protectoras… Por no hablar de la falta de espacio en los hospitales y de respiradores que puedan salvar las vidas de los pacientes. Sus bajas no se cubren a tiempo. Cada vez son menos y están más debilitados.
A todos los profesionales de la salud en particular, y a las fuerzas de seguridad del estado, a la gente que tiene abiertas sus tiendas para que podamos comprar alimentos, al ejército, a los bomberos, a los agricultores y ganaderos, en general, habría que catalogarlos de héroes por su entrega llena de empatía y solidaridad. Uno de estos héroes al que desde aquí aprovecho para rendirle un sentido homenaje, es mi amigo Xavier Muntaner. Una persona admirable y un gran jugador de hockey, que está confinado en Igualada y está yendo a trabajar todos los días al supermercado familiar sin poder descansar ni siquiera un rato. Un auténtico fuera de serie cuidando a sus padres y a otros familiares que están con fiebre desde hace alguna semana… ¡Estamos contigo “Munta”! ¡Siempre!
MIS RECOMENDACIONES PARA FORTALECER LA RESILIENCIA Y VENCER A LA ADVERSIDAD SON LAS SIGUIENTES:
LA PRIMERA consiste en prestar atención a las noticias dos o tres veces al día, como mucho y durante un tiempo breve. Si no lo hacéis así os vendréis abajo porque todavía no hemos llegado a lo peor. Está demostrado, desde hace tiempo, que el exceso de noticias desagradables debilita nuestro sistema inmunitario.
LA SEGUNDA es que os alegréis por estar vivos, tanto vosotros como vuestra gente, cada día que pase. Fortalece muchísimo nuestro sistema emocional. Día a día, esta especie de cautiverio que nos han impuesto con la mejor de las intenciones, se nos irá haciendo mucho más liviano y ligero.
LA TERCERA incide en que llevéis un diario donde podáis escribir todo el estrés, rabia, agobio, miedo, incertidumbre y lo que sea que estéis sintiendo durante este confinamiento. Ayuda a dormir mejor, rebaja los niveles de adrenalina y cortisol en la sangre, mejora el sistema inmunitario y os hará más resilientes (resistentes o fuertes) ante esta guerra sin cuartel en la que estamos inmersos. Isak Dinesen es la protagonista del film “Memorias de África” y fue galardonada con el premio Nobel de literatura. Escribía para liberarse de todos sus dolores y sufrimientos, como la gran mayoría de las personas que escriben por necesidad…
LA CUARTA es practicar la solidaridad y la empatía. Las guerras se ganan siempre en la retaguardia, y para ello, tenemos que estar bien para seguir sosteniendo y animando a quienes están combatiendo en el frente. En este sentido, necesitamos estar bien de empatía. Una fuerza tan poderosa para la unión entre los humanos como lo es la fuerza de la gravedad para tener unido a todo el universo. Se trata de una fuerza (la empatía) que no se ve, pero que podemos sentirla en cada una de nuestras células. Todavía estamos perdiendo alguna batalla, pero vamos a ganar esta guerra con solidaridad y empatía, no tengáis ninguna duda.
LA QUINTA es que les digáis, sin ningún tipo de tabú o vergüenza, a todas las personas que realmente os importan que las queréis y que las amáis. Las expresiones de amor pueden darse a través de los cuidados, y por lo tanto, no siempre tienen que ser verbales. Pero, sean de la índole que sea, no os canséis de usarlas ya que estos días son tan necesarias como respirar…
Avicena, el gran médico y filósofo padre de la medicina moderna, (coprotagonista en la novela y película “El médico”) decía lo siguiente: “La imaginación es la mitad de la enfermedad, la tranquilidad es la mitad del remedio, y la paciencia es el primer paso hacia la cura”. ¿Qué tal si le hacemos todo el caso del mundo?
Por favor, compartid este escrito. ¡Seguimos!
MIGUEL HERRADOR
COACH Y MÁSTER EN TERAPIA BREVE