Filosofía para días heroicos: 7 de abril del 2020
“Contra la ira, dilación”. LUCIO ANNEO SÉNECA
“La ira: un ácido que corroe mucho más al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierta”. LUCIO ANNEO SÉNECA
Hola de nuevo. Aunque tenemos que ir haciéndonos a la idea de que no saldremos del confinamiento hasta el mes Mayo, estamos camino de superar la tercera semana de encierro obligado. Y eso es motivo para que estemos algo más animados. Dadas estas circunstancias tan adversas, si no tenemos cuidado, la ira puede amargarnos el severo confinamiento al que nos vemos sometidos. En esta tesitura, tanto si estamos acompañados como solos, el malhumor puede apoderarse de nosotros. Si bien el roce es sinónimo de cariño, en estos momentos, el hecho de que haya demasiado contacto puede hacer que estallemos fácilmente.
Creo que la mayoría de nosotros jamás habíamos pasado tanto tiempo solos o acompañados. El miedo, el dolor y el displacer extremos que estamos soportando van a ir haciendo de la convivencia una bomba de relojería entre los que estemos acompañados. Pero, además, está el problema del espacio. Cada vez vamos a tener menos paciencia con quienes estemos viviendo la cuarentena. Por ejemplo, mi amigo italiano Agostino Corfini vive en un piso de Barcelona de 44 metros cuadrados con su mujer, su hijo y su perro. Su mujer y él tienen que hacer malabarismos para sentir que no se ahogan en un espacio tan mínimo. Ambos son unos verdaderos héroes anónimos, como casi todos lo somos en estos días tan duros… Al mismo tiempo, si estamos pasando la pandemia solos, con quien tendremos una dura fricción será con nosotros. Y en ese sentido, ya sabemos que no existe nadie que nos trate con mayor dureza que uno mismo.
Por lo general. las personas iracundas suelen ser aquellas a las que, por ser algo rígidas, les cuesta aceptar o ver el aspecto positivo de las cosas que no se ajustan a sus deseos o puntos de vista. Es por esa causa por la que suelen desarrollar un fuerte sentido de la injusticia: por las cosas que según ellos no son como deberían de ser, o no funcionan como deberían de funcionar. Como se puede atisbar, dadas las circunstancias que atravesamos, el 99% de nosotros cumple hoy en día estos requisitos. Cuando nos enfadamos, lo solemos hacer con el mundo, con nosotros mismos o con los demás.
Lo cierto es que ahora tenemos frustradas nuestras ilusiones sin poder ni siquiera salir a la calle. De manera que todas las carencias que estamos sufriendo hacen que crezca exponencialmente nuestro enojo. Cuando nos privan del placer de la libertad, como nos han quitado estos días, todos montamos en cólera. Probad a quitarle a un niño su pelota o su caramelo y veréis el enfado que coge… Así estamos todos, solos o acompañados, como niños sin golosinas y juguetes.
Por otro lado, la filosofía estoica y el budismo se parecen mucho. Estas dos corrientes están interesadas en el arte de vivir. Es decir, en la pragmática sobre cómo afrontar la vida. Al respecto, me gusta decir que el estoicismo es el budismo occidental. Me gusta Séneca especialmente porque sus principales enseñanzas son una especie de psicoterapia. Él hablaba de la filosofía como una consolación, como una serie de técnicas psicológicas que nos darían tranquilidad y paz, tanto a nuestra mente como a nuestras emociones.
Los filósofos estoicos son quienes inventaron aquello de “tomarse la vida con filosofía”. Eran como los gladiadores enfrentándose a la incertidumbre y a las adversidades de nuestra existencia. Según ellos, sólo deberíamos preocuparnos por las cosas que podemos cambiar. Y si aquello que acontece no está bajo nuestro control (como sucede ahora), nuestra actitud ante lo que esté ocurriendo sí que lo estará siempre.
- PRIMERA ESTRATEGIA: LA ESPERA. Posiblemente, era la más recomendada por todos los filósofos estoicos para frenar la ira que pudiera comenzar, fuese por el motivo que fuese. Se daban cuenta de que el tiempo era un factor vital a la hora de que la rabia se disipe. Por ejemplo, todos los embalses disponen de unos canales de emergencia para el caso de que se llenen a rebosar, por el motivo que sea, y tienen la función de canalizar el agua que llegaría a desbordarse ante cualquier crecida de caudal imprevista. Esta sería una buena imagen de lo que nos aportaría esperar a que la intensidad de la rabia baje. Otra sería dejar un tiempo prudencial para tomarnos una bebida demasiado caliente. Séneca, en su estupenda obra De la Ira (un tratado entero sobre el control de la ira), sugiere que mostremos serenidad para ocultar nuestra rabia. Se trata de un combate con uno mismo y no con los demás. Si tomamos conciencia podremos lograrlo. Negándonos a expresar la rabia, sobre todo al principio, la venceremos totalmente en los momentos cruciales.
Para los que se enfadan en silencio este consejo no sirve de gran cosa ya que de este modo se envenenan todavía más. Serían como embalses sin ese canal auxiliar de desagüe. En este caso será de gran utilidad expresar cómo nos sentimos, sea lo sea que nos hubiera enojado. De la misma manera, si estamos enfadados con alguien y le permitimos que se explique antes de, podemos conseguir que nuestra ira amaine. Entender los motivos ajenos es la base de la empatía y de la buena convivencia entre todas las personas.
- SEGUNDA ESTRATEGIA: RESISTIRNOS A LA CURIOSIDAD. Se trata de “hacer oídos sordos” con las habladurías. Pues, en efecto, cuando queremos saber todo aquello que se dice de nosotros, acabamos presos de la ira. En castellano disponemos de la expresión “la curiosidad mató al gato”. Y es la curiosidad insana la que, por ejemplo, nos lleva a leer los comentarios que aparecen sobre nosotros en Internet, por nuestro trabajo o por otros motivos, y la que provoca que perdamos nuestro equilibrio y acabemos sintiendo rabia en numerosas ocasiones. Por todo lo dicho, “cerrar el audífono” a según qué críticas es una buena táctica estoica: dejamos de controlar lo que está fuera de nuestro control y este hecho nos libera de cualquier tipo de resentimiento. Cuando nuestros oídos quieran oír más de lo necesario, resistámonos a la curiosidad patológica. Hacer caso de los chismes es dotarlos de validez; y, al mismo tiempo posibilita que los idiotas acaben teniendo razón.
- TERCERA ESTRATEGIA: RECURRIR A FILÓSOFOS Y AMIGOS IMAGINARIOS. Esta técnica consiste en imaginarnos, cuando nos sintamos indignados y enfadados, que recurrimos a un amigo imaginario y también a un filósofo del presente o del pasado para que nos eche una mano. Este abordaje tan sorprendente nos proporcionará una cierta distancia emotiva respecto de la situación que estemos viviendo y nos ofrecerá una perspectiva mucho más convincente. Se trata de poner en práctica el famoso “principio del tercero excluso” del gran Aristóteles. Para ello, nos haremos preguntas, como las que siguen, para poder actuar “como si” fuésemos el personaje que hayamos escogido: ¿Cómo afrontaría esta situación de conflicto, se pondría rabioso o guardaría la compostura? ¿Se la tomaría como una tragedia o como una broma? ¿La superaría o se hundiría? ¿Se centraría en la solución o en el problema? También podemos imaginarnos qué consejos le daríamos a un amigo que estuviese en nuestra misma circunstancia. Incluso podemos actuar como si fuésemos ese sabio o filósofo que admiramos. La distancia mental canalizará la energía de nuestra desbordada rabia de una forma simple y estratégica.
- CUARTA ESTRATEGIA: DEJAR DE LADO LA SOBERBIA. Quizás una de las causas más importantes a la hora de sentirnos airados sea el hecho de tener un ego demasiado grande. Muchas personas creen que se merecen todo, aunque no se lo hayan ganado simplemente por ser ellos. Suelen ser aquellas a las que calificamos de orgullosas, ambiciosas y competitivas. No obstante, para los griegos antiguos la ambición y el orgullo representaba el peor de los vicios que se podían tener. Y del mismo modo, para los cristianos la soberbia era considerada dentro de los siete pecados capitales como el peor. De hecho, ¿por quién nos sentimos más atraídos, por la persona que muestra lo fascinante que es o por la persona que muestra lo fascinantes que somos? ¿Con quién nos sentimos más a gusto, con la persona que escucha lo que decimos y conversa sobre cosas importantes para nosotros, o con la persona que nos deja hablar únicamente para preparar lo que nos va a decir sobre sí misma acto seguido?
Plutarco, el célebre autor del extraordinario libro Vidas paralelas está considerado uno de los más grande estoicos. Y apostaba porque pidamos a nuestros amigos que nos digan cómo somos. Para él deberíamos estar abiertos a la posibilidad de ser criticados puesto que no somo perfectos. De este modo nos entrenaríamos ante la ira que promueven las críticas. Así acabaríamos por darnos menos importancia. En realidad, tomarnos tan en serio nunca trae nada bueno. Así, acostumbrándonos a las críticas, tal y como propone Plutarco, nos permitiremos llegar a ser auténticos. La vida es mucho más fácil si nos bajamos del burro y dejamos de querer estar por encima de todos.
- QUINTA ESTRATEGIA: DARNOS CUENTA DE QUE TENEMOS LOS MISMOS DEFECTOS QUE QUIENES NOS HACEN ENFURECER. No somos tan diferentes de aquellos que nos hacen montar en cólera. De hecho, tenemos sus mismos defectos: somos todos humanos. Marco Aurelio, uno de los mejores filósofos estoicos y uno de los mejores emperadores que tuvo Imperio romano, hace en su magistral libro Meditaciones una gran recomendación: “Siempre que tropieces con un fallo de otro, cambia al punto de lugar y piensa qué falta semejante cometes tú”. Y mi querido Séneca, en su obra ya citada, nos advierte de cuánta ira se podría evitar si nos dijéramos, ante alguien que nos irrita, algo parecido a: “Yo también he sido culpable de esto” y también “Si queremos ser jueces equitativos, convendremos ante todo en que ninguno de nosotros está exento de faltas”. Se trata poner la atención y el juicio sobre nosotros en lugar de dirigirla hacia los demás..
- SEXTA ESTRATEGIA: ENTENDER LO MOTIVOS DE LOS DEMÁS. Pensemos, por ejemplo, en alguna vez en que nos hayan mentido y traicionado: ¿Podemos culpar a los demás de lo que con toda probabilidad hemos hecho nosotros en más de una ocasión? ¿Podemos culpar a los otros de lo que con mucha posibilidad habríamos hecho de encontrarnos en su misma situación? Algunos filósofos estoicos, entre los que destaca Marco Aurelio, fomentaban que entendiéramos las situaciones difíciles en que se encuentran quienes nos ofenden, pidiéndonos que los llegásemos a ver como seres humanos. En lugar de buscar razones para sentirnos indignados, deberíamos comprender las razones dolorosas de las personas que nos agravien. A todo esto lo llamamos ahora empatía. Tal y como se ve se trata de una idea muy moderna y, cuando menos, contundente.
- SEPTIMA ESTATEGIA: REDUCIR NUESTRAS EXPECTATIVAS. Es muy necesario, para alcanzar la alegría, conseguir que nuestras expectativas sobre cómo deberían ser las cosas o, sobre cómo tendrían que ser los demás, fuesen más relajadas. Con ello lograríamos reducir sustancialmente nuestro enojo. En este sentido, si no esperamos que salgan perfectas, nos sentiremos mucho menos frustrados en el caso de que no lo sean. En la vida, los resultados están fuera de nuestro control cuando no dependen estrictamente de nosotros. Por lo tanto, haremos bien en recordarnos, siempre que hagamos planes, que las cosas pueden salir de la manera contraria a como habíamos planeado. Cuando solo se juega para ganar, en muchas ocasiones, nos sentiremos muy enfadados porque perderemos. Lo importante en esta vida es participar, y esto no es un lema olímpico, sino estoico. Al respecto, Epicteto dice: «No pidas que las cosas lleguen como tú las desees, sino deséalas tal como lleguen, y prosperarás siempre».
- OCTAVA ESTRATEGIA: ESCRIBIR LA IRA. Cuando estemos furiosos, no importa por el motivo que sea, nos pondremos a escribir sobre ella. Canalizada por escrito se transformará decididamente en ansias de actuar, nos aportará ganas de luchar y combatir. Dicha canalización, nos dará fortaleza y energía para afrontar todas las adversidades y todos los obstáculos que lleguen a interponerse entre nosotros y la realización de nuestros objetivos. Tened presente que escribir sobre la rabia nunca la aumenta, sino que siempre cambiará nuestra emocionalidad y nuestra perspectiva sobre la realidad, aunque sea tan dura como este tiempo de pandemia. Y además, tiene una eficacia sorprendente y altísima.
Espero que compartáis este escrito tanto como podáis y por ello os doy las gracias de antemano. ¡Seguimos!
MIGUEL HERRADOR
COACH Y MÁSTER EN TERAPIA BREVE
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