Dos importantes factores para cambiar hábitos
En este post ofrecemos una mirada terapéutica sobre los hábitos, cómo se crean, sus usos y abusos. También hablaremos sobre dos importantes factores que es necesario tener en cuenta para ayudar o ayudarnos a cambiar de hábitos.
Recuerda que si necesitas cambiar hábitos poco saludables, o si en cambio sientes el peso de la autoexigencia respecto a mantener una rutina que no te deja en paz, puedes consultar con un terapeuta y coach de nuestro equipo. Te ayudamos a interiorizar hábitos buenos y funcionales. Solicita una sesión informativa gratuita: clic aquí
Hábitos saludables: Uso y abuso en terapia y coaching
En procesos de terapia y de coaching vemos recurrentemente que todos sabemos diferenciar perfectamente entre buenos y malos hábitos, y no obstante, no actuamos en la dirección correcta.
Así que veamos cuáles son los factores que intervienen a la hora de ayudar o ayudarnos a cambiar de hábitos.
En primer lugar es necesario hablar de la extraordinaria importancia de los hábitos. Ordinariamente pensamos que actuamos en función de lo que somos, pero muy a menudo tendemos a olvidar que, al fin y al cabo, también somos en función de cómo actuamos.
Elisabeth Lukas, posiblemente la mejor discípula de Víktor Frankl, el fundador de la logoterapia, nos habla de la extraordinaria importancia que su maestro otorgaba a los hábitos.
Y de entre sus virtudes destaca que facilitan, aceleran y, sobre todo, automatizan una serie de acciones y comportamientos que, sin su concurso, resultarían lentos, pesados y farragosos.
Los hábitos también se prestan a un uso equivocado
Ahora bien, los hábitos, como todo en la vida, también se prestan a un uso equivocado. Porque los interiorizamos tanto, los hacemos tan nuestros a fuerza de repetirlos que, a veces –mucho más a menudo de lo que sería deseable- llegan a fosilizar nuestra capacidad creativa, nuestra flexibilidad, nuestra imaginación a la hora de tener que afrontar situaciones nuevas e imprevistas.
Y cuando eso sucede, quedamos como esclavizados por su rigidez o la autoexigencia, lo cual va socavando nuestra autoestima.
Llegamos a pensar que es imposible otra percepción, otra mirada, sobre las cosas, sobre lo que nos pasa, sobre la vida. Creemos que ante una situación traumática, insatisfactoria o dolorosa no es posible, de ninguna de las maneras, adoptar una nueva perspectiva que nos ayude a desbloquear el callejón sin salida al que creemos estar condenados.
Y todo esto sin llegar a hablar de los malos hábitos, de los hábitos equivocados, de aquellos que nos hacen daño y que nos impiden una existencia más o menos agradable.
¿Cómo se crean los hábitos?
Para comprender mejor los factores que es necesario tener en cuenta para ayudar o ayudarnos a cambiar de hábitos, primero es necesario saber cómo se crean los hábitos.
Nuestras decisiones, muchas de nuestras decisiones, pueden reforzar hábitos buenos, no tan buenos o directamente malos. Porque, tal como hemos dicho, nosotros, cada uno de nosotros, nos vamos construyendo a golpe de decisiones puntuales.
De tal manera que, si una persona ha ido tomando gradual y constantemente decisiones solidarias y bondadosas, apenas si le costará ayudar (decidir ayudar, decidir dar un empujón) a alguien necesitado. Podríamos decir que casi ni siquiera se lo habrá tenido que plantear con demasía. Su elección ha sido prácticamente automática, casi inconsciente. Y que conste que eso no le resta ningún mérito. Al contrario, su gran mérito es que, a base de años y de decisiones tomadas en el mismo sentido y dirección, se ha ido construyendo, se ha ido habituando, se ha ido acostumbrando a actuar como una persona bondadosa. Ésta ha sido su gran responsabilidad y, por tanto, su gran valor, su gran mérito.
Pero a veces nuestra libertad, nuestra irreducible capacidad de tener que decidir en cada momento qué actitud tomar, hace posible que adoptemos hábitos negativos que, tarde o temprano, nos causaran problemas y malestares. Muchas veces, este error, se produce como consecuencia de nuestra excesiva tendencia a dejarnos influenciar por la atmosfera socio-cultural que respiramos.
Así, decidimos, elegimos, escogemos demasiado por imitación y, demasiado poco, por reflexión y por voluntad propia.
Cambiar hábitos con terapia y coaching: dos factores cruciales a tener en cuenta
El sobrepeso, la mala alimentación, el sedentarismo, el estrés innecesario, la adicción al tabaco, al alcohol, a la televisión, al móvil, a las redes sociales… ¿Por qué se da un reiterado fracaso de la mayoría de campañas institucionales dirigidas a cambiar los malos hábitos de las personas?
En primer lugar porque tenemos un determinado hábito tan confortablemente instalado en nuestra psique que nos volvemos perezosos. Nos cuesta plantearnos las cosas de nuevo, si es preciso con contundencia. Nos da, en definitiva, pereza reflexionar.
En segundo lugar, también hay que mencionar que el equivocado estilo de vida que llevamos aún no nos duele demasiado, aún no nos aprieta, no nos ahoga lo suficiente.
Por este motivo, muchas veces, necesitamos de una presión dolorosa fuerte, casi irresistible, para que reaccionemos. Cuando esto sucede, si consultamos por ejemplo a un coach para cambiar de hábitos éste intentará provocar en nosotros un autodescubrimiento: que es posible otra manera de enfocar y hacer las cosas, que es posible otra perspectiva, que es posible recuperar el sentido y las ganas de vivir.
Porque si hasta ahora, por lo que sea, nos hemos ido construyendo así, interiorizando estos malos hábitos, también es posible, a partir de un momento determinado, reemplazarlos por unos que sean buenos y funcionales.
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