
Ataques de pánico: ¿Qué son y cuáles son sus síntomas?
¿Qué son los ataques de pánico?, ¿Cuáles son sus síntomas y tratamientos? Miguel Herrador responde a estas preguntas en este post autobiográfico sobre el miedo al miedo o cuando el pánico ataca.
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El miedo al miedo o cuando el pánico ataca (I Parte)
“A lo que más temo es al mismo miedo.” MICHEL DE MONTAIGNE
“El miedo es la incertidumbre a la búsqueda de la seguridad.” J. KRISHNAMURTI
¿Qué se siente en un ataque de pánico? Mi historia personal
Cuando me atacó el pánico por primera vez me cogió desprevenido. Quizá lo más aterrador fue que su intensidad máxima me atrapó en un instante. Creo que esta inmediatez hizo que fuera tan duro ese primer encuentro con el miedo en estado puro. El recuerdo que tengo de aquellos momentos es tan nítido como si acabara de ocurrir ahora mismo.
El pánico tenía una gran ventaja sobre mí: no lo conocía suficientemente, no sabía qué se siente en un ataque de pánico. Ese desconocimiento hizo que no pudiera estar preparado frente a una avalancha de ansiedad tan brutal e inesperada. Todas las personas que he conocido, que han sufrido o sufren este tipo de agresión, me han contado una historia muy parecida. Era el año1987. Había terminado la licenciatura de Filología, tenía trabajo y la vida me iba bien. Después de ese primer encuentro con el pánico nada volvió a ser como antes. Tenía veintisiete años. Como cualquier persona, había tenido pequeños episodios de ansiedad, pero como es natural no les había prestado demasiada importancia. Pese a aquellos avisos esta vez me encontraba con algo muy distinto. Al principio pensé que me estaba muriendo. Era tanto el miedo a morir que acudí a las urgencias de varios hospitales. Cada vez que me decían que no tenía nada de lo que preocuparme, que solo había tenido un ataque de ansiedad, me calmaba momentáneamente y volvía a respirar. Sin embargo, la tranquilidad me duraba bien poco.
Siguieron los ataques de pánico que aparecían de manera súbita e imprevisible. Desde que me levantaba hasta que me acostaba vivía luchando con el miedo a morir. Estaba defendiéndome de algo tan difuso y alarmante como las señales que provenían de mi propio interior. Era como estar en un campo minado dentro de una guerra. Cualquier movimiento podía hacer que saltara por los aires.
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¿Cuáles eran mis síntomas de ataques de pánico?
Evitaba estar solo. Procuraba estar acompañado porque temía ahogarme por falta de aire o a que me diera un infarto. Me aterraba dormirme por si no volvía a despertarme. Tenía síntomas alarmantes. Me sentía mareado, con la visión borrosa, tenía sudores fríos, sofocos, temblores, hormigueo en la nuca y las extremidades, sensación de dificultad para respirar, taquicardias, la mente acelerada, fallos de memoria, tensión en todo el cuerpo… Pasaba de sentirme indispuesto a no poder estar solo. También comencé a evitar los lugares públicos como el metro, los autobuses, los ascensores, los aviones, los trenes, los cines y teatros; todos los lugares, en definitiva, en los que en el caso de encontrarme mal entendía que no sería fácil salir de ellos. Pensaba que cuando estuviese mejor ya podría volver a hacer lo que ahora evitaba.
Tenía varios ataques de pánico cada día. La angustia pasó a ocupar el centro de mi existencia. No pensaba y no hablaba de otra cosa y de este modo perdí en el camino la alegría. Poco después llegó el día en el que ya no me atreví a salir de casa. Era el lugar en el que más seguro me sentía. Estuve una semana de baja y entonces descubrí que quedarme sin salir era todavía peor. Mi médico de cabecera me mandó entonces al psiquiatra. El diagnóstico fue el siguiente: ataques de pánico con agorafobia. Me dio un antidepresivo y un ansiolítico que debía de llevar conmigo a todas partes para tomármelo en caso de necesidad. No me sirvieron de gran cosa ambos medicamentos. Ahora sé que no tenía una enfermedad mental. Lo que me pasaba era que no sabía manejar bien mis temores.
Transcurridos un par de meses las cosas se me complicaron aún más y no conseguía dar con un tratamiento efectivo para los ataques de pánico. Pasé de creer que me estaba muriendo, a pensar que me estaba volviendo loco. Acabé por tener miedo de mi propio miedo, o lo que es lo mismo, a tener miedo a perder el control. Cuando me daban los nuevos ataques de pánico ya no pensaba en que podría morir, puesto que me habían dado muchos con anterioridad y seguía vivo. Mi nueva obsesión ahora consistía en la certeza de que no me estaba fallando el cuerpo, sino la mente. Muchas veces me sorprendí imaginándome el resto de mis días dentro de un manicomio o en situaciones peores.
Desarrollé cada vez más miedos: todo me asustaba. Un miedo nuevo que apareció estaba relacionado con los cuchillos. Me dio por pensar que en un momento de enajenación pudiera hacer daño o matar a alguien. También evitaba las alturas por si me daba por lanzarme al vacío, entre otros pensamientos recurrentes. La idea de quitarme la vida, si era víctima de un rapto de locura, no dejó de acosarme durante bastante tiempo.
Cada día que pasaba entendía menos lo que me estaba ocurriendo. Se me había ido todo de las manos. Vivía sumido en un descontrol total. Cuanto más me esforzaba en tener el control, más lo perdía. Incluso pregunté a varios médicos si en verdad me estaba volviendo loco. Llegado a este punto, no tenía un sitio en el mundo donde me pudiera sentir seguro. ¿Cómo podía protegerme de mí mismo? Me pasaba el día pendiente de mis movimientos, de mis pensamientos, de mis percepciones y sensaciones. Ah, y por si esto fuera poco, la novia que tenía en aquel tiempo me abandonó alegando que yo no estaba muy bien de la mente.
Claves que debes conocer sobre los ataques de pánico con agorafobia
“Vivimos en el miedo y de esta forma no vivimos.” BUDA
Aunque pueda parecer incomprensible nunca me rendí. Estuve a punto de tirar la toalla en muchas ocasiones, pero no lo hice. Desde que empecé a sufrir los ataques de pánico me propuse encontrar su solución, su lógica. Estaban en juego mi felicidad y mi futuro. En esta búsqueda comencé a acudir a terapia y por otro lado estudié e investigué sin cesar sobre el tema. Fruto de aquellas circunstancias me formé en terapia Gestalt e hice un máster en Terapia Breve Estratégica, además de poder estudiar junto a algunos de los mayores expertos mundiales en los trastornos de la ansiedad. Llevo más de veinte años trabajando con personas con trastornos de ansiedad severos e invalidantes y debo decir que, además de apasionarme, he podido ayudar a miles de personas con miedo, pánico y fobias. El hecho de haber vivido este problema y haberlo superado con creces me ha colocado en una posición privilegiada para poder ayudar a quienes lo sufren. Y ahora me considero uno de los mayores expertos que conozco en el tratamiento de todos los problemas relacionados con el miedo y el pánico.
Estas son las claves que más te pueden ayudar si te sientes atacado por el pánico o le tienes miedo al miedo:
- La primera clave que obtuve para luchar contra el mal que me atacaba era comprender que el problema que arrastraba era una fobia compleja. Es decir, complicada, difusa y difícil de concretar. Finalmente, pude comprender que mi problema era tan complicado porque por un lado tenía pavor de mis sensaciones internas; y por el otro, estaba aterrorizado por las situaciones donde yo preveía que podía tener el siguiente ataque.
- Pronto descubrí también que el denominador común de aquella fobia compleja era el miedo a perder el control, o el también llamado miedo al miedo. Me costó mucho darme cuenta de que cuanto más luchaba por tener el control más lo llegaba a perder. Resultaba sorprendente descubrir que yo era como un adivino que se pasaba el día mirando su bola de cristal para defenderse del futuro. Al hacerlo, atraía al presente todos mis temores y empezaba a sufrirlos. Los presentía y los experimentaba al invocarlos.
- Una de la consecuencia más claras que extraje fue que los problemas relacionados con el pánico solo me los podía solucionar yo mismo. Obtuve la certeza de que cuanto más ayuda para resolver los ataques de pánico recibía, más incapaz me volvía a la hora de afrontar mis temores. En este sentido, cada ayuda obtenida me dañaba de manera considerable.
- Con el tiempo también llegué a la conclusión de que la palabra agorafobia se presta a confusión. Significa literalmente “miedo a los espacios abiertos” pero lo que realmente caracteriza a este síndrome, es el miedo a la pérdida de control o a sentirse atrapado por el pánico, y por lo tanto, a no poder salir de un lugar o situación en caso de que esto suceda.
- La siguiente palabra que examiné y corregí fue el sentido de la palabra angustia, que significa literalmente “paso estrecho, desfiladero”. Existe una clara correlación entre la angustia y los ataques de pánico con agorafobia. De hecho, muchas personas que estén padeciendo una situación vital donde se sientan atrapadas y sin salida, pueden experimentarlos.
En la segunda parte de este artículo podréis leer las tácticas y estrategias para resolver los ataques de pánico.
Miguel Herrador
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