
Filosofía para tiempos heroicos. Día 3.
“La lección más importante que puede aprender el hombre no es que en el mundo existe el miedo, sino que depende de nosotros sacarle provecho y que se nos ha concedido transformarlo en valentía”. RABINDRANAH TAGORE
La ansiedad cuando no es tratada adecuadamente hace metástasis y se transforma en desconfianza, ira, renuncia y desesperanza. Antes del coronavirus el mundo ya sufría una epidemia de ansiedad con todos los altos costes que ello ocasionaba en nuestro sistema sanitario. Ahora la sufrimos doblemente, pues a la ya preexistente, tenemos que sumar la que nos ha sobrevenido a través de la pandemia del coronavirus. Por tal motivo, conocer y dominar el miedo es una asignatura imprescindible para la escuela de la vida. Y por ello es crucial para nuestro desarrollo personal y para nuestra supervivencia.
Dada la alarma mundial que está provocando la extensión descontrolada del Covid- 19, nos estamos viendo asediados por todo un despliegue ilimitado de amenazas potenciales y de incertidumbres abstractas sobre las cuales poco podemos hacer en estos momentos. Esta alarma es difusa e indefinida en el tiempo y en el espacio. En situaciones como ésta, nuestro organismo entra en un círculo vicioso donde consume gran cantidad de energía inútilmente tratando de defenderse de algo que no se puede ver ni tocar. Y cuando esto ocurre, como ahora nos está sucediendo, perdemos nuestro equilibrio interno y pasamos a sufrir tensión, susceptibilidad y ansiedad patológica.
Estos días son numerosas las personas que están entrando en pánico. Unos por sentirse enfermos. Otros por creer que de ésta no van a salir vivos. Algunos por sentirse atrapados y sin salida. Muchos por pensar demasiado en un futuro aterrador, sin dinero y sin trabajo. Todos con el denominador común de no poder soportar el enorme peso de una incertidumbre tan grande como nunca nos la habíamos llegado a imaginar.
Estas semanas muchas personas están sufriendo crisis de pánico. Y en dichas crisis se ven transportadas al infierno. Pueden sentir que se están muriendo o que se están volviendo locas, y tienen que saber que ambas formas son las dos caras de una misma moneda: la angustia o el miedo a perder el control de uno mismo.
Séneca, mi filosofo favorito y auténtico médico de almas, observaba con frecuencia que de manera habitual nos comportamos como si nuestro control sobre el mundo fuera mucho mayor de lo que es en realidad. Cuestiones personales como nuestra salud, nuestra economía y nuestra reputación están, en última estancia fuera de nuestro control. Podemos influir en ellas, pero a menudo las cosas no saldrán como deseamos. En este sentido, la ansiedad patológica no podría existir si los seres humanos no hiciésemos juicios irracionales sobre el futuro. Normalmente los seres humanos buscamos disipar las preocupaciones del futuro tratando de convencernos de que todo irá bien. Pero la tranquilidad es un arma de doble filo que exige un esfuerzo continuado y un mantenimiento agotador. Por ejemplo, cuando le decimos a alguien (o a nosotros mismos) que se tranquilice estamos tensando la cuerda de su angustia, en ningún caso aflojándola. Con demasiada frecuencia las cosas no van, ni irán bien. Sin embargo, cuando salen mal, casi siempre salen menos mal de lo que podíamos temer.
Días atrás os hablé de la “Meditación de todos los males” como el mejor ejercicio que se conoce en el mundo, tanto por su efectividad como por su rapidez, para liberarnos de la ansiedad y el miedo patológicos. Hoy os explicaré cómo podéis hacerla. En realidad, se trata de una tarea sencilla. Yo mismo la he practicado muchas veces pues yo he tenido cientos de ataques de pánico a lo largo de mi vida. Dicha meditación es un ejercicio paradójico. En efecto, ante un problema que se presenta irrefrenable y espontáneo como es la ansiedad y el pánico, resulta muy eficaz prescribirnos los mismos síntomas y pensamientos que tanto nos asustan. La “meditación de todos los males” tiene la capacidad de transformar las percepciones y los juicios irracionales que nuestro cerebro hace sobre el futuro, cambiándolos por asuntos más funcionales del presente, o si prefiere, del “aquí y ahora”.
EL EJERCICIO ES COMO SIGUE: Cada día nos someteremos voluntariamente a todas las imágenes, pensamientos y síntomas ansiosos relacionados con todas las preocupaciones que nos está causando esta pandemia. Podremos imaginar, por ejemplo, que nos infectamos y morimos; y que les pasa lo mismo a nuetros seres queridos, con todo lujo de detalles, incluidos los entierros y lo que acontecerá después de las defunciones; también podemos imaginarnos que nos arruinamos o que nos quedamos sin trabajo y sin poder subsistir de ningún modo… Cada uno debe hacerlo con sus peores preocupaciones. Debemos tratar de provocarnos deliberadamente toda la ansiedad y toda la alarma que nos genera esta pandemia en un tiempo diario que pude oscilar entre los 20 o 30 minutos; menos no. Deberemos procurar hacerlo a la misma hora todos los días, para crear una rutina; y sería beneficioso poner un aviso que nos indique cuando hayamos acabado. Además, estaría muy bien que la realizásemos durante todo el tiempo que dure este confinamiento. Cuanto más exagerado sea mejor. Incluso lo podemos hacer por escrito. Esta tarea procura una gran profilaxis mental y emocional a quien la practica. No en vano se enseña en las mejores universidades del mundo, y se la conoce también como “Intención paradójica” o “Work fantasy”. Como dice Séneca: “Si quieres liberarte de toda preocupación, imagínate, sea cual sea el acontecimiento que temes, que se ha de realizar indefectiblemente”.
Cuando nos enfrentamos a lo peor que nos puede acaecer en todas las situaciones posibles nos fortalecemos y nos vacunamos contra la angustia. La valentía consiste en mirar al miedo a los ojos sin apartar la mirada. O si se prefiere, cuando transformamos la ansiedad en algo concreto, privamos a nuestros temores de su capacidad para angustiarnos.
En resumen, a los problemas causados por nuestra imaginación tenemos que darles soluciones gestadas con nuestra imaginación. Si pretendemos resolverlos mediante la razón fracasaremos. La ansiedad y el pánico no son problemas racionales, sino irracionales.
¡Reenviad este escrito a cuanta más personas podáis, por favor!
Seguiremos.
MIGUEL HERRADOR
COACH Y MÁSTER EN TERAPIA BREVE.

Filosofía para tiempos heroicos. Día 4.
“Todos los dolores y sufrimientos se pueden sobrellevar si los contamos en una historia o escribimos una historia sobre ellos”.
El impacto del coronavirus dejará secuelas postraumáticas tan grandes como una de las peores guerras que hayamos vivido. Según los expertos, cuando la pandemia se haya acabado, tardaremos entre 3 y 6 meses en volver a la normalidad psicológica y emocional. Y posiblemente. quienes más las lleguen a sufrir sean los enfermos del covid-19 y sus familias, así como quienes están en primera línea de trincheras frente contra esta pandemia: todos los profesionales de la salud, sin excepción alguna, que todos los días se juegan la vida tratando de ayudar a los pacientes de diversa índole que están hospitalizados o que acuden a las urgencias.
Además, también nos dejará secuelas a todos los que estamos encerrados; algunas más, probablemente, a quienes están viviendo estos días tan traumáticos en rigurosa soledad. Todo dependerá de nuestra capacidad de resiliencia o de nuestra capacidad para vencer a la adversidad. Dicha capacidad se puede entrenar y ese es el objetivo de este escrito.
Cuantas más noticias vemos estos días, más se nos inocula el virus del miedo y del estrés. Los medios de información, televisiones, plataformas de internet y los móviles están haciendo de esta pandemia un espectáculo increíble, como nunca antes había visto la humanidad. Ya llevamos semanas siendo bombardeados por tanta información. Tanta, que lo realmente difícil es no estar hipocondríacos perdidos.
La paradoja de tanto exceso de comunicación es que cuantos más conocimientos tenemos sobre el covid- 19 más hipocondriacos nos volvemos. Es directamente proporcional. No obstante, esta pandemia no es fruto de nuestra imaginación, sino que la cosa va muy en serio. En efecto, nos tenemos que tomar las recomendaciones de guardar la distancia de seguridad y de lavarnos las manos constantemente como la mejor medicina. Es decir, más vale que nos pasemos de hipocondríacos que llegar a contagiarnos por ser unos irresponsables ante este formidable enemigo invisible.
Los profesionales de la salud están sufriendo un doble y terrible estrés. Por un lado, el estrés debido a un gran cansancio físico, ya que son pocos, enfrentándose a un adversario tan formidable y porque no hay manera de que puedan descansar ante tal desbordamiento. Son dantescas las imágenes de multitud de médicos y enfermeras sin el material de trabajo necesario como mascarillas, batas especiales, guantes y gafas protectoras… Por no hablar de la falta de espacio en los hospitales y de respiradores que puedan salvar las vidas de los pacientes. Sus bajas no se cubren a tiempo. Cada vez son menos y están más debilitados.
A todos los profesionales de la salud en particular, y a las fuerzas de seguridad del estado, a la gente que tiene abiertas sus tiendas para que podamos comprar alimentos, al ejército, a los bomberos, a los agricultores y ganaderos, en general, habría que catalogarlos de héroes por su entrega llena de empatía y solidaridad. Uno de estos héroes al que desde aquí aprovecho para rendirle un sentido homenaje, es mi amigo Xavier Muntaner. Una persona admirable y un gran jugador de hockey, que está confinado en Igualada y está yendo a trabajar todos los días al supermercado familiar sin poder descansar ni siquiera un rato. Un auténtico fuera de serie cuidando a sus padres y a otros familiares que están con fiebre desde hace alguna semana… ¡Estamos contigo “Munta”! ¡Siempre!
MIS RECOMENDACIONES PARA FORTALECER LA RESILIENCIA Y VENCER A LA ADVERSIDAD SON LAS SIGUIENTES:
LA PRIMERA consiste en prestar atención a las noticias dos o tres veces al día, como mucho y durante un tiempo breve. Si no lo hacéis así os vendréis abajo porque todavía no hemos llegado a lo peor. Está demostrado, desde hace tiempo, que el exceso de noticias desagradables debilita nuestro sistema inmunitario.
LA SEGUNDA es que os alegréis por estar vivos, tanto vosotros como vuestra gente, cada día que pase. Fortalece muchísimo nuestro sistema emocional. Día a día, esta especie de cautiverio que nos han impuesto con la mejor de las intenciones, se nos irá haciendo mucho más liviano y ligero.
LA TERCERA incide en que llevéis un diario donde podáis escribir todo el estrés, rabia, agobio, miedo, incertidumbre y lo que sea que estéis sintiendo durante este confinamiento. Ayuda a dormir mejor, rebaja los niveles de adrenalina y cortisol en la sangre, mejora el sistema inmunitario y os hará más resilientes (resistentes o fuertes) ante esta guerra sin cuartel en la que estamos inmersos. Isak Dinesen es la protagonista del film “Memorias de África” y fue galardonada con el premio Nobel de literatura. Escribía para liberarse de todos sus dolores y sufrimientos, como la gran mayoría de las personas que escriben por necesidad…
LA CUARTA es practicar la solidaridad y la empatía. Las guerras se ganan siempre en la retaguardia, y para ello, tenemos que estar bien para seguir sosteniendo y animando a quienes están combatiendo en el frente. En este sentido, necesitamos estar bien de empatía. Una fuerza tan poderosa para la unión entre los humanos como lo es la fuerza de la gravedad para tener unido a todo el universo. Se trata de una fuerza (la empatía) que no se ve, pero que podemos sentirla en cada una de nuestras células. Todavía estamos perdiendo alguna batalla, pero vamos a ganar esta guerra con solidaridad y empatía, no tengáis ninguna duda.
LA QUINTA es que les digáis, sin ningún tipo de tabú o vergüenza, a todas las personas que realmente os importan que las queréis y que las amáis. Las expresiones de amor pueden darse a través de los cuidados, y por lo tanto, no siempre tienen que ser verbales. Pero, sean de la índole que sea, no os canséis de usarlas ya que estos días son tan necesarias como respirar…
Avicena, el gran médico y filósofo padre de la medicina moderna, (coprotagonista en la novela y película “El médico”) decía lo siguiente: “La imaginación es la mitad de la enfermedad, la tranquilidad es la mitad del remedio, y la paciencia es el primer paso hacia la cura”. ¿Qué tal si le hacemos todo el caso del mundo?
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MIGUEL HERRADOR
COACH Y MÁSTER EN TERAPIA BREVE

Filosofía para tiempos heroicos. Día 5
“La libertad consiste en poder elegir”. JEAN PAUL SARTRE
“Hay personas para las que todo es un milagro y personas para las que nada es un milagro”. ALBERT EINSTEIN
Hola de nuevo. Todos los expertos afirman que después de estas dos primeras semanas de reclusión empieza lo verdaderamente difícil, pues nos quedan por delante otras dos y no sabemos con certeza hasta cuando estaremos confinados. Para llevar lo que nos falta por buen camino, tenemos que echar mano de la confianza. Ya que ahora nuestro cerebro reptiliano, el más primitivo que tenemos, va a intentar tomar el mando y nos va a generar muchas situaciones de desconfianza, egoísmo y malos rollos.
Elegir la confianza implica una elección doble. Confiar entraña una unión indisoluble entre los demás y nosotros mismos. En efecto, desde muy pequeños aprendemos a confiar en lo familiar, en lo cercano, en lo conocido. La confianza es lo opuesto al recelo. Son estados excluyentes. Por ejemplo, no podemos confiar en alguien y juzgarlo al mismo tiempo. O confiamos o desconfiamos, pero no hay un término medio. Ponernos a confiar supone, por lo general, abandonarse (aceptar) a los demás y a nosotros. El cerebro mamífero se impone al reptiliano mediante la socialización, sobre todo en los momentos difíciles. Sin ellas, sin la confianza y la empatía, nuestra especie habría desaparecido hace ya mucho tiempo.
Generar confianza incluye abrirnos y desnudarnos, algo que nos da mucho miedo a muchos de nosotros. Cada vez es más grande la cantidad de gente que rehuye la confianza. En este sentido, esta pandemia por el coronavirus sumada a la crisis económica mundial en la que nos ha sumergido, no están siendo de gran ayuda. Nos guste o no, estamos en un mundo que fomenta la desconfianza, la paranoia, la sospecha, y la competitividad más despiadada. Ejemplos de esto los estamos viendo estos días a la hora de afrontar la crisis sanitaria, con algunas autonomías tratando de ir a la suya en lugar de a la de toda la nación, por no mencionar la poca solidaridad con España e Italia de algunos países europeos como Alemania, Austria, Holanda…
Entre otros muchos beneficios, la confianza genera intimidad y alegría. A todos nos gusta que confíen en nosotros. Y a los demás, también les gusta enormemente que confiemos en ellos. De modo que si confiamos no tenemos que pensar mucho, y este hecho nos evitará miles de quebraderos de cabeza, permitiéndonos ganar mucho tiempo. Cuando elegimos la confianza, el mundo se convierte en un lugar seguro, estemos donde estemos y sea cual sea la situación que estemos atravesando. Al elegirla hacemos fiable y agradable nuestro entorno. Un buen ejemplo de lo que digo son esos aplausos diarios dedicados a las personas en las que confiamos: aquellas que nos cuidan desde los hospitales y todas las que nos ayudan en estos días de miedo y dolor.
Los seres humanos estamos continuamente haciendo elecciones, pero nuestra capacidad para saber si acertamos o nos equivocamos es muy pequeña. De tal modo, que no nos podemos librar de elegir sin correr riesgos y sin poder zafarnos de la incertidumbre. Correr riesgos es el peaje que tenemos que pagar para adquirir y construir la confianza, ya que la vida siempre nos comportará riesgos y amenazas.
Sin embargo, existe una forma de elegir sorprendente y novedosa, con una lógica paradójica que va más allá del existencialismo y que bebe de las fuentes de la filosofía constructivista. Se trata de elegir un día una cosa y al día siguiente justo lo contrario. Esta idea no es mía. Séneca cuenta sobre Epicuro, otro de los más grandes filósofos que ha dado la humanidad, que éste se prescribía de vez en cuando vivir como un pobre durante unos días para después vivir otros tantos como un rico. Era su forma de experimentar su existencia y conocerse de un manera amplia y global. Era su manera de ser más consciente y de elegir quién quería ser. La idea que subyace en esta propuesta consiste en ir más allá de la lógica manida de causa y efecto.
Debe quedar claro que el hecho de elegir la confianza no es un acto de voluntad, sino una elección deliberada. Todos construimos nuestra realidad cada día y nuestra forma de construirla es “actuando como sí” el mundo se adecuase a como cada uno lo percibimos”. Paul Watzlawick, uno de los más grandes psicoterapeutas y pensadores del siglo XX, decía al respecto: “actuamos y reaccionamos no directamente sobre la realidad, sino sobre la representación del modelo de la realidad que nos hemos construido”.
EJERCICIOS PARADÓJICOS PARA PODER PRACTICAR LA CONFIANZA:
- Confiar los días pares en los demás y en nosotros mismos. Puesto que es imposible controlar las acciones y pensamientos de los demás, practicar la confianza hará que tengamos un control basado en el presente, es decir en el “aquí y el ahora” muy alejado de las preocupaciones obsesivas y de los miedos patológicos. Algo que nos puede ser de gran ayuda para lograrlo consiste en “actuar como si” fuésemos personas que confían. Claudio Naranjo, uno de mis mejores maestros, me decía: “que para crear aquello que no existe dentro de nosotros, primero habíamos de actuar como si ya existiese”.
- Desconfiar en los días impares de todo y de todos, incluso de nosotros mismos. Esta práctica suele producir un cortocircuito en nuestra mente, provocando la paradoja de aceptarnos. Y al mismo tiempo, es una gran ayuda, pues nos aporta una panorámica completa acerca de cómo nos complicamos y amargamos la vida nosotros mismos practicando la desconfianza. Comprobaréis que nuestro yo auténtico aparece rápidamente cada vez que queremos ser desconfiados. ¿Sabéis por qué? Porque la naturaleza del ser humano es altruista, empática, solidaria y entregada.
Por todo lo dicho con anterioridad, estos días podemos actuar como si estuviéramos encerrados o como si estuviéramos libres, como si estuviéramos sanos o como si estuviéramos enfermos. Como si confiáramos o como si fuésemos desconfiados. Colocarnos en esta posición de totalidad (confiando y desconfiando) nos proporciona una experiencia desde el “aquí y el ahora”, que nuestro ego y nuestra subjetividad siempre están tratando de ocultarnos.
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MIGUEL HERRADOR
COACH Y MÁSTER EN TERAPIA BREVE
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Filosofía para días heróicos
FILOSOFÍA PARA DÍAS HERÓICOS. 5 ESTRATEGIAS Y 1 PROPUESTA PARA SOBRELLEVAR EL DUELO. Día 16 de abril.
“Creo que empiezo a comprender por qué el duelo produce una sensación tan semejante al estado de suspensión vital. Es porque se frustran tantos impulsos que se habían convertido en costumbre”. CLIVE STAPLES LEWIS
Hola de nuevo. Mi pretensión con este artículo es poner luz a algo tan doloroso y tan humano como la muerte de un ser querido y cómo sobrellevarlo. La muerte de un familiar o de alguien amado, casi siempre nos ocasiona un dolor tan grande que suele romper nuestro mundo. Ya no volveremos a ser los mismos. Lo que será de nosotros formará parte de la geografía de la incertidumbre. En el caso del dolor, las sensaciones de control que teníamos se rompen. Las creencias importantes que hacían que nos sintiésemos equilibrados y seguros tendremos que volver a construirlas. A todo este proceso de reconstrucción lo llamamos duelo.
En estas terribles semanas de pandemia las muertes por el covid-19 son elevadísimas. Esta tragedia tiñe las noticias y, aunque no todos tengamos un fallecido, lo cierto es que lo estamos viviendo como si así fuese. Sobre este asunto, tanto en la tele como en la prensa, hemos ido asistiendo a opiniones de todo tipo. Y en este sentido, casi todas coinciden en que lo peor del duelo, para las personas que hayan perdido un familiar, está por llegar.
Estos días, para algunos de nosotros, se han ido llenando de dudas (preguntas) en relación con nuestros seres queridos que este virus nos ha ido arrebatando. ¿Cómo nos liberaremos de la culpa de haberlos llevado a una residencia de ancianos? ¿De verdad hemos hecho por ellos todo lo que estaba en nuestras manos? ¿Les he fallado? ¿Qué haremos con las imágenes intrusivas donde los imaginamos muriendo solos? ¿Cómo nos liberaremos de la culpa por tener la certeza de que somos malas personas? Desde nuestro confinamiento, responder a estas preguntas es imposible porque no tiene una única respuesta, sino muchas. Por ello, intentar responderlas es una tortura mental y emocional como pocas. Y, por si no tuviéramos suficiente, nos surgirán otras. ¿Y si hubiéramos hecho esto en lugar de aquello? ¿Nos podremos perdonar algún día? ¿Qué será de nosotros habiendo perdido esa persona tan estimada? ¿Hemos sido buenos esposos, buenos padres, buenos hijos o buenos amigos?
La naturaleza nos ha dotado de la capacidad de sentir dolor emocional y este hecho nos sirve para ir modelando nuestra naturaleza humana. El dolor nos sirve además como nexo de unión entre todos nosotros. El duelo es la manera en la que socializamos el dolor, y por lo tanto, podemos compartirlo. Alrededor de él las personas nos unimos y acabamos ayudándonos unos a otros. En la elaboración del duelo, la tristeza y el dolor que siguen a una pérdida amorosa o familiar son una necesidad básica. Yo diría que elaborar un duelo es tan importante como respirar… Incluso me atrevería a decir que el dolor socializado es uno de los pilares de nuestro mundo.
Otra heroína irrepetible de la quiero hablaros hoy es la psiquiatra suiza-norteamericana Elisabeth Klüber-Ross (1926-2004). Gracias a ella se sentaron las bases de los cuidados paliativos para que las personas enfermas puedan morir en paz y con la mejor de las atenciones posibles. Curiosamente, su interés por el tema de la muerte comenzó cuando era estudiante y visitó algunos campos de exterminio nazi. Allí descubrió que las paredes de los barracones donde estaban alojados los judíos estaban llenas de mariposas pintadas. Esos dibujos la impactaron tanto, que desde ese mismo instante se dedicó en cuerpo y alma a estudiar y entender un tema tan trascendental como la muerte. De hecho, las mariposas la acompañaron el resto de su vida como el símbolo trascendente del morir, ya que para ella la muerte suponía un renacimiento a un estado de vida superior. Ella creó un protocolo de 5 fases para el duelo que a continuación os resumo a mi manera. Si queréis saber más sobre ella, tiene escritos 12 libros, entre los que destaco el bello ensayo La muerte un amanecer.
LAS FASES DEL DUELO
“Solo nos curamos de un sufrimiento llegando a sentirlo plenamente”. M. PROUST
El duelo es una respuesta instantánea, no aprendida y natural en los seres humanos que tiene normalmente cuatro o cinco fases dependiendo del autor que las explique. Y su duración, comúnmente aceptada, puede durar entre seis meses y un año, dependiendo de las personas.
- PRIMERA FASE: La Negación. En ella la persona se siente aturdida durante horas o semanas. Le cuesta entender lo ocurrido. Es más, se niega a entenderlo. Se trata de un auténtico estado de shock. En esta etapa es fácil que lo traumático se transforme en insensibilidad, de tal manera que nos parece que estamos bien cuando en realidad estamos destrozados por dentro. Y, aunque todo parezca normal, no lo será en absoluto. Con el tiempo, todo lo que hayamos reprimido y dejado de lado, tanto en lo referente a sentimientos como a pensamientos, nos llevará a una crisis segura. El dicho popular de «La procesión va por dentro» es muy apropiado para esta fase. Queda demostrado que la aparente fortaleza no era tal.
- SEGUNDA FASE: La Rabia. La persona que ha sufrido la pérdida se siente frustrada e impotente. Ahora aparecerán casi con toda seguridad el sufrimiento, el insomnio, los pensamientos obsesivos, la ira, etc. Es una etapa de ansiedad y desesperación, donde luchamos y no nos damos por vencidos fácilmente. Puede durar unos tres meses o algo más, según cada persona. En esta fase, muchas personas no dejan de socializar la rabia y sus quejas, mientras que otras van equivocadamente a videntes para tratar de calmar su desesperación, etc. Esta es la fase más aguda y desequilibrante del duelo.
- TERCERA FASE: La Aceptación. En ella la persona admite la pérdida. La desilusión se transforma en depresión. Gracias al dolor podemos empezar a ver la realidad y a darnos cuenta de lo ocurrido. Al ser realistas nos aumentará la tristeza. Pero, al mismo tiempo, comienzan a sanarse los sentimientos de culpa y angustia. Esta etapa puede durar también entre dos y tres meses. Aunque existe el riesgo de estar más tiempo en caso de rendición y claudicación ante los hechos traumáticos que hayan acontecido. Aceptar el sufrimiento consiste en atrevernos a acogerlo dentro de nosotros mismos con la menor oposición posible.
- CUARTA FASE: La Resolución. Por fin, gracias a vivir el dolor de su pérdida, la persona cose sus heridas anímicas y se sana. Dicha sanación reestructura y organiza de nuevo nuestra vida. Aquí renunciamos verdaderamente a toda esperanza por lo que hayamos perdido. Y a continuación, por ello, se produce el milagro. Recuperamos las ganas de hacer y de vivir. Volvemos a restablecer la conexión con nuestras rutinas diarias. Otra vez tendremos pensamientos y recuerdos bonitos. Y finalmente aparecerán las sensaciones de placer. En este sentido, cuando nos atrevemos a tocar fondo, a atravesar el desierto con sus soledades, damos comienzo a una nueva vida. Renacemos. Siempre ha sido así. La vida es un ciclo constante entre el dolor y el placer, entre nacer y morir.
ESTRATEGIAS PARA TRANSITAR EL DUELO
“Las personas más bellas con las que me encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada”. ELISABETH KLÜBER-ROSS
- PRIMERA: CONSIGNAR EL DOLOR DE LA PÉRDIDA EN UN DIARIO DESDE AHORA MISMO. Es de gran importancia comenzar a elaborar el duelo ya. Tapar la pérdida y el dolor que ocasiona es a todas luces inadecuado e inhumano. Por mucho que pretendamos mirar hacia otro lado, la herida seguirá abierta y sangrando. Hay que empezar a curarla desde ahora mismo. Para ello es muy útil el “diario del dolor”. Se trataría de dedicar todos los días un tiempo predeterminado a consignar el dolor que tengamos, para así canalizarlo y convertirlo en una energía sanadora que nos saque del sufrimiento extremo. También, podemos escribir en él cuando nos sintamos desesperados o desbordados por la angustia.
- SEGUNDA: EL MUSEO IMAGINARIO DE LA MEMORIA. Para este tipo de situaciones desgraciadas y traumáticas esta estrategia es de gran eficacia. Consiste en entrar todas las noches en el museo imaginario de la memoria, estando ya en la cama y antes de dormirnos. Cerraremos los ojos y rememoraremos el peor recuerdo que tengamos en relación con la persona que hemos perdido. A continuación, lo enmarcaremos y colgaremos en la pared del lado izquierdo. Y lo miraremos 2 o 3 minutos dejándonos sentir todo aquello que nos evoque. Acto seguido, repetiremos la misma operación, pero con el mejor recuerdo que tengamos de la misma persona. Lo enmarcaremos y colgaremos, pero esta vez en el lado derecho. Y del mismo modo, lo contemplaremos por igual tiempo. Después, nos marcharemos de la sala abriendo los ojos. Al día siguiente, haremos lo mismo con el segundo peor y mejor recuerdo relacionado con la misma persona. Y así, sucesivamente, todos los días. En contra de lo que se pueda pensar, este ejercicio es un auténtico bálsamo que nos permitirá ir atravesando el dolor depresivo y angustiante surgido de este hecho traumático. Con esta estrategia pretendemos equilibrar los recuerdos que tenemos de quienes ya no estén. De tal modo que al final nos quedará siempre lo mejor de nuestra memoria: quiénes eran, qué hacían, cómo nos querían, cómo los queremos y cómo los echamos de menos …
- TERCERA: CARTAS PARA LIBERARNOS DE LA CULPA PIDIENDO PERDÓN. La culpa en estos casos siempre es patológica. Quiero decir con esto que no nos será de utilidad quedarnos dándole vueltas a los remordimientos y a las dudas. Escribir estas cartas es una liberación que nos saca de la posición de impotencia. Por todo ello, es de suma importancia pedir perdón mediante cartas dirigidas a esos seres queridos que se han marchado por el coronavirus o cualquier otra causa. Los sanitarios han sido su compañía; por lo que no han estado del todo solos, ni han muerto abandonados.
- CUARTA: HABLAR CON LOS FALLECIDOS “COMO SI” NOS PUDIESEN OÍR. Cuando no nos hemos podido despedir de ellos es una necesidad vital poder hablarles, mentalmente o en silencio, como si nos pudieran escuchar. Les iremos comentando las buenas cosas que nos vayan sucediendo. Les pediremos consejos. Les contaremos nuestra lucha diaria, porque los problemas económicos derivados de la pandemia solo han hecho que empezar… En fin, como solíamos hacer antes de su fallecimiento. Tiene muchísima importancia que digamos su nombre, pues en esas pocas letras se concentra mágicamente toda la esencia de las personas.
- QUINTA: LLEVAR A CABO LOS RITOS FUNERARIOS PERTINENTES DESPUÉS DE QUE TODO ESTO PASE. Los humanos necesitamos que sigan con nosotros nuestros seres amados, así como saber que sus restos mortales o sus cenizas están depositados en algún sitio concreto como los cementerios o un lugar especial. Los ritos funerarios, sean de la religión que sean, son una parte muy importante para poder elaborar con garantías el duelo. Despedirnos es cerrar heridas y dejar resueltos asuntos existenciales de una importancia capital. Despedirnos de quienes nos dieron la vida, o de quienes han compartido su vida con nosotros, es sanar el alma colectiva que compartimos los vivos y los muertos.
- PROPUESTA: HACER MONUMENTOS COLECTIVOS PARA HONRAR A QUIENES HAN MUERTO A CAUSA DEL COVID-19. Es nuestro deber tratar de recordar a quienes se han ido a través de monumentos. Primero porque se han ido luchando contra el virus. Y segundo, porque la gran mayoría de los fallecidos son nuestros mayores; es decir, quienes han estado entregando su vida por nosotros y por nuestra nación. De este modo, nuestros seres queridos seguirán estando con nosotros mediante una memoria colectiva. Mi propuesta es construir monumentos en todos los pueblos y ciudades, como tienen hechos en Francia a los caídos en las guerras mundiales, para que la memoria de nuestra sociedad los conserve entre nosotros para siempre.
Por favor, me gustaría que compartierais este artículo reenviándolo a cuantas personas podáis. Ni qué decir tiene que os doy las gracias de antemano.
MIGUEL HERRADOR ALVAREZ
COACH Y MÁSTER EN TERAPIA BREVE.
DIRECTOR DEL CENTRO DE TERAPIA BREVE SENTIRSE BIEN DE BARCELONA
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