Cuando te sientes culpable
La culpa nos puede atormentar, o ser reparadora
En primer lugar, deberíamos distinguir la culpa como sentimiento y la culpa como atribución de una responsabilidad de una actuación incorrecta.
La culpa como sentimiento, suele ser una fuente de sufrimiento y es por eso que normalmente intentamos no sentirla. Me gustaría aclarar que la culpa tiene muy mala prensa, pero a veces es necesaria para darnos cuenta….
Cuando uno siente culpa, es porque escucha una voz interior que le acusa de algo que hizo, pensó o sintió. Y es así porque todos tenemos unas creencias, unas normas, que nos rigen sin que nos demos cuenta de ello. Ellas, nos hacen sentir culpable ante algunas situaciones de la vida…
Debería haber ayudado más a mis padres, me gustan dos chicos a la vez, tendría que jugar más con mi hijo…Siempre que transgredimos una creencia o una norma implícita, nos sentimos mal. Nos inunda la culpa.
La clave está en CÓMO LA CULPA me habla, y qué hacemos con lo que nos dice:
Si la culpa me pone en antecedentes de un error que cometí y me ayuda a reparar este error, la culpa será positiva, no me torturará, me hará sentir RESPONSABLE y desde la responsabilidad, podré reparar el error, el daño o la transgresión. Por desgracia, lo que pasa frecuentemente, es lo contrario, la culpa se convierte en un inquisidor interior que nos tortura constantemente, que ni resuelve, ni mejora la situación, y se nos juega la autoestima.
Por ejemplo: Puede ocurrir que una mamá o un papá tenga que ir a trabajar, dejando a su hijo enfermo, con fiebre en casa a cargo de los abuelos, de un canguro, … Y estando en el trabajo esté pensando continuamente en que tal vez, debería haber puesto una excusa y no ir a trabajar, que no sabe si estará suficiente bien atendido, se acordarán de darle la medicina, etc.
Este tipo de culpa es muy negativa, no nos ayuda en nada, no resuelve la situación, no mejora la condición de su hijo, no mejora tu condición y no te permite concentrarte en el trabajo.
Este diálogo está totalmente relacionado con unas creencias, unas normas no escritas en ninguna parte, hay que aprender a reestructurar estas creencias esas normas implícitas que existen en nuestro interior.
Salir de este dialogo tóxico y negativo de la culpa, depende solo de nosotros:
Si escuchamos el mensaje de la culpa y lo convertimos en un mensaje de responsabilidad y reparación, se puede reestructurar: Has venido a trabajar, porque hoy no podías pedir fiesta, has dejado a tu hijo en buenas manos, estará bien atendido; a media mañana llamaras para saber cómo se encuentra el niño, pedirás que si empeora te avisen… Cuando sea la hora de la medicación, llamarás para recordarlo y al salir del trabajo no te entretengas e iras directa/o a casa, para relevar a tu madre o a la canguro y encargarte tú misma/o del niño. Es lo mejor que puedes hacer ya que tenías que venir a trabajar.
Este nuevo enfoque, me ayuda a pasar de la culpa que tortura a la culpa que repara.
La culpa se puede volver un sentimiento crónico, ya sea porque no podemos reparar porque la persona que nos hace sentir culpables ha fallecido o por haber perjudicado a alguien de una manera irreparable.
Hasta que no se escuche el mensaje de la culpa, no se reestructure, no podremos salir de ella. En el momento que trabajemos este sentimiento, elaborando un aprendizaje y un desarrollo interior, la culpa se desvanecerá dejando paso a una paz interior.
Trabajamos la culpa con diferentes tareas:
- Escribiremos cada día cual es el mensaje que nos envía la culpa, de dónde viene, qué esconde detrás.
- Identificaremos las áreas de nuestra vida donde nos afecta, qué es lo que nos dice ese inquisidor interior. Cuando tengamos claro el mensaje de la culpa, buscaremos cuales son las creencias que lo alimentan.
- El tercer paso será reestructurar para conseguir conocer nuestra responsabilidad. Una vez que la conozcamos podremos reparar y conseguir esa calma tan deseada.