
Reflexión sobre el miedo al abandono
Todos podemos sentir miedo al abandono a pesar de no haberlo sufrido. En ocasiones podemos poner en marcha acciones erróneas pretendiendo prevenir ese futuro temido… pero conseguir exactamente lo contrario. ¿Por qué sucede y qué estrategias se pueden implementar para superar este miedo tan común?
Te invitamos a leer estas reflexiones sobre cómo superar el miedo al abandono, por Miguel Herrador
Recuerda que, si éste u otros miedos te aquejan, puedes solicitar una cita informativa gratuita con un terapeuta de nuestro equipo. Haz clic aquí para reservar.
Cuando sientes miedo al abandono
En los tiempos en los que estamos, se da la paradoja de que cuanto más juntos vivimos más miedo sentimos a que nos puedan abandonar. A veces se da el caso de que hemos sufrido algún tipo de abandono, pero quien ha pasado por esa circunstancia no le teme tanto. No obstante, lo más común es tenerle miedo a aquello que no hemos experimentado. Por lo tanto, todos podemos sentir miedo al abandono a pesar de no haber sufrido esa vivencia traumática ya que podemos prever el sufrimiento que implica.
El miedo al abandono como profecía…
La mayoría de las veces, cuando uno construye la profecía de que puede ser abandonado, pone en marcha acciones que le ayuden a prevenir ese futuro, y a menudo, lo que consigue justamente es lo contrario.
Pensemos por ejemplo en una persona con baja autoestima que, ante el temor de ser abandonada por su pareja, le pregunta varias veces al día “¿Tú realmente me quieres?”, “¿nadie te gusta más que yo?”, y le hace prometer que nunca le dejará. Esta persona actuando así, sólo puede provocar fastidio y dudas a la pareja, que constantemente tiene que reasegurarla, entrando en una dinámica agotadora porque no tiene fin. No sólo le demanda atención, sino que además se comporta como alguien que no vale mucho. Y en general quien se comporta como alguien que no vale mucho no nos merece ni nuestra estima ni nuestro aprecio. Dicho de otra manera, actuar así para prevenir que nos dejen, nos aboca al abandono mismo.
¿Cómo superar el miedo el abandono?
Una estrategia útil para superar el miedo el abandono es aprender a estar solo/a, dedicándole tiempo a la autonomía propia. Otra sería dejar de hablar de este tipo de temores.
Creemos que la mejor estrategia para no ser abandonado/a es actuar como si no se temiese serlo, como si se valiese mucho. Es difícil abandonar a alguien que no tiene miedo a que le abandonen, brillante, divertido, con seguridad, que se gusta y con autonomía.
Miguel Herrador
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Elegir la confianza o el arte de confiar en uno mismo y en los demás
En este post hablamos sobre las claves de la confianza en uno mismo y en los demás. Por Miguel Herrador.
Elegir la confianza entraña una elección doble. Ponernos a confiar implica, por lo general, confiar en los demás y en nosotros.
Desde muy pequeños aprendemos a confiar en lo familiar, en lo cercano, en lo conocido. La confianza es lo opuesto al juicio. Son estados excluyentes. En efecto, no podemos confiar en alguien y juzgarlo al mismo tiempo. O confiamos o desconfiamos, pero no hay término medio.
Confiar entraña la unión indisoluble de los demás y nosotros mismos.
¿Por qué es difícil desarrollar la confianza en uno mismo y en los demás?
Generar confianza incluye abrirnos y desnudarnos, algo que da mucho miedo a muchas personas.
Es una epidemia la cantidad de gente que rehúye la confianza. El terrorismo, la pandemia y la crisis mundial no están siendo de gran ayuda. La era tecnológica que estamos viviendo tampoco ayuda mucho que digamos.
Estamos en un mundo que fomenta la desconfianza, la paranoia, los celos, y la competitividad más despiadada.
La confianza genera intimidad y alegría. A todos nos gusta que confíen en nosotros. Y a los demás les gusta enormemente que confiemos en ellos. El cerebro mamífero que todos poseemos elige la socialización.
Sin ella, sin la confianza, nuestra especie habría desaparecido hace ya mucho tiempo. En otro orden de cosas, si confiamos no tenemos que pensar mucho y este hecho nos evitará miles de quebraderos emocionales y nos permitirá ganar mucho tiempo. Cuando elegimos la confianza el mundo se convierte en un lugar seguro.
Estemos donde estemos, haremos confiable y agradable nuestro entorno. La seguridad y la confianza, tanto social como personal, son como se puede apreciar una misma cosa.
Decía J.P. Sartre (1905-1980), que estamos condenados a elegir, que la libertad consiste en poder elegir. Como sumo pontífice del existencialismo, una filosofía un poco radical y en consonancia con una de las peores épocas de la humanidad, Sartre abundaba en el sinsentido de la vida. Todos, según él, estamos abocados a la nada. Pero esto no nos librará de tener que elegir constantemente, sin poder saber de antemano qué nos deparará la existencia. Visto así puede parecernos un panorama desolador, aunque yo creo que tener claro este asunto nos hace libres y algo más artífices de nuestro destino.
La confianza en uno mismo en un contexto de incertidumbre
Sin embargo, en el siglo XXI, yendo más allá de esa filosofía radical, yo diría que el ser humano está condenado a hacer lo que puede o lo que su limitada razón le permite. Estamos continuamente haciendo elecciones, pero nuestra capacidad para saber si acertamos es muy pequeña. De tal modo que no nos podemos librar de elegir sin correr riesgos y sin poder zafarnos de la incertidumbre.
Existe, no obstante, una forma de elegir sorprendente y novedosa, paradójica y contra paradójica, con una lógica que va más allá del existencialismo y de las corrientes psicológicas más en boga. Se trata de elegir un día una cosa y al día siguiente lo contrario. Como se puede apreciar es una buena manera de abarcar la totalidad de la experiencia humana, haciéndola consciente y experimentándola, por un lado, y por otro llevándola más allá de la lógica de causa y efecto.
Correr riesgos es el peaje que tenemos que pagar para adquirir y encontrar la confianza. La vida siempre comporta riesgos. De otra manera sería aburridísima. Enfrentarnos a nuestros miedos, sean sociales (en relación con los demás), u obsesivos y fóbicos (en relación con uno mismo), será siempre la mejor opción. Una persona valiente es un héroe para la sociedad, pero también para él mismo.
Todos construimos nuestra realidad cada día y nuestra forma de construirla es actuando “como sí”. Como decía Paul Watzlawick (1921-2007), actuamos y reaccionamos no directamente sobre la realidad, sino sobre la representación del modelo de la realidad que nos hemos fabricado. Por este motivo, escoger la confianza no es un acto de voluntad, sino una elección deliberada. Es decir, estamos utilizando la estratagema del “como sí”. De hecho, siempre estamos actuando “como si”, tanto cuando creemos que podemos como cuando creemos justo lo contrario. “Actuar como sí” es una de las estratagemas más poderosas que existen para gestionar nuestra realidad y también para construirla.
Ejercicios paradójicos para practicar la confianza
1) Confiar los días pares en los demás y en nosotros mismos. Puesto que es imposible controlar las acciones y pensamientos de los demás, practicar la confianza hará que tengamos un control basado en el aquí y el ahora muy alejado de las preocupaciones y miedos patológicos.
2) Desconfiar en los días impares de todos e incluso de nosotros mismos. Esta práctica suele producir un cortocircuito en nuestra mente provocando la paradoja de aceptarnos. Y al mismo tiempo es de gran ayuda, pues nos aporta una panorámica completa acerca de cómo nos complicamos y amargamos la vida nosotros mismos.
Colocarnos en esta posición de totalidad (confiando y desconfiando), nos proporciona una experiencia desde el “aquí y el ahora”, que nuestro ego y nuestra subjetividad siempre nos están ocultando.
Miguel Herrador
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¿Por qué cuesta tanto decir No?
Hay personas que creen que no saben decir no…
A menudo escucho, “es que no se decir No..”, “Me cuesta mucho decir NO.”
Sin embargo, todos sabemos decir NO. Si nos piden que vayamos a hacer la compra en ropa interior, es casi seguro que diremos No, si nos piden que donemos todos nuestros ahorros para que el hijo del vecino se compre un coche, diremos NO.
Entonces: ¿Por qué nos cuesta tanto decir no, si todos sabemos decirlo?
El adverbio de negación no es el problema. La razón por la cual nos cuesta tanto decir no, es la implicación emocional que tenemos.
Veamos algunos ejemplos de cómo tememos decir que no en lo personal y en lo laboral, y por qué es tan importante aprender a gestionar el miedo a las consecuencias de decir que no.
A nivel personal, tememos decir que no y herir al otro
A nivel personal, lo que tememos es herir al otro, o las consecuencias de decir que no. Por ejemplo, creemos que “si no lo hago soy un mal amigo”, “soy un egoísta si no le ayudo”.
Estos pensamientos suelen ser exagerados. Decir que NO, no te hace mala persona. No se trata de estar por encima, pero tampoco por debajo, es una cuestión de equilibrio.
A nivel laboral, tememos decir que no, y no estar a la altura o perder el trabajo.
A nivel laboral el temor de decir que no suele estar causado por el miedo a no estar a la altura, o el miedo a perder el trabajo. A veces nos hacemos responsables de tareas que no tienen por qué depender de nosotros, o cogemos más faena de la que podemos absorber en nuestra jornada laboral, sobreimplicándonos.
Hemos de valorar y poner límites para no cargar con tareas que puede o debe hacer otra persona o que no tengamos tiempo para hacer.
En realidad, lo que hacemos es temer que nos juzguen los demás poniendo por delante las necesidades de otras personas a las nuestras y esto nos lleva a sentirnos mal con nosotros mismos.
Aprender a decir que no, junto con un psicólogo en terapia
Lo que hacemos en consulta de terapia es enseñar a decir No de una manera asertiva y empática, sin herir los sentimientos del otro, pero valorando los nuestros. El llevar a la práctica este lenguaje no es nada fácil por lo que decía al principio, por la implicación emocional que lleva el NO.
Con una buena estrategia podremos empezar a cambiar nuestra creencia limitante y convertirla en una creencia potenciadora. Y empezar a decir Si desde la libertad de poder decir No.
CTBSB
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¿Cuántas veces dejaste de hacer algo por miedo? Entrevista a Miguel Herrador
Entrevista a Miguel Herrador, especialista en terapia breve estratégica, para el programa Carisma y Confianza con Héctor Latorre.
Durante esta charla conversamos sobre el miedo y sus manifestaciones en las sociedades modernas, principalmente en las relaciones entre hombres y mujeres. El miedo al rechazo, el miedo a no estar a la altura, el miedo a exponernos… ¿Cómo funcionan estos miedos? ¿Por qué son tan frecuentes en la actualidad?, ¿Cómo podemos superarlos?
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El miedo a no estar a la altura
Miedo al rechazo, miedo al conflicto, miedo al fracaso… ¿Por qué son tan comunes estos miedos en nuestros días? En este artículo centrado en el miedo a no estar a la altura, nuestro terapeuta y coach Miguel Herrador responde a éstas y otras preguntas.
“El miedo a no estar a la altura es el que nos obliga cada día a subir un peldaño más”.
Proverbio japonés.
El mecanismo del miedo
La emoción del miedo es el mecanismo principal mediante el cual nuestra biología preserva nuestra existencia. Se trata de algo que no escogemos. Es una capacidad que ya viene incorporada cuando nacemos, pero que tenemos que aprender a desarrollarla y con la que nos toca convivir mientras existamos. Cuando sentimos miedo reaccionamos con ansiedad y nos ponemos en estado de alerta. Dicha ansiedad es el efecto del miedo y no es ni buena ni mala, simplemente es necesaria.
El problema de manejar el miedo en la actualidad tiene que ver, sobre todo, con que es un mecanismo primitivo, que no ha evolucionado a la misma velocidad con que progresa nuestra sociedad. Los miedos que tenemos ahora no son los mismos que tenían nuestros ancestros primitivos. Ahora, por la sobrecarga de tanta información, nuestros temores se han vuelto más complejos y difusos.
¿Por qué es tan común el miedo a no estar a la altura en nuestros días?
Entre otras cosas, en nuestros días tenemos que ser infalibles, estar seguros de nosotros mismos, ser capaces de controlar nuestras emociones hasta el punto de que nada nos perturbe, sentirnos apreciados y admirados por los demás, ser felices y lograr el éxito a toda costa. En definitiva: tenemos que ser perfectos. De manera que si esto no es así, creemos que no valemos lo suficiente o que no estamos a la altura.
Desde las redes sociales estamos creando y amplificando toda una serie de dogmas absurdos, que nos llevan a admitir como normales numerosos modelos que dictan cómo tenemos que ser las personas; tanto para gustar a los demás como para poder ser felices. Y no cabe duda de que querer cumplir con esos estándares, nos induce a cometer graves errores a la hora de darnos valor como seres humanos.
Estos modelos tan discutibles como falsos, son el origen de una epidemia de inseguridad que afecta a las relaciones importantes de nuestra vida. Desde este punto de vista, es relativamente fácil sentir que no estamos a la altura y, por lo tanto, percibir que nuestra autoestima está bajo mínimos.
Debemos aclarar que los miedos a no estar a la altura afectan, paradójicamente, a personas muy capaces. Desgraciadamente, dichas personas se dejan arrastrar por estos estándares sociales viciados y tóxicos, de tal manera que se hacen daño tratando de ser o parecer lo que no son.
El miedo a no estar a la altura y sus variantes
Podemos establecer 6 variantes del miedo a no estar a la altura:
Miedo a la impopularidad:
Se trata de un miedo engañoso, donde en realidad no se teme tanto la opinión de los demás. En realidad quien tiene este miedo lo que teme perder es la aprobación o el afecto de las personas que le importan. Motivo por el cual suele apartarse de sus propias necesidades para satisfacer los deseos de los demás.
Miedo a exponerse
El miedo a exponerse puede hacer referencia tanto al miedo a hablar en público o como a sentirnos juzgados constantemente por lo que digamos o hagamos. Se trata de uno de los miedos más extendidos en el mundo. Y se manifiesta con síntomas de ansiedad, sudoración, rubor, temblor de manos y balbuceos, entre otros. Lo tienen tanto estudiantes como directivos.
Miedo al rechazo
El miedo al rechazo se trata de un problema de timidez y vergüenza ante los demás. Con la paradoja de autoexcluirnos porque nos sentimos inadecuados o con miedo a no ser aceptados. Consiste principalmente en miedo al rechazo por sentirnos feos, por ser aburridos, o por ser poco interesantes a nivel intelectual.
Miedo al conflicto
Aquí predomina, sobre todo, el miedo al conflicto con los demás. Bien por la fantasía de llegar a perder el control y hacer algo de lo que después nos arrepintamos, o bien por que el conflicto llegue a producir en la relación efectos negativos que la destruyan.
Miedo a la inadecuación
Aquí tenemos un juez interno. El problema no guarda relación con el juicio de los demás, sino con cómo nos juzgamos a nosotros mismos. Si tenemos este miedo, no escuchamos las alabanzas del exterior y damos muchísimo valor a nuestras propias críticas. Y como para sentirnos adecuados tenemos que ser perfectos, hagamos lo que hagamos, nunca será suficiente para sentirnos satisfechos y orgullosos.
Miedo al fracaso
Aquí, en este caso, siempre tememos defraudar nuestras propias expectativas. Quienes sufren esta variante tienen que convivir con un inquisidor interno despiadado. Los dilemas de quienes tienen este tormento mental normalmente son dos: en primer lugar, decidir entre saltar o no saltar; y en segundo lugar, en caso de saltar, ¿a qué altura tienen que colocar el listón? Estas personas, si no ven la posibilidad de ganar, no juegan. Por este motivo, la vida se les complica en exceso y llega a convertirse en un peligro constante.
Centro de terapia breve: tratamiento sobre el miedo
Recuerda que en nuestro centro de Terapia Breve Sentirse Bien tenemos más de 25 años de experiencia tratando personas con ansiedad y miedo, y disponemos de protocolos muy efectivos para aprender a manejar el miedo. Puedes contactarnos a través de nuestro formulario de contacto (aquí), o reservar una cita informativa gratuita (aquí) Estamos en Barcelona, y ahora también en formato online. ¡Muy cerca tuyo!
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Pensamientos negativos intrusivos: Las obsesiones prohibidas
Este artículo de Miguel Herrador, terapeuta y coach, está centrado en los pensamientos negativos recurrentes: qué son, ejemplos y cómo se pueden tratar.
Recuerda que en nuestro centro de Terapia Breve Sentirse Bien tenemos más de 25 años de experiencia tratando personas con pensamientos negativos recurrentes y problemas derivados como la ansiedad o el pánico. Disponemos de protocolos muy efectivos para aprender a manejar el miedo. Puedes contactarnos a través de nuestro formulario de contacto (aquí), o reservar una cita informativa gratuita (aquí) Estamos en Barcelona, y ahora también en formato online. ¡Muy cerca tuyo!
“Nada fija tanto una cosa en nuestra memoria como tratar de olvidarla”.
MONTAIGNE
¿Qué son los pensamientos negativos recurrentes o intrusivos?
El termino obsesión deriva del latín y significaba “asedio, cerco de una plaza, bloqueo”. Esta etimología ya nos da una idea del tormento mental que “asedia” a una persona obsesiva. Los pensamientos negativos intrusivos son ideas e imágenes que no queremos tener y nos torturan sin descanso, porque nos hacen pensar e imaginar cosas muy desagradables, violentas, perversas e inmorales…
Detrás de estas obsesiones mentales “prohibidas” se encuentra uno de los mayores problemas psicológicos de la actualidad. Tanto es así que nunca las desearíamos pensar o imaginar, ya que llevan implícita la culpa, la condena y un dolor indescriptible para quienes las sufren.
Dichas obsesiones parten de la idea de que si llegamos a perder la razón y la capacidad de controlar nuestras acciones, podríamos cometer actos terribles y despreciables; es decir, actos que irían contra nuestros más elementales principios éticos y morales. Sin embargo, se trata tan solo de pensamientos, imágenes y dudas que nos asustan y nos provocan mucha ansiedad. Es verdad que nos pueden hacer sufrir muchísimo, pero en ningún caso correremos el peligro de volvernos locos.
¿Cuáles son los pensamientos intrusivos más comunes?
Algunos ejemplos de pensamientos intrusivos negativos son los siguientes:
- Volvernos locos y matar a nuestras personas queridas como hijos, cónyuges, familiares, y desconocidos.
- Suicidarnos lanzándonos desde el balcón o alturas como puentes y precipicios, después de un rapto mental descontrolado. También estrellarnos con el coche.
- Herir o hacer daño involuntariamente a bebés. Es una obsesión típica de muchas madres después del parto, pero también de muchos padres.
- Que dudemos de haber atropellado con el automóvil a personas o animales y tener que volver a comprobarlo compulsivamente.
- Que tengamos pensamientos e imágenes blasfemas indeseadas como insultar a Dios. Incluye dudar sobre el propio credo religioso, tener miedo a los castigos divinos y a las posesiones diabólicas.
- Tener el miedo y la duda de ser homosexual o lesbiana.
- Que tengamos miedo a sufrir impulsos pedófilos o a agredir sexualmente a niños.
- Tener miedo a cometer actos de violencia sexual con hombres y mujeres.
- Que digamos y realicemos cosas vergonzosas en público, como por ejemplo, desnudarnos en una reunión de trabajo.
- Que tengamos pensamientos incestuosos con miembros de nuestra familia.
- Tener miedo a sufrir una grave enfermedad mental como la esquizofrenia, una depresión severa o a ser bipolares.
- Tener miedo a la muerte y a ser víctimas del sinsentido de la vida.
¿Cómo tratar los pensamientos intrusivos?
Tratar de no pensar o de eliminar las imágenes que nos “asedian”, bajo la forma de pensamientos intrusivos negativos, solo hace que reforzar y fortalecer estas obsesiones. Cuando tratamos de pensar en no pensar, acabamos pensando más todavía. Por eso, si intentamos controlar nuestra mente, perdemos el control transformándolo en ansiedad y pánico.
Llámanos y te ayudaremos, en breve tiempo, a resolver este problema que surge del hecho de no saber manejar adecuadamente nuestra emoción principal: el miedo. Contacta con nosotros aquí
Por Miguel Herrador, terapeuta y coach
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Miedo a hablar en público
El miedo a hablar en público es algo habitual que manifiestan muchas personas. Tanto los pensamientos como las sensaciones físicas de forma general son bastante coincidentes.
Por lo que he visto en las organizaciones y en el ámbito profesional, la persona que no gestiona bien el miedo a hablar en público, acostumbra a posponer, delegar y solicitar ayuda cuando se encuentra en esta situación, incluso, llega a la evitación aun siendo conocedor/a que quizás está perdiendo una oportunidad profesional.
Si tenemos miedo al fracaso, a que se cuestione nuestra valía personal, ponemos nuestra valoración en manos de los demás y de esta forma somos muy vulnerables.
Nos exigimos no fallar y de tanto control perdemos espontaneidad, creemos que para ser queridos o respetados hemos de destacar, esa presión bloquea.
Desde hace unos años, en colegios y universidades, se está desarrollando la competencia de hablar en público, como habilidad importante tanto en la carrera profesional como en la vida personal, como en el desarrollo de la asertividad para defender las propias opiniones y aumentar la autoestima.
El miedo como uno de las 4 emociones principales
El miedo es de las cuatro emociones principales (miedo, rabia, tristeza y placer) la más potente, capaz de anularlas otras. El miedo es una respuesta a una amenaza percibida contra el bienestar.
Cuando el miedo se transforma en ansiedad tóxica implica anticipación, nos preocupamos antes para protegernos y lo hacemos en demasía produciendo el efecto contrario, evitación, con la paradoja de que cada vez que se evita algo por miedo más me debilito, pedir ayuda y protección, nos hace sentir protegidos al principio pero confirma la incapacidad para hacer frente a la situación, control que hace perder el control, controlar las reacciones psicofisiológicas puede ser una trampa sorprendente, las alteramos, más queremos controlar, más perdemos el control.
El miedo se gestiona afrontándolo.
Si cambiamos estas actitudes ya estamos poniendo solución al problema.
En nuestro Centro Terapia Breve Sentirse Bien disponemos de protocolos terapéuticos eficaces y eficientes para solucionar el miedo a hablar en público. Somos especialistas desde hace 25 años en todos los trastornos que tienen que ver con el miedo, la ansiedad, las fobias y las obsesiones. Llámanos y te informaremos. Contacta con nosotros a través de nuestro formulario de contacto.
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La fobia social o el miedo al juicio de los demás
En este post hablamos sobre la fobia social: qué es, cuáles son sus síntomas, qué tipos de fobia social existen y cómo se puede tratar. Escrito por Miguel Herrador, terapeuta y coach.
“Cuando estoy con los demás, tengo miedo, y cuando estoy solo me deprimo.”
Fóbico social anónimo.
Cómo superé mi fobia social (Testimonio):
“Cada vez que me pongo roja y alguien me lo dice, muchos pensamientos pasan por mi cabeza: ¡madre mía, pensaran que soy retrasada! ¡Qué vergüenza, voy a perder toda credibilidad! ¿Y si se dan cuenta que no soy perfecta? A lo mejor, hasta dejan de quererme…… Después de muchos años puedo decir que soy toda una experta en el arte de ponerse roja y aunque a mí me parece un lastre, he descubierto que incluso hay gente a quien le parece tierno y encantador.
¿Y qué es lo que pasa cuando te sonrojas? Pues que tus pensamientos te traicionan. Que vas dos pasos por delante. ¿Qué juegas a hacer magia y adivinar que piensa el otro? Y resulta, que mientras estas imaginando todas esas cosas, la otra persona simplemente te está escuchando, sin juicios ni prejuicios probablemente, y si no es así, por mucho que tu pienses tampoco lo vas a evitar, así que intentar ir por avanzado tampoco sería la solución.
Será por una baja autoestima, será por falta de confianza, será por miedo… sea por lo que sea sonrojarse es un mal rato para quien lo sufre. Reconocer nuestra debilidad es para las personas que sufrimos fobia social una liberación que debemos llevar a cabo sí o sí para una mejor calidad de vida. La liberación que tu cerebro, y por consiguiente tu cuerpo, sienten cuando reconoces públicamente que probablemente vas a ponerte roja como un tomate es tu mejor medicina. ¿Y cómo funciona esto? Pues porque te libera del lastre de la sorpresa de los demás, ya no debes preocuparte por lo que pensaran porque ya lo saben, porque tú te has descubierto antes de que ellos te descubran a ti. Y ahí está el secreto, descúbrete, conócete y sobretodo quiérete, de rojo o del color de tu piel, eres una persona única e irrepetible.
Me encanta una frase del Principito, lo esencial es invisible a los ojos, así que por muy roja que te pongas, nadie puede saber lo que pasa por tu cabeza ni cómo eres sin antes conocerte. Deja que te conozca quien te va a querer y si te pones roja, disfruta de ser así de especial y sensible.”
Meritxell, una artista del rojo.
La fobia social: ¿Qué es?
La fobia social es uno de los problemas más urgentes a los que nuestra sociedad debe darle solución tanto a nivel colectivo como individual. Por lo general pensamos que hay personas tímidas y vergonzosas y que esto es una cosa banal. Pero debo decir que la fobia social es devastadora y una patología terrible para quien la sufre. No es exagerado decir que posiblemente sea uno de los problemas más terribles a los que se pueda enfrentar cualquier ser humano. Si no tenemos cuidado nos puede llegar a privar de lo más indispensable para ser felices: la energía y el ánimo que nos proporcionan las relaciones ya que éstas son imprescindibles para que sintamos el gusto y la alegría de vivir.
¿Cómo podemos evitar a los demás si los necesitamos? Este el profundo drama y el gran dilema al que se enfrentan las personas que sufren de fobia social. Éstas temen estar rodeadas por la gente y ser el centro de atención. Para ellas cualquier interacción con los demás es vivida como estar en juicio sin fin donde siempre acaban siendo condenadas. Por este motivo deciden aislarse y estar solas, por lo que acaban sufriendo una de las formas de soledad más terrible que existe: aquella autoimpuesta que se deriva de no atreverse a relacionarse con los demás por miedo. Se trata, como se puede apreciar, de un círculo vicioso perfecto y endiablado, ya que se entra en él fácilmente pero no se puede salir del mismo si no es con ayuda especializada.
Fobia social: causas
Todos los niños pasan por una temprana etapa de miedo y timidez al entrar en relación con las personas que no forman parte de su entorno más cercano. Nuestras emociones, y en especial el miedo, les ayudan a adaptarse al medio y por tanto a sobrevivir. La vida requiere de soluciones constantes y la combinación de nuestra emocionalidad nos aportará muchas de ellas.
Los niños que no se enfrentan bien a sus miedos, que no fortalecen bien su sistema inmunitario emocional (metafóricamente hablando), cuando sean mayores con toda seguridad desarrollarán patologías. En este caso relacionadas con dificultades y problemas de relación con los demás. Como bien sabemos, nuestro sistema inmunitario de verdad se desarrolla y es efectivo solo si se enfrenta a los agentes patógenos que lo hacen enfermar. Así es como se fortalece. Las personas fóbicas sociales lo que hacen casi en exclusiva es evitar relacionarse y por ello es imposible que desarrollen y fortalezcan su valentía.
Es necesario contar que muchas personas alcohólicas son fóbicos sociales que utilizan la bebida para poder relacionarse con los demás. Muchos estudiantes que abandonan los estudios tiene la misma condición fóbica. Existe también una gran cantidad de personas que nunca llegan a tener pareja por el mismo motivo. Del mismo modo, muchas personas que acaban siendo adictas a las drogas cursan esta patología. Y así mismo, existen muchos jóvenes y adultos que solo se relacionan con los demás detrás del parapeto de las redes sociales pues tienen fobia social.
Para quien sufre de fobia social un encuentro, una mirada, una palabra, puede resultar una agonía. Pero esto es solo la punta del iceberg y se queda muy corto.
Tipos de fobia social:
Hay muchas más situaciones temidas por las personas aquejadas de esta patología social como detallamos con más rigor. A continuación compartimos los tipos de fobia social más frecuentes:
SITUACIONES DE ACTUACIÓN COMO EL PÁNICO ESCÉNICO O EL TAMBIÉN LLAMADO BLOQUEO DE LA ACTUACIÓN.
Si pensamos en la gran cantidad de personas que cada día tienen que actuar delante de los demás como músicos, deportistas, profesores, directivos, estudiantes, comerciales, etc., llegaremos a hacernos una idea más realista de la magnitud de este problema. Si nos fijamos bien se trata de personas que tienen que actuar delante de otros. Y también personas que tienen que examinarse, que tienen miedo a hablar en público, que deben atender a alguien o que tienen que trabajar de cara al público.
SITUACIONES DE OBSERVACIÓN.
Esta tipología de fobia social tiene como característica que son situaciones que la persona fóbica social no escoge como podría ser con el bloqueo de la actuación. En este caso la situación es elegida mientras que en las situaciones de observación son involuntarias y por lo tanto, se sufren. Tenemos ejemplos como ser mirado cuando se anda, come, bebe, escribe, conduce, aparca… También puede ser encontrarse mal o con indisposición.
SITUACIONES DE AFIRMACIÓN.
En esta tipología de fobia social, dichas situaciones requieren de un protagonismo y de un dar la cara, muy difícil para una persona fóbica social. Pueden ser defender nuestros derechos o un punto de vista, negociar un precio, hacer una reclamación. También puede ser comprar. Cerrar acuerdos. Decir que no o incluso decir que sí.
SITUACIONES DE INTIMIDAD O REVELACIÓN.
En esta tipología de fobia social, cuanta más intimidad haya más miedo se llegará a experimentar. Tenemos ejemplos como conocer a otra persona. Entablar una relación de amistad o sentimental. Desnudarse. Ducharse en el colegio o gimnasio. Tener vergüenza con el sexo cuando se tiene poca experiencia.
SITUACIONES DE INTERACCIÓN SUPERFICIALES.
Lo que da miedo en este apartado, por ridículo que nos parezca, consiste en entablar conversaciones banales con el vecino, un comerciante, un compañero de clase o de trabajo; también cruzarse con alguien en el ascensor, encontrarse con alguien conocido en la calle, en el metro, etc.
¿Qué hacer cuando tienes fobia social?
En nuestro Centro Terapia Breve Sentirse Bien disponemos de protocolos terapéuticos eficaces y eficientes para esta patología que va desgraciadamente en aumento. Somos especialistas desde hace 25 años en todos los trastornos que tienen que ver con el miedo, la ansiedad, las fobias y las obsesiones. Llámanos y te informaremos. Contacta con nosotros a través de nuestro formulario de contacto.
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La búsqueda del control hace perder el control
En este post Miguel Herrador, terapeuta y coach, nos habla sobre la cuarta trampas mentales del miedo y la ansiedad: la búsqueda del control hace perder el control.
«El mayor control, al que puede aspirar un ser humano, es dejarse ir.»
DALAI LAMA
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Las trampas mentales del miedo y la ansiedad (Parte 4ª): EL CONTROL QUE HACE PERDER EL CONTROL
La característica más sobresaliente del ser humano es la de querer tenerlo todo bajo control. Nuestra sociedad moderna ha creado el mito de que los hombres podemos controlar todas las cosas que hay en el mundo. En este sentido, la ciencia se ha convertido actualmente en la religión más poderosa. Los científicos están en posesión de la verdad, y parece que, por este motivo, pueden manipular a la naturaleza a su antojo.
Sin embargo, dicho mito se derrumba ante los hechos que configuran la realidad. En efecto, las tragedias que nos asolan, las guerras, las crisis económicas, las pandemias, etc., evidencian que nosotros los humanos estamos muy lejos de tener el control al que tanto aspiramos. Me atrevo a afirmar, incluso, que nunca lo hemos tenido. A lo que llamamos tener el control es una quimera y una ilusión.
Los que intentamos controlar mentalmente nuestras reacciones psicofisiológicas nos metemos en una trampa sorprendente y paradójica: lo único que conseguimos es alterarlas. La mayor parte de los trastornos fóbicos-obsesivos se rigen por esta dinámica.
Al tratar de controlar nuestro ritmo cardíaco, lo que logramos es aumentarlo; si pretendemos es tranquilizar los nervios, más nerviosismo tendremos; si queremos respirar relajadamente, percibiremos más dificultades; si procuramos controlar nuestro equilibrio, más vértigo y mareos sentiremos.
Todos hemos podido comprobar que cuando intentamos controlar la vergüenza que nos produce ponernos colorados, lo único que logramos es sonrojarnos aún más y aumentar de paso nuestra vergüenza.
La hipocondría, o el miedo a tener una enfermedad grave que nos provoque la muerte, tienen la misma lógica: no podernos fiar de nuestro propio cuerpo.
Cuando intentamos mantener el control, lo perdemos y acabamos creando lo que tanto nos asusta. La reiteración de este círculo vicioso conduce a una profunda pérdida de confianza en nuestros recursos para manejar nuestras reacciones psico-fisiológicas. Esta acción merma nuestras capacidades y nos hace sentir víctimas de una situación contra la cual creemos que no podemos luchar ni hacer nada. De esta manera, seguro que saldremos derrotados. Con toda certeza, acabaremos sintiéndonos impotentes, descontrolados y con pánico.
El miedo al miedo o el miedo a perder el control
«No hay nada peor que tener miedo de uno mismo». MIGUEL HERRADOR
Muchos de nosotros hemos experimentado el miedo a volvernos locos. Esta variante es la más significativa cuando se tiene miedo al miedo. Da mucha ansiedad no poder tener la certeza de que no nos volveremos locos en algún momento. Da verdadero pánico comprobar, reiteradamente, que no podemos controlar nuestra mente.
Nuestra mente no para nunca. El mito de que podemos controlarla nos está haciendo mucho daño. El pensamiento positivo forma parte de este intento de controlar lo incontrolable. De hecho, ni la hemos controlado ni la llegaremos a controlar nunca. El miedo al miedo se ha convertido en una expresión universal. Cuando estos cuatro intentos fracasados: anticipación, evitación, demanda de ayuda y protección, y búsqueda del control que hace perder el control, se ponen en práctica a la vez, solo bastan unos pocos meses para construir un desorden consistente en ataques de pánico o fobias complejas.
Al principio, la patología se orientará hacia las cosas o situaciones que estemos evitando, pero se irá desplazando gradualmente hasta el descontrol de los síntomas y de las sensaciones corporales internas. De esta forma, ya no hará falta un estímulo externo para que nos alcance el llamado «miedo al miedo».
Ejercicio para tratar este miedo: La meditación de todos los males
“La meditación de todos los males”, creada por los sabios estoicos, es la técnica paradójica que podemos utilizar si nos asalta el miedo a perder el control. Y consiste en provocarnos voluntariamente aquello que más tememos, creando de este modo el efecto paradójico contrario. Es la antigua estratagema china de “Apagar el fuego añadiendo leña”. Cuando queremos voluntariamente perder el control es cuando realmente lo recuperamos. También nos será de gran ayuda para enfrentarnos a un futuro amenazador lleno de peligros y tragedias.
Si tienes una problemática relacionada con los trastornos de la ansiedad o las fobias simples y complejas, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.
Las otras 3 trampas restantes, como ya señalé, son:
- La anticipación no ayuda a calmar el miedo y la ansiedad
- La evitación del miedo que lo transforma en pánico
- La demanda de ayuda y protección
Miguel Herrador, coach y especialista en ansiedad, fobias y pánico.
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¿Cómo ayudar verdaderamente a alguien con ansiedad o miedo?
En este post Miguel Herrador, terapeuta y coach, nos habla sobre cómo ayudar verdaderamente a alguien con ansiedad y miedo.
«Brevísima es la vida de quienes no olvidan el pasado, no se ocupan del presente y temen al futuro: cuando llegan al fin, comprenden demasiado tarde, que han estado largo tiempo sin hacer nada».
LUCIO ANNEO SÉNECA
El miedo es una de las emociones más intensas
Lo que te voy a contar te puede parecer increíble pero nuestro cerebro se pasa el día haciendo conjeturas. Quiero decir que con una cuarta parte de la información que recibe toma todas las decisiones, sean muy importantes o sin relevancia, y las emociones le ayudan en este menester.
En este sentido, las emociones hacen de guías. Es decir, le ahorran muchos quebraderos de cabeza y también mucho gasto energético. Tengamos presente que nuestro cerebro consume diariamente el 25% del total de nuestra energía.
El miedo es una de las emociones más intensas, pues produce una activación biológica y mental muy elevada. Recordemos que el miedo es una emoción que se activa ante la presencia o percepción de un peligro real o imaginario. Se trata de un mecanismo para prevenirnos de un posible daño en cualquiera que sea la circunstancia. Es una reacción instintiva, y por lo tanto, no elegida racionalmente ante las amenazas de nuestra integridad y de nuestra vida.
El miedo es una emoción básica en la naturaleza. Es automático, puro instinto y sin razonamientos que valgan. Viene incorporado a nuestra biología sin que podamos escogerlo. Por ello, tratarlo con la razón hace que no podamos tratarlo con éxito.
El miedo tiene una lógica paradójica. Muchas veces, sabemos racionalmente que el miedo que estamos sintiendo es absurdo, y sin embargo, que seamos conscientes de ello no sólo no nos quita la ansiedad, sino que a menudo nos la aumenta en grado sumo.
Querer ayudar a una persona con miedo y ansiedad, le puede dañar.
En este sentido, quien pide ayuda y protección a las personas de su entorno para superar su ansiedad parece que está siendo de lo más razonable, pero así no logrará eludirla. Al principio, esta ayuda le hará sentirse protegido de los posibles peligros, pero en realidad lo que esta acción le acabará confirmando es su incapacidad para hacer frente al miedo y para gestionar la ansiedad por sí mismo; tanto es así que, de hecho, cada vez le será más difícil afrontarlos, ya que al recibir dicha ayuda se sentirá paradójicamente impotente y dañado.
Los efectos de “la ayuda que daña” son comparables a la situación del niño al que se le hacen los deberes: se le va volviendo con el tiempo una persona inútil e incapaz; parece que avanza y progresa adecuadamente, pero en realidad se le está obstaculizando su desarrollo natural y dificultando su futuro. Es muy fácil dañar a alguien que está en esta tesitura.
Me gustaría dejar bien claro que cada vez que ayudamos a alguien con miedo patológico estamos mermando sus capacidades y retrasando enormemente la superación de su problema. En otras palabras: cuando ayudamos a alguien con ansiedad estamos aumentando gravemente su patología.
Para resolver este problema relacionado con la mala ayuda, utilizamos una reestructuración que funciona de maravilla. Reestructurar significa «codificar de nuevo»; es decir, cambiar la percepción de la realidad de una persona, modificando la estructura de lo que percibe sin alterar el significado de las cosas.
No se trata de cambiar el valor semántico de lo que la persona expresa, sino de cambiar el marco en el que se inscribe dicho significado. Si conseguimos tener otro punto de observación, cambiaremos también la percepción misma de la realidad observada.
Un buen ejemplo de este género es la reestructuración de «la ayuda que daña». Es estupenda para los pacientes fóbicos-obsesivos pues utiliza la fuerza del síntoma contra el síntoma mismo. A una persona aquejada de este tipo de problema es excelente decirle, o que tú mismo medites, lo siguiente:
«Quisiera que reflexionaras que cada vez que pides ayuda y la aceptas, recibes al mismo tiempo dos mensajes. El primero es evidente: porque te quiero, te ayudo y también te protejo. El segundo, menos evidente, mucho más sutil y mucho más perjudicial es el siguiente: te ayudo porque tú solo/a no puedes hacerlo en estos momentos, ya que eres un/a enfermo/a incapaz que no puedes hacer nada por ti mismo/a. Con el paso del tiempo, el segundo mensaje no sólo contribuirá a que persistan tus síntomas dela ansiedad, sino que los agravará aún más, porque confirmarás que solo/a no puedes afrontarlos y así potenciarás tu sintomatología haciéndola mucho más fuerte. No te estoy pidiendo que dejes de pedir ayuda porque no estás en condiciones de hacer otra cosa diferente. Solamente te estoy pidiendo que cada vez que pidas ayuda y la utilices, pienses que estás construyendo el futuro agravamiento y la segura cronicidad de tus problemas relacionados con el miedo patológico. No te esfuerces en dejar de pedir ayuda porque no estás en condiciones de hacerlo en este momento. Piensa, por todo ello, que cada vez que pides ayuda y la recibes estás ayudando a convertir en crónico tu problema de la ansiedad.»
Tanto para las fobias simples como para las fobias complejas, esta es la tercera solución intentada y fracasada, que no solo no lo resuelve, sino que lo agrava.
En nuestro centro somos especialistas en tratar todos los problemas relacionados con la ansiedad, sin excepción alguna.
Las otras 3 trampas restantes, como ya señalé, son:
- La anticipación no ayuda a calmar el miedo y la ansiedad
- La evitación del miedo que lo transforma en pánico
- La búsqueda del control que hace perder el control
Miguel Herrador, Coach y especialista en trastornos de la ansiedad.
Recuerda que si éste u otro problema te aqueja, puedes iniciar una terapia con un profesional de nuestro equipo. Escríbenos a través de nuestro formulario de contacto (aquí), o reserva una cita informativa gratuita (aquí). Estamos en Barcelona, y ahora también en formato online. ¡Muy cerca tuyo!
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