
Miedo a volar: Aprender a volar tranquilos
En este post Miguel Herrador, terapeuta y coach, nos habla sobre el mejor tratamiento para superar el miedo a volar desde el enfoque de la terapia breve.
Recuerda que si deseas aprender a ayudar a otras personas a tratar el miedo a volar puedes formarte con nosotros en nuestra Formación en terapia breve y coaching estratégico.
Y si éste u otro problema te aqueja, puedes iniciar una terapia para el miedo a volar. Escríbenos a través de nuestro formulario de contacto (aquí), o reserva una cita informativa gratuita (aquí).
“Pero dónde está el peligro, está también la curación”.
Frederick Hölderlin
El miedo a volar y los accidentes aéreos
Las tragedias aéreas, casi con toda probabilidad, son de las cosas que más pueden asustar a alguien que sufre de miedo a volar, sea en su versión fóbica (miedo a morir porque el avión se estrelle), sea en su variante más obsesiva (miedo al miedo o miedo a no tener el control; es decir, a no poder salir del avión en caso de sentirnos mal).
El miedo a volar está relacionado con el miedo a las catástrofes aéreas. Te contaré a continuación las que más me han marcado a mi…. El vuelo 4590 de Air France en el mes de Julio del año 2000 no solo acabó en tragedia, sino que supuso el fin del Concorde, el único avión supersónico comercial. Un incendio supuso la muerte en el acto de todos sus ocupantes cuando la nave se estrelló poco después de despegar. Las imágenes me dejaron traumatizado un tiempo durante el cual no quise volar a ningún sitio, ya que mi miedo a volar iba en aumento.
Los atentados de las torres gemelas fueron una pesadilla para las personas con miedo a volar, de lo más traumático para los que fuimos espectadores. Los ataques se llevaron a cabo con aviones comerciales secuestrados para ser utilizados como gigantescas bombas dirigidas por terroristas de Al-Kaeda. Dichos atentados llevaron aparejados el hundimiento de las dos torres y provocaron miles de víctimas. Todos los ocupantes de los aviones perecieron al instante. Además, todo el gran despliegue mediático utilizado para cubrir un evento tan trágico como inesperado, sirvió para traumatizar a una cantidad inusitada de personas que siguieron las noticias a través de los medios informativos. En aquellos años, después de los atentados, ver a alguien con aspecto árabe en una aeronave estuvo provocando mucha desconfianza y pavor durante mucho tiempo.
El accidente del 20 de agosto del 2008 en el avión de Spanair, en el aeropuerto de Barajas en Madrid, también tuvo una gran repercusión mediática al mismo tiempo que traumática para muchas personas, incluso para aquellas que no tenían miedo a volar. Murieron 154 personas. Por lo visto el accidente se debió a un error técnico en la configuración del despegue, concretamente en las piezas de las alas (flats). ¿Cómo volar tranquilos si no nos podemos fiar de los constructores de las aeronaves ni de los que las mantienen en estado operativo y funcional?
Pero la cosa no acaba aquí. El 24 de Marzo del año 2015 el vuelo 9525 de Germanwings se estrelló en los Alpes franceses. Murieron 144 pasajeros, 4 miembros de la tripulación y dos pilotos. Esta vez no fue por causas técnicas, sino porque uno de los pilotos lo estrelló deliberadamente. Después se supo que se trataba de una persona con trastornos mentales graves a la cual no se le había prestado la debida atención. Tras este suceso ya no nos podíamos fiar ni de la tripulación. Este suceso también tuvo un gran soporte mediático y supuso un evento traumático para personas con miedo a volar.
Vencer el miedo a volar desde la raíz. ¿Cuál es el mejor tratamiento?
Como podemos observar no hay nada que venza y haga sufrir a más personas que el miedo. Ni los genios se pueden librar de pasarse de rosca a la hora de enfrentarse a la incertidumbre y al pánico.
Para vencer el miedo a volar tienes que tener en cuenta que buscar la confianza, a través de la razón, tratando de encontrar cosas que nos quiten la incertidumbre, paradójicamente la aumentan. Pensar y pensar no nos quitará el miedo. Por ejemplo, defenderse del miedo a volar haciendo cálculos matemáticos parece lógico pero en realidad no lo es como lo demuestra la siguiente historia.
Hace unos 20 años tuve la suerte de tener alojado en mi casa a Gideon E. Schwarz, un profesor de matemáticas en la universidad de Tel Aviv y un excelente terapeuta gestáltico colaborador habitual de Claudio Naranjo. En una de aquellas noches me contó una sorprendente y divertida historia que utilizaba en sus clases de cálculo de probabilidades.
Dicha historia relata los avatares de un profesor de matemáticas especialista en estadística que tenía que viajar frecuentemente en avión para dar conferencias. Ante los numerosos avisos de bomba con los que se encontró, para calmarse, decidió calcular la probabilidad de que hubiera una bomba en un avión. Cuando vio que era muy pequeña se tranquilizó, pero solo a medias. Por ello, porque no se quedaba del todo tranquilo, decidió calcular la posibilidad de que hubiera dos bombas en el mismo vuelo, descubriendo que el resultado era infinitesimal. Nuestro hombre decidió, a partir de aquel instante, que siempre llevaría consigo una bomba en su maleta cada vez que tuviera que viajar en avión. Si él ya llevaba una, sería muy difícil que alguien llevase otra en el mismo vuelo…
Una de las conclusiones más importantes a la que podemos llegar es a la de no viajar con este individuo, si sabemos que lo hará con nosotros, puesto que es un peligro. Usando su inteligencia, para vencer el miedo a volar y liberarse de sus ansiedades y temores, se ha convertido en alguien que se comporta como un terrorista, aunque sus intenciones sean diametralmente opuestas. Otra conclusión, también posible si viajásemos con él en calidad de pareja o amigo, podría ser la de acabar en prisión siendo juzgados por ir con un loco.
¿Qué podemos hacer para superar el miedo a volar definitivamente?
Sin embargo, más allá de esta broma intelectual, ¿qué podemos hacer para poder sobrellevar ese miedo tan terrible y para que esas imágenes traumáticas nos dejen tranquilos? ¿Qué remedios existen para que a pesar de los accidentes podamos volar con tranquilidad y confianza?
El mejor tratamiento para superar el miedo a volar pasa por dejar tranquila a la incertidumbre, es una de las grandes cosas que he aprendido en mi vida. En efecto, el poder del ahora se basa en esta premisa, en dejar tranquilo el futuro. Cuando no lo hacemos, la incertidumbre nos suele golpear donde más nos duele. La seguridad completa no existe en la naturaleza, por eso es muy útil aclarar que la expectativa de que los aviones sean totalmente seguros es imposible.
Otro factor importante del mejor tratamiento para superar el miedo a volar es confiar en las medidas de seguridad. Todos los aviones tienen sistemas altamente probados para superar problemas de todo tipo y fallos inesperados. Sirva como ejemplo que todos los aviones tienen el doble de potencia de la que necesitan para volar. En caso de que falle un motor siempre queda otro.
El personal, tanto de mantenimiento como de vuelo, está altamente adiestrado y cualificado. Un piloto tiene que pasar duros entrenamientos y numerosos exámenes para poder hacerse con los mandos de una aeronave.
Todo aquel miedo que evitamos se acaba convirtiendo desgraciadamente en pánico. Es tan pernicioso evitar el miedo que al hacerlo lo convertimos en algo patológico. Por el contrario, cuando afrontamos lo que nos asusta nos volvemos valientes. Dicho de otro modo, necesitamos al miedo para desarrollar en nosotros la valentía. No hay otra forma.
“La meditación de todos los males” es una técnica proveniente de a filosofía estoica que también funciona como tratamiento para superar el miedo a volar. Consiste en imaginarnos voluntariamente todos los días aquellas cosas que pueden ir mal en relación con nuestro vuelo. Es asombroso el poder terapéutico de este ejercicio que hoy se utiliza en todo el mundo con grandes resultados.
Para enfrentarnos a las imágenes y a los recuerdos traumáticos disponemos de una técnica magnífica: “novelar el trauma”. Y consiste en escribir todos los días aquellos recuerdos que no queremos hacer conscientes o que nos dañan al recordarlos. En muy poco tiempo los hechos traumáticos se quedarán consignados en un papel y no tendremos que sufrirlos.
De modo que nos no queda otra que elegir la confianza cada vez que decidamos hacer un viaje en avión. Confiar… bonita palabra y valiente acción…
Miguel Herrador
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Reflexión sobre el miedo al abandono
Todos podemos sentir miedo al abandono a pesar de no haberlo sufrido. En ocasiones podemos poner en marcha acciones erróneas pretendiendo prevenir ese futuro temido… pero conseguir exactamente lo contrario. ¿Por qué sucede y qué estrategias se pueden implementar para superar este miedo tan común?
Te invitamos a leer estas reflexiones sobre cómo superar el miedo al abandono, por Miguel Herrador
Recuerda que, si éste u otros miedos te aquejan, puedes solicitar una cita informativa gratuita con un terapeuta de nuestro equipo. Haz clic aquí para reservar.
Cuando sientes miedo al abandono
En los tiempos en los que estamos, se da la paradoja de que cuanto más juntos vivimos más miedo sentimos a que nos puedan abandonar. A veces se da el caso de que hemos sufrido algún tipo de abandono, pero quien ha pasado por esa circunstancia no le teme tanto. No obstante, lo más común es tenerle miedo a aquello que no hemos experimentado. Por lo tanto, todos podemos sentir miedo al abandono a pesar de no haber sufrido esa vivencia traumática ya que podemos prever el sufrimiento que implica.
El miedo al abandono como profecía…
La mayoría de las veces, cuando uno construye la profecía de que puede ser abandonado, pone en marcha acciones que le ayuden a prevenir ese futuro, y a menudo, lo que consigue justamente es lo contrario.
Pensemos por ejemplo en una persona con baja autoestima que, ante el temor de ser abandonada por su pareja, le pregunta varias veces al día “¿Tú realmente me quieres?”, “¿nadie te gusta más que yo?”, y le hace prometer que nunca le dejará. Esta persona actuando así, sólo puede provocar fastidio y dudas a la pareja, que constantemente tiene que reasegurarla, entrando en una dinámica agotadora porque no tiene fin. No sólo le demanda atención, sino que además se comporta como alguien que no vale mucho. Y en general quien se comporta como alguien que no vale mucho no nos merece ni nuestra estima ni nuestro aprecio. Dicho de otra manera, actuar así para prevenir que nos dejen, nos aboca al abandono mismo.
¿Cómo superar el miedo el abandono?
Una estrategia útil para superar el miedo el abandono es aprender a estar solo/a, dedicándole tiempo a la autonomía propia. Otra sería dejar de hablar de este tipo de temores.
Creemos que la mejor estrategia para no ser abandonado/a es actuar como si no se temiese serlo, como si se valiese mucho. Es difícil abandonar a alguien que no tiene miedo a que le abandonen, brillante, divertido, con seguridad, que se gusta y con autonomía.
Miguel Herrador
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La gestión de la incertidumbre
El fin de año ya está aquí y miles de personas ya se están haciendo preguntas acerca de lo que vendrá: ¿Cómo será el 2023?, ¿Encontraré mi vocación?, ¿Me sentiré realizado/a?, ¿Podré superar mis problemas de pareja?, ¿Tendré dinero?…
En esta época, quizás más que nunca, necesitamos aprender a navegar en las aguas del no saber… ¡Aprende acerca de la gestión de la incertidumbre! No te pierdas el post de Miguel Herrador
«La búsqueda de certezas conduce a la incertidumbre.» BUDA
En el libro escrito magníficamente “La belleza del Universo”, el brillante científico alemán Stefan Klein relata que nuestra capacidad para manejar “la Incertidumbre” tiene un límite. Utiliza como ejemplo el hecho de que, aunque pudiéramos construir un ordenador tan grande como el Universo, éste no sería capaz de calcular todos los movimientos posibles que permite el juego de ajedrez.
La incertidumbre no podría ser desentrañada ni por un ordenador tan grande como el universo
Como podemos apreciar, ni un ordenador tan grande como el Universo podría calcular todas las circunstancias y posibilidades que nos brinda nuestra vida. Es obvio que una vida es infinitamente más compleja que todos los movimientos que puede producir un juego como el ajedrez. Pongamos, por ejemplo: escoger a quien amar entre dos personas distintas, cuál es nuestra verdadera vocación, qué carrera podremos estudiar mejor y nos hará sentir verdaderamente realizados, si queremos ser padres o no…
Una paradoja muy interesante consiste en que la incertidumbre se hace más grande cuanto más se intenta desentrañar.
Creer que pensando podemos acabar con “El no saber” es otro espejismo de la razón. En nuestra sociedad se sobrevalora el hecho de pensar. Y así nos va. Cada vez hay más seres humanos bloqueados en su espontaneidad por querer tenerlo todo controlado y pensar demasiado. Es notorio que cuando pretendemos tenerlo todo controlado aparecen la ansiedad y la angustia. Como decía Goya: “Nuestra imaginación genera monstruos”.
Cuando estamos dudando estamos metiéndonos de lleno en la incertidumbre. Quiero decir que si tenemos dudas ya estamos atrapados por la incertidumbre. Y añadir que así es como generamos nuestros propios demonios.
Si quieres profundizar puedes leer nuestra sección sobre post sobre elegir dudar de las dudas.
¿Adelantarnos al futuro nos salva de la incertidubre?
Si comparamos nuestra vida, y todo lo que acontecerá mientras dure en general o ante una situación particular, tendremos la posibilidad de entender por qué adelantarnos al futuro, imaginando todo lo que podría suceder en lugar de vivir el presente, es tan costoso para nosotros y nos llega a asustar y bloquear tanto.
Para el constructivismo no existe el sentido de la vida. Existen personas que dicen que su vida tiene sentido. Es decir, existen tantos sentidos de la vida como personas hay en el mundo. Por todo ello, hablar del sentido de la vida es hablar de un autoengaño. Se trata pues de una construcción que nos puede hacer más llevadera la vida. Vamos, una consolación al estilo dela filosofía estoica.
Pero, ¿Cómo podemos construir dicho sentido de la vida?
Actuando. Encontrándolo por casualidad. Haciendo elecciones y obrando “Como si” la vida tuviese sentido. Ensayo y error… Las personas que lo logran no han dejado de actuar hasta que han dado con aquello que les llena y les hace sentir mejor. En muchos casos este proceso es largo. En otros es más corto. Pero nunca están exentas de dificultades en este camino. El ingrediente principal de esta búsqueda, es actuar y moverse, bajo ningún concepto quedarse quietas. Esperando, sin hacer nada, no llega la iluminación a nadie.
El colibrí es un pájaro que no tendría que volar, según explican científicos de la NASA, pues según las leyes de la aerodinámica es una aberración, es decir, su cuerpo es demasiado grande y pesado para unas alas tan pequeñas. Pero lo cierto es que vuela. Y lo logra moviendo mucho más rápido sus alas que el resto de las aves. Ante este hecho podemos decir, bromeando, que el colibrí vuela porque no tiene conciencia de que puede volar. Concretamente: porque no piensa si puede volar o no; vuela y ya está.
Ante la pregunta existencial: “¿Qué sentido tiene nuestra vida?”, chocamos siempre contra un muro de posibilidades y dudas. Y esto tiene su cara y su cruz. No saber nos asusta y nos atormenta, aunque también nos alegra por igual. De este modo, no saber hace posible que sigamos ilusionándonos y creando energías para seguir vivos.
Por todo ello, la única respuesta posible que se me antoja ante la pregunta de las preguntas es: ¡Nada más y nada menos que vivirla!
Miguel Herrador, coach y especialista en ansiedad, fobias y pánico
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Elegir la confianza o el arte de confiar en uno mismo y en los demás
En este post hablamos sobre las claves de la confianza en uno mismo y en los demás. Por Miguel Herrador.
Elegir la confianza entraña una elección doble. Ponernos a confiar implica, por lo general, confiar en los demás y en nosotros.
Desde muy pequeños aprendemos a confiar en lo familiar, en lo cercano, en lo conocido. La confianza es lo opuesto al juicio. Son estados excluyentes. En efecto, no podemos confiar en alguien y juzgarlo al mismo tiempo. O confiamos o desconfiamos, pero no hay término medio.
Confiar entraña la unión indisoluble de los demás y nosotros mismos.
¿Por qué es difícil desarrollar la confianza en uno mismo y en los demás?
Generar confianza incluye abrirnos y desnudarnos, algo que da mucho miedo a muchas personas.
Es una epidemia la cantidad de gente que rehúye la confianza. El terrorismo, la pandemia y la crisis mundial no están siendo de gran ayuda. La era tecnológica que estamos viviendo tampoco ayuda mucho que digamos.
Estamos en un mundo que fomenta la desconfianza, la paranoia, los celos, y la competitividad más despiadada.
La confianza genera intimidad y alegría. A todos nos gusta que confíen en nosotros. Y a los demás les gusta enormemente que confiemos en ellos. El cerebro mamífero que todos poseemos elige la socialización.
Sin ella, sin la confianza, nuestra especie habría desaparecido hace ya mucho tiempo. En otro orden de cosas, si confiamos no tenemos que pensar mucho y este hecho nos evitará miles de quebraderos emocionales y nos permitirá ganar mucho tiempo. Cuando elegimos la confianza el mundo se convierte en un lugar seguro.
Estemos donde estemos, haremos confiable y agradable nuestro entorno. La seguridad y la confianza, tanto social como personal, son como se puede apreciar una misma cosa.
Decía J.P. Sartre (1905-1980), que estamos condenados a elegir, que la libertad consiste en poder elegir. Como sumo pontífice del existencialismo, una filosofía un poco radical y en consonancia con una de las peores épocas de la humanidad, Sartre abundaba en el sinsentido de la vida. Todos, según él, estamos abocados a la nada. Pero esto no nos librará de tener que elegir constantemente, sin poder saber de antemano qué nos deparará la existencia. Visto así puede parecernos un panorama desolador, aunque yo creo que tener claro este asunto nos hace libres y algo más artífices de nuestro destino.
La confianza en uno mismo en un contexto de incertidumbre
Sin embargo, en el siglo XXI, yendo más allá de esa filosofía radical, yo diría que el ser humano está condenado a hacer lo que puede o lo que su limitada razón le permite. Estamos continuamente haciendo elecciones, pero nuestra capacidad para saber si acertamos es muy pequeña. De tal modo que no nos podemos librar de elegir sin correr riesgos y sin poder zafarnos de la incertidumbre.
Existe, no obstante, una forma de elegir sorprendente y novedosa, paradójica y contra paradójica, con una lógica que va más allá del existencialismo y de las corrientes psicológicas más en boga. Se trata de elegir un día una cosa y al día siguiente lo contrario. Como se puede apreciar es una buena manera de abarcar la totalidad de la experiencia humana, haciéndola consciente y experimentándola, por un lado, y por otro llevándola más allá de la lógica de causa y efecto.
Correr riesgos es el peaje que tenemos que pagar para adquirir y encontrar la confianza. La vida siempre comporta riesgos. De otra manera sería aburridísima. Enfrentarnos a nuestros miedos, sean sociales (en relación con los demás), u obsesivos y fóbicos (en relación con uno mismo), será siempre la mejor opción. Una persona valiente es un héroe para la sociedad, pero también para él mismo.
Todos construimos nuestra realidad cada día y nuestra forma de construirla es actuando “como sí”. Como decía Paul Watzlawick (1921-2007), actuamos y reaccionamos no directamente sobre la realidad, sino sobre la representación del modelo de la realidad que nos hemos fabricado. Por este motivo, escoger la confianza no es un acto de voluntad, sino una elección deliberada. Es decir, estamos utilizando la estratagema del “como sí”. De hecho, siempre estamos actuando “como si”, tanto cuando creemos que podemos como cuando creemos justo lo contrario. “Actuar como sí” es una de las estratagemas más poderosas que existen para gestionar nuestra realidad y también para construirla.
Ejercicios paradójicos para practicar la confianza
1) Confiar los días pares en los demás y en nosotros mismos. Puesto que es imposible controlar las acciones y pensamientos de los demás, practicar la confianza hará que tengamos un control basado en el aquí y el ahora muy alejado de las preocupaciones y miedos patológicos.
2) Desconfiar en los días impares de todos e incluso de nosotros mismos. Esta práctica suele producir un cortocircuito en nuestra mente provocando la paradoja de aceptarnos. Y al mismo tiempo es de gran ayuda, pues nos aporta una panorámica completa acerca de cómo nos complicamos y amargamos la vida nosotros mismos.
Colocarnos en esta posición de totalidad (confiando y desconfiando), nos proporciona una experiencia desde el “aquí y el ahora”, que nuestro ego y nuestra subjetividad siempre nos están ocultando.
Miguel Herrador
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Saber vivir con el estrés psicológico y emocional
Cada vez más personas buscan con urgencia terapia para el estrés y la ansiedad. Las redes sociales están repletas de consejos de relajación para el estrés o de tips para manejar la ansiedad. Sin embargo, ¿es siempre el estrés algo negativo?, ¿Y cómo podemos aprender a mantener de manera duradera niveles saludables de estrés, para no tener que ir apagando fuegos?
Lee a continuación este nuevo post de Miguel Herrador, coach y terapeuta de Terapia Breve en el que responde a éstas y otras preguntas…
Aprender a gestionar el estrés en terapia
Debemos de tener en cuenta que en el universo solo existe el cambio. En los últimos cien años el mundo ha cambiado más que en los ulteriores dos mil. Es de esperar que, si no sabemos navegar en estas aguas y manejar la incertidumbre, tantos cambios generen un enorme estrés psicológico y emocional, ansiedad o tristeza patológica, entre otros.
Nuestro cerebro no ha tenido tiempo para adaptarse a tantos cambios y a la rapidez con que se producen. No es de extrañar, pues, que cada vez más tengamos la sensación de ir apagando fuegos emocionales, de ir de un problema a otro en una espiral sin fin o de necesitar urgentemente ayuda terapéutica para afrontar el estrés del día a día y sus síntomas.
Nuestro cerebro está diseñado para experimentar estímulos, experimentar tensión y adaptarse lo mejor posible a un entorno siempre cambiante.
Es necesario resaltar que el aburrimiento también nos genera mucho estrés. Entre los estímulos sin fin y el aburrimiento por falta de los mismos paradójicamente campa a sus anchas el estrés.
La capacidad para saber vivir el estrés es esencial en nuestros días.
Aprender a tolerar el estrés psicológico o emocional es el camino ya que nos permitirá sobrevivir y nos motivará antes los retos que nos traiga la vida.
Diferencias entre el estrés malo y el estrés bueno
Existe el consenso de que hay un estrés malo y otro bueno. Todo depende de cómo nos tomemos nuestros asuntos a la hora de vivir.
En el estrés malo, cuando nos sentimos a disgusto nuestro organismo nos manda claras señales de que algo no anda bien y de que algo debemos corregir, sea en relación con nosotros mismos, con los demás o con el mundo. Cuando trabajamos o descansamos en exceso corremos el riesgo de hacernos daño, alterando el equilibrio sano y natural de nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo no puede afrontar los retos diarios si está cansado. Cuando nos sentimos agotados somos incapaces de resolver nuestros problemas y nos sentimos impotentes y angustiados.
Sin embargo, en el estrés bueno, cuando sentimos en nuestro interior respuestas de tensión positiva liberamos sensaciones muy agradables que nos impulsan a alcanzar nuestras metas y nos animan a afrontar nuevos retos. Por eso es tan importante saber vivir de una manera equilibrada. Cuando las respuestas de estrés están en armonía somos felices.
Cómo mantener niveles saludables de estrés
La idea de responsabilidad ha ido creciendo de manera exponencial. Cuantos más cambios introducimos sufrimos más incertidumbre. Y por ello necesitamos más controles y personas que se encargue de supervisarlos. Pero no podemos estar todo el día pendientes de nuestras incertidumbres pues no viviríamos. En este sentido, llenar nuestra vida de tareas y obligaciones que nos van a mermar nuestro tiempo para estar con nosotros mismos y para estar con la gente que queremos, no nos ayudará de ninguna de las maneras.
Para salir de este círculo vicioso es necesario e imprescindible buscar y experimentar placer y satisfacción. La felicidad consiste en experimentar placer y satisfacción en cualquier situación por muy complicada que sea. Ampliar los pequeños placeres cotidianos y respetar nuestra coherencia interna se me antojan las claves para convertir el estrés en un motor que nos impulse hacia adelante para alcanzar nuestros objetivos y para lograr todo aquello que signifique tener calidad de vida.
Ser coherentes y estar en armonía con lo que pensamos y sentimos es esencial para mantener niveles saludables de estrés.
Miguel Herrador
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La paradoja de la autoexigencia y la necesidad de control
La autoexigencia y la necesidad de control: ¿cómo tratarlas? Lee el artículo del Miguel Herrador.
«Lo perfecto es enemigo de lo bueno».
VOLTAIRE
Dejar de abusar de la voluntad: Exigirse o no exigirse.
En nuestra sociedad esforzarnos o exigirnos es como un valor añadido. Nos enseñan desde pequeños que hay que hacer frente a los problemas con mucho empeño, y que hay que seguir intentándolo, una y otra vez, con más ahínco todavía, cuando no encontremos la solución.
Ser obstinado y voluntarioso, aparte de indicar que se puede ser oriundo de Aragón, es tenido en cuenta como una virtud. Pero todos sabemos lo que pasa cuando nos exigimos tener una memoria perfecta a la hora de hacer crucigramas difíciles: la palabra que buscamos se esfuma de nuestra memoria como por arte de magia. Y si seguimos insistiendo, nuestra memoria se bloquea, para volver a la espontaneidad inmediatamente después de dejar de esforzarnos… Esto también nos ocurre cuando hacemos exámenes…
La paradoja de la autoexigencia
Cuando nos esforzamos y nos exigimos ser espontáneos caemos en la paradoja de no poder serlo. El sueño, la memoria, las prestaciones sexuales, el control de las emociones básicas (ira, miedo, placer y dolor), sentirnos enamorados, el equilibrio, etc., son buenos ejemplos de lo que quiero deciros. Son funciones espontáneas de nuestro organismo que ya funcionan muy bien por sí solas, a las que no les sienta bien los intentos que hacemos por controlarlas mediante el esfuerzo y la voluntad.
Muchos de nosotros nos esforzamos en aplicar la misma solución del esfuerzo y de la auto-exigencia más feroz para casi todo sin darnos cuenta, como si estuviéramos en posesión de una herramienta con carácter universal.
Muchos otros, nos empeñamos en ponernos a prueba para confirmar que somos capaces. El resultado: se incrementa la necesidad de confirmación, y el consecuente aumento de las dudas y de nuestra inseguridad personal, a veces, hasta límites insospechados.
En otras ocasiones, nos obligamos a controlar las propias emociones y la propia impulsividad. De esta manera es cómo construimos nuestra incapacidad para manejar nuestras percepciones y reacciones emotivas.
Llegados a este punto, quiero mostraros que quien logra frenar sus impulsos, la mayoría de las veces, desencadena un trastorno obsesivo basado en la necesidad de control: el círculo vicioso del control que hace perder el control. Dicha necesidad, al final se convierte en una compulsión.
En nuestra sociedad, bajo mi punto de vista, se abusa de conceptos como «la voluntad» y «tener carácter». Si conocéis a alguien que se esfuerza y es voluntarioso, que se obliga mucho, entonces es más que probable que tengáis antes vosotros a alguien con una personalidad bastante obsesiva.
¿Cómo tratar la autoexigencia?
La razón obstinada, cuando abusamos de ella, suele ser la responsable de que no podamos ser espontáneos cuando lo deseamos. En efecto, si queremos ser espontáneos ya no podemos serlo.
El antídoto para resolver este problema consiste en esforzarnos en no esforzarnos. O si se prefiere, exigirnos no exigirnos. Se trata, en ambos casos, de una estrategia paradójica que al ponerla en marcha cortocircuita nuestra razón patológica y nos devuelve instantáneamente a la espontaneidad.
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¿Cuántas veces dejaste de hacer algo por miedo? Entrevista a Miguel Herrador
Entrevista a Miguel Herrador, especialista en terapia breve estratégica, para el programa Carisma y Confianza con Héctor Latorre.
Durante esta charla conversamos sobre el miedo y sus manifestaciones en las sociedades modernas, principalmente en las relaciones entre hombres y mujeres. El miedo al rechazo, el miedo a no estar a la altura, el miedo a exponernos… ¿Cómo funcionan estos miedos? ¿Por qué son tan frecuentes en la actualidad?, ¿Cómo podemos superarlos?
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El miedo a no estar a la altura
Miedo al rechazo, miedo al conflicto, miedo al fracaso… ¿Por qué son tan comunes estos miedos en nuestros días? En este artículo centrado en el miedo a no estar a la altura, nuestro terapeuta y coach Miguel Herrador responde a éstas y otras preguntas.
“El miedo a no estar a la altura es el que nos obliga cada día a subir un peldaño más”.
Proverbio japonés.
El mecanismo del miedo
La emoción del miedo es el mecanismo principal mediante el cual nuestra biología preserva nuestra existencia. Se trata de algo que no escogemos. Es una capacidad que ya viene incorporada cuando nacemos, pero que tenemos que aprender a desarrollarla y con la que nos toca convivir mientras existamos. Cuando sentimos miedo reaccionamos con ansiedad y nos ponemos en estado de alerta. Dicha ansiedad es el efecto del miedo y no es ni buena ni mala, simplemente es necesaria.
El problema de manejar el miedo en la actualidad tiene que ver, sobre todo, con que es un mecanismo primitivo, que no ha evolucionado a la misma velocidad con que progresa nuestra sociedad. Los miedos que tenemos ahora no son los mismos que tenían nuestros ancestros primitivos. Ahora, por la sobrecarga de tanta información, nuestros temores se han vuelto más complejos y difusos.
¿Por qué es tan común el miedo a no estar a la altura en nuestros días?
Entre otras cosas, en nuestros días tenemos que ser infalibles, estar seguros de nosotros mismos, ser capaces de controlar nuestras emociones hasta el punto de que nada nos perturbe, sentirnos apreciados y admirados por los demás, ser felices y lograr el éxito a toda costa. En definitiva: tenemos que ser perfectos. De manera que si esto no es así, creemos que no valemos lo suficiente o que no estamos a la altura.
Desde las redes sociales estamos creando y amplificando toda una serie de dogmas absurdos, que nos llevan a admitir como normales numerosos modelos que dictan cómo tenemos que ser las personas; tanto para gustar a los demás como para poder ser felices. Y no cabe duda de que querer cumplir con esos estándares, nos induce a cometer graves errores a la hora de darnos valor como seres humanos.
Estos modelos tan discutibles como falsos, son el origen de una epidemia de inseguridad que afecta a las relaciones importantes de nuestra vida. Desde este punto de vista, es relativamente fácil sentir que no estamos a la altura y, por lo tanto, percibir que nuestra autoestima está bajo mínimos.
Debemos aclarar que los miedos a no estar a la altura afectan, paradójicamente, a personas muy capaces. Desgraciadamente, dichas personas se dejan arrastrar por estos estándares sociales viciados y tóxicos, de tal manera que se hacen daño tratando de ser o parecer lo que no son.
El miedo a no estar a la altura y sus variantes
Podemos establecer 6 variantes del miedo a no estar a la altura:
Miedo a la impopularidad:
Se trata de un miedo engañoso, donde en realidad no se teme tanto la opinión de los demás. En realidad quien tiene este miedo lo que teme perder es la aprobación o el afecto de las personas que le importan. Motivo por el cual suele apartarse de sus propias necesidades para satisfacer los deseos de los demás.
Miedo a exponerse
El miedo a exponerse puede hacer referencia tanto al miedo a hablar en público o como a sentirnos juzgados constantemente por lo que digamos o hagamos. Se trata de uno de los miedos más extendidos en el mundo. Y se manifiesta con síntomas de ansiedad, sudoración, rubor, temblor de manos y balbuceos, entre otros. Lo tienen tanto estudiantes como directivos.
Miedo al rechazo
El miedo al rechazo se trata de un problema de timidez y vergüenza ante los demás. Con la paradoja de autoexcluirnos porque nos sentimos inadecuados o con miedo a no ser aceptados. Consiste principalmente en miedo al rechazo por sentirnos feos, por ser aburridos, o por ser poco interesantes a nivel intelectual.
Miedo al conflicto
Aquí predomina, sobre todo, el miedo al conflicto con los demás. Bien por la fantasía de llegar a perder el control y hacer algo de lo que después nos arrepintamos, o bien por que el conflicto llegue a producir en la relación efectos negativos que la destruyan.
Miedo a la inadecuación
Aquí tenemos un juez interno. El problema no guarda relación con el juicio de los demás, sino con cómo nos juzgamos a nosotros mismos. Si tenemos este miedo, no escuchamos las alabanzas del exterior y damos muchísimo valor a nuestras propias críticas. Y como para sentirnos adecuados tenemos que ser perfectos, hagamos lo que hagamos, nunca será suficiente para sentirnos satisfechos y orgullosos.
Miedo al fracaso
Aquí, en este caso, siempre tememos defraudar nuestras propias expectativas. Quienes sufren esta variante tienen que convivir con un inquisidor interno despiadado. Los dilemas de quienes tienen este tormento mental normalmente son dos: en primer lugar, decidir entre saltar o no saltar; y en segundo lugar, en caso de saltar, ¿a qué altura tienen que colocar el listón? Estas personas, si no ven la posibilidad de ganar, no juegan. Por este motivo, la vida se les complica en exceso y llega a convertirse en un peligro constante.
Centro de terapia breve: tratamiento sobre el miedo
Recuerda que en nuestro centro de Terapia Breve Sentirse Bien tenemos más de 25 años de experiencia tratando personas con ansiedad y miedo, y disponemos de protocolos muy efectivos para aprender a manejar el miedo. Puedes contactarnos a través de nuestro formulario de contacto (aquí), o reservar una cita informativa gratuita (aquí) Estamos en Barcelona, y ahora también en formato online. ¡Muy cerca tuyo!
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Sobre el amor y la amistad
“El amigo es la sal de la vida”. ARISTÓTELES
Existe un gran consenso universal sobre el hecho de que toda palabra y toda lengua tienen su origen en onomatopeyas. Una buena prueba de ello es la raíz “ma” que se encuentra en el indoeuropeo. Dicha raíz hace alusión a la voz infantil que reproduce el balbuceo del bebé al mamar. Uno de sus varios derivados es “amma” que significa madre (tenemos mamá en castellano, mamma en italiano…). Y de “amma” provienen también las palabras amor y amistad.
Lo maravilloso de la etimología de la palabra amistad, es que nos transporta al primer acto o sentimiento de amor que nos marca la vida para siempre: el afecto y los cuidados de nuestra madre. Tener amigos es tan importante para todos nosotros, porque son una fuente de afecto y de cuidados que nos remiten a ese amor, en estado puro, que nos profesó quien nos dio la vida. En el amor y en la amistad hay siempre un acto reciproco. Por un lado, los bebés se dejan cuidar y a cambio les regalan a sus madres las mejores y más maravillosas sonrisas. Por otro, con los amigos nos relacionamos con la sana intención de intercambiar todo aquello que tenemos, tanto en lo emocional como en lo material.
La amistad nos permite conectar con algo genuino que trasciende el ego, de tal manera que nos facilita ser nosotros mismos, sin máscaras. En este sentido, los amigos son un buen espejo en el que mirarnos y seguir evolucionando como personas. Una vida precaria en amigos obstaculiza nuestra realización, ya que necesitamos otros puntos de vista que complementen y enriquezcan nuestra imperfecta mirada del mundo. Pero además, los amigos nos permiten mantener a raya la soledad no deseada, quizá el mayor impedimento para habitar la realidad con agrado.
Epicuro, uno de los filósofos más influyentes de la historia, no en vano tuvo siempre a la amistad como la fuente de sus mejores alegrías. El magnífico filósofo contemporáneo Alexandre Jollien habla del amigo en el bien: una propuesta llena de audacia. Él explica que cuando queremos el bien de los demás, estamos practicando la forma más bella posible del amor y la amistad. Y que sobre todo, el bien no debe imponerse nunca. Quizá la mayor cualidad del amigo es que no nos juzga con malicia, aunque tenemos que ser conscientes de que nuestro cerebro hace juicios de valor de forma automática. Y lo hace para ahorrar energía y para tenernos preparados en caso de que haya problemas, por lo que nos será muy difícil relacionarnos y escuchar a los demás sin hacer juicios de valor.
La causa de que muchas parejas dejen de amarse es porque dejan de ser amigos. Y posiblemente, este sea el mayor fracaso de dos personas que se quieren. Cuando se dicen “tú no me escuchas” o “tú no me entiendes”, en realidad se están juzgando. Las quejas de este tipo representan una de las formas más dañina y reiterada de juzgar a los demás. Y esto es debido a que no acogemos al otro de manera incondicional. No se trata de estar de acuerdo en todo, pasando por alto malos comportamientos, pero sí de aceptar a la pareja y de intentar amarla sin condiciones. Por todo ello, cuando hacemos de jueces, en lugar de lograr que todo sea justo, lo que creamos son enemigos y desencuentros. De este modo, cerramos nuestro corazón y el de los demás en lugar de conseguir que se abra.
A veces resulta descorazonador observar cómo se nos olvida tan fácilmente que el amor y la amistad proceden de ese lugar entrañable, femenino, lleno de ternura y de cuidados, que no es otro que nuestra madre. Más allá de lo poético y desde un punto de vista de la salud y la alegría, nos haría muy bien a todos cultivar el amor y la amistad, aunque solo fuese como un homenaje a quien nos trajo al mundo dándonos ese bien tan preciado que es la vida.

Estar aquí y ahora con la meditación de todos los males
En este post te proponemos un ejercicio para estar presentes en el aquí y ahora: La meditación de todos los males.
Escrito por Miguel Herrador, terapeuta especializado en ansiedad.
“Espérate lo inesperado”. HERÁCLITO
Claves para estar presentes: ¿Cómo funciona la dopamina?
A la dopamina se le llama la molécula de la felicidad y determina mucho más de lo que imaginamos nuestra vida. Se ha descubierto que lo que más le gusta a la dopamina, por encima de todo, es el error de predicción en la recompensa, que consiste en descubrir que algo es mejor de lo que habíamos imaginado que fuese. El error de predicción de la recompensa nos sienta tan bien porque todos nos entusiasmamos ante el hecho de que hay algo nuevo e inesperado que puede mejorar nuestra existencia.
Estar aquí y ahora, el presente, es la fuente más rica y constante de lo inesperado. El hecho de prestar atención a la realidad, a lo que estamos haciendo en cada momento, maximiza el flujo de información que llega a nuestro cerebro. En este sentido, si somos capaces de activar nuestro sistema del aquí y ahora, combinando nuestra atención hacia adentro y hacia afuera, nuestra experiencia sensorial será más completa e intensa. En este hecho radica buena parte del placer de viajar y por este motivo lo nuevo siempre es más intenso.
Se da la circunstancia de que la dopamina influye notablemente en los modelos que elaboramos para predecir el futuro. Pero para crear estos modelos la dopamina necesita datos, y estos provienen de los sentidos. Sin embargo, nuestros sentidos no son infalibles ya que son claramente imperfectos a la hora de leer e interpretar la realidad. Y es así como se nos genera la paradoja de acabar inseguros, cuando lo que pretendíamos era estar seguros.
Si deseas profundizar en este tipo de paradojas te recomendamos los artículos sobre las trampas mentales del miedo.
Ejercicio para estar presentes en el aquí y ahora
Una de las mejores maneras, sino la mejor, de desactivar las preocupaciones que nos causa el futuro y conseguir estar “aquí y ahora”, consiste en practicar el ejercicio de la “Meditación de todos los males”. Los estoicos, hace 2400 años, inventaron esta ejercitación filosófica excepcional y maravillosa. Y se trata de una forma de meditación que hoy se enseña prácticamente en todas las universidades del mundo con el nombre de “intención paradójica”.
Los estoicos aconsejaban meditar todos los días de esta manera diametralmente opuesta a las populares formas de meditación actuales. Tanto los días malos como los buenos. Y para llevarla a cabo, tendríamos que cerrar los ojos o tenerlos abiertos, e imaginarnos de la manera más realista posible y voluntaria, las cosas más terribles que podrían acontecernos. Por ejemplo, podemos imaginarnos que nuestra pareja nos traiciona o nos abandona, que nos despiden del trabajo injustamente, que nos diagnostican una enfermedad grave, que se muere un amigo o un familiar, que el mundo se destruye, que la muerte nos alcanza, etcétera. Si practicamos este ejercicio de meditación regularmente estaremos preparados para cuando la vida nos lo ponga difícil, cosa que ocurre a menudo.
La gran ventaja de esta mediación frente a las demás es que experimentaremos un profundo sosiego al comprobar que nada de lo que habíamos pensado que podría sucedernos acontece. Y también experimentaremos un profundo agradecimiento por conservar todo aquello que nos habíamos imaginado perder. En el caso de que nos suceda algo inesperado, seguro que no será tan terrible si lo comparamos con todos los males que nos hemos atrevido a pensar. Además, lo paradójico y lo bueno de este ejercicio de meditación filosófico es que nuestro cerebro activa la dopamina posibilitando que tengamos esa recompensa a través de lo inesperado y, por tanto, accedamos a la alegría de manera espontánea.
¿En qué consiste esta meditación para estar presentes?
La meditación de todos los males para estar presentes en el aquí y ahora viene de Séneca, uno de los filósofos más influyentes de todos los tiempos. Él explicaba cómo la practicaba diariamente, aduciendo que esta meditación fortalece el alma: “El que prevé que puede suceder todo cuanto puede venir, suavizará el ímpetu de todos los males, que no traen nada nuevo a los que está preparados y esperándolos, y se hacen insoportables solo a los que se creen seguros y esperan solamente felicidad”. Se trata de dedicar entre 20 – 30 minutos al día.
A todos nos vendría muy bien tener el coraje de atrevernos a vivir la vida tal y como se nos presenta, desde el aquí y ahora. Vivimos en un mundo cada vez más sedado mediante medicamentos psiquiátricos que lo único que nos procuran es que nos debilitemos e incapacitemos en extremo. Algo estamos haciendo muy mal cuando huimos de nuestras emociones si se apartan de ese estado irreal permanente al que denominamos felicidad.
Necesitamos sentir, no sedarnos. La práctica de este tipo de meditación nos permite abordar la vida desde una óptica natural y nos facilita estar en contacto con nuestras emociones dejándolas expresarse. Pero también propicia que tengamos todos los días sorpresas agradables e inesperadas, sin el estrés de tener que buscar novedades constantes para que nuestra vida no sea aburrida y tediosa.
Por Miguel Herrador
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