La fobia social o el miedo al juicio de los demás
En este post hablamos sobre la fobia social: qué es, cuáles son sus síntomas, qué tipos de fobia social existen y cómo se puede tratar. Escrito por Miguel Herrador, terapeuta y coach.
“Cuando estoy con los demás, tengo miedo, y cuando estoy solo me deprimo.”
Fóbico social anónimo.
Cómo superé mi fobia social (Testimonio):
“Cada vez que me pongo roja y alguien me lo dice, muchos pensamientos pasan por mi cabeza: ¡madre mía, pensaran que soy retrasada! ¡Qué vergüenza, voy a perder toda credibilidad! ¿Y si se dan cuenta que no soy perfecta? A lo mejor, hasta dejan de quererme…… Después de muchos años puedo decir que soy toda una experta en el arte de ponerse roja y aunque a mí me parece un lastre, he descubierto que incluso hay gente a quien le parece tierno y encantador.
¿Y qué es lo que pasa cuando te sonrojas? Pues que tus pensamientos te traicionan. Que vas dos pasos por delante. ¿Qué juegas a hacer magia y adivinar que piensa el otro? Y resulta, que mientras estas imaginando todas esas cosas, la otra persona simplemente te está escuchando, sin juicios ni prejuicios probablemente, y si no es así, por mucho que tu pienses tampoco lo vas a evitar, así que intentar ir por avanzado tampoco sería la solución.
Será por una baja autoestima, será por falta de confianza, será por miedo… sea por lo que sea sonrojarse es un mal rato para quien lo sufre. Reconocer nuestra debilidad es para las personas que sufrimos fobia social una liberación que debemos llevar a cabo sí o sí para una mejor calidad de vida. La liberación que tu cerebro, y por consiguiente tu cuerpo, sienten cuando reconoces públicamente que probablemente vas a ponerte roja como un tomate es tu mejor medicina. ¿Y cómo funciona esto? Pues porque te libera del lastre de la sorpresa de los demás, ya no debes preocuparte por lo que pensaran porque ya lo saben, porque tú te has descubierto antes de que ellos te descubran a ti. Y ahí está el secreto, descúbrete, conócete y sobretodo quiérete, de rojo o del color de tu piel, eres una persona única e irrepetible.
Me encanta una frase del Principito, lo esencial es invisible a los ojos, así que por muy roja que te pongas, nadie puede saber lo que pasa por tu cabeza ni cómo eres sin antes conocerte. Deja que te conozca quien te va a querer y si te pones roja, disfruta de ser así de especial y sensible.”
Meritxell, una artista del rojo.
La fobia social: ¿Qué es?
La fobia social es uno de los problemas más urgentes a los que nuestra sociedad debe darle solución tanto a nivel colectivo como individual. Por lo general pensamos que hay personas tímidas y vergonzosas y que esto es una cosa banal. Pero debo decir que la fobia social es devastadora y una patología terrible para quien la sufre. No es exagerado decir que posiblemente sea uno de los problemas más terribles a los que se pueda enfrentar cualquier ser humano. Si no tenemos cuidado nos puede llegar a privar de lo más indispensable para ser felices: la energía y el ánimo que nos proporcionan las relaciones ya que éstas son imprescindibles para que sintamos el gusto y la alegría de vivir.
¿Cómo podemos evitar a los demás si los necesitamos? Este el profundo drama y el gran dilema al que se enfrentan las personas que sufren de fobia social. Éstas temen estar rodeadas por la gente y ser el centro de atención. Para ellas cualquier interacción con los demás es vivida como estar en juicio sin fin donde siempre acaban siendo condenadas. Por este motivo deciden aislarse y estar solas, por lo que acaban sufriendo una de las formas de soledad más terrible que existe: aquella autoimpuesta que se deriva de no atreverse a relacionarse con los demás por miedo. Se trata, como se puede apreciar, de un círculo vicioso perfecto y endiablado, ya que se entra en él fácilmente pero no se puede salir del mismo si no es con ayuda especializada.
Fobia social: causas
Todos los niños pasan por una temprana etapa de miedo y timidez al entrar en relación con las personas que no forman parte de su entorno más cercano. Nuestras emociones, y en especial el miedo, les ayudan a adaptarse al medio y por tanto a sobrevivir. La vida requiere de soluciones constantes y la combinación de nuestra emocionalidad nos aportará muchas de ellas.
Los niños que no se enfrentan bien a sus miedos, que no fortalecen bien su sistema inmunitario emocional (metafóricamente hablando), cuando sean mayores con toda seguridad desarrollarán patologías. En este caso relacionadas con dificultades y problemas de relación con los demás. Como bien sabemos, nuestro sistema inmunitario de verdad se desarrolla y es efectivo solo si se enfrenta a los agentes patógenos que lo hacen enfermar. Así es como se fortalece. Las personas fóbicas sociales lo que hacen casi en exclusiva es evitar relacionarse y por ello es imposible que desarrollen y fortalezcan su valentía.
Es necesario contar que muchas personas alcohólicas son fóbicos sociales que utilizan la bebida para poder relacionarse con los demás. Muchos estudiantes que abandonan los estudios tiene la misma condición fóbica. Existe también una gran cantidad de personas que nunca llegan a tener pareja por el mismo motivo. Del mismo modo, muchas personas que acaban siendo adictas a las drogas cursan esta patología. Y así mismo, existen muchos jóvenes y adultos que solo se relacionan con los demás detrás del parapeto de las redes sociales pues tienen fobia social.
Para quien sufre de fobia social un encuentro, una mirada, una palabra, puede resultar una agonía. Pero esto es solo la punta del iceberg y se queda muy corto.
Tipos de fobia social:
Hay muchas más situaciones temidas por las personas aquejadas de esta patología social como detallamos con más rigor. A continuación compartimos los tipos de fobia social más frecuentes:
SITUACIONES DE ACTUACIÓN COMO EL PÁNICO ESCÉNICO O EL TAMBIÉN LLAMADO BLOQUEO DE LA ACTUACIÓN.
Si pensamos en la gran cantidad de personas que cada día tienen que actuar delante de los demás como músicos, deportistas, profesores, directivos, estudiantes, comerciales, etc., llegaremos a hacernos una idea más realista de la magnitud de este problema. Si nos fijamos bien se trata de personas que tienen que actuar delante de otros. Y también personas que tienen que examinarse, que tienen miedo a hablar en público, que deben atender a alguien o que tienen que trabajar de cara al público.
SITUACIONES DE OBSERVACIÓN.
Esta tipología de fobia social tiene como característica que son situaciones que la persona fóbica social no escoge como podría ser con el bloqueo de la actuación. En este caso la situación es elegida mientras que en las situaciones de observación son involuntarias y por lo tanto, se sufren. Tenemos ejemplos como ser mirado cuando se anda, come, bebe, escribe, conduce, aparca… También puede ser encontrarse mal o con indisposición.
SITUACIONES DE AFIRMACIÓN.
En esta tipología de fobia social, dichas situaciones requieren de un protagonismo y de un dar la cara, muy difícil para una persona fóbica social. Pueden ser defender nuestros derechos o un punto de vista, negociar un precio, hacer una reclamación. También puede ser comprar. Cerrar acuerdos. Decir que no o incluso decir que sí.
SITUACIONES DE INTIMIDAD O REVELACIÓN.
En esta tipología de fobia social, cuanta más intimidad haya más miedo se llegará a experimentar. Tenemos ejemplos como conocer a otra persona. Entablar una relación de amistad o sentimental. Desnudarse. Ducharse en el colegio o gimnasio. Tener vergüenza con el sexo cuando se tiene poca experiencia.
SITUACIONES DE INTERACCIÓN SUPERFICIALES.
Lo que da miedo en este apartado, por ridículo que nos parezca, consiste en entablar conversaciones banales con el vecino, un comerciante, un compañero de clase o de trabajo; también cruzarse con alguien en el ascensor, encontrarse con alguien conocido en la calle, en el metro, etc.
¿Qué hacer cuando tienes fobia social?
En nuestro Centro Terapia Breve Sentirse Bien disponemos de protocolos terapéuticos eficaces y eficientes para esta patología que va desgraciadamente en aumento. Somos especialistas desde hace 25 años en todos los trastornos que tienen que ver con el miedo, la ansiedad, las fobias y las obsesiones. Llámanos y te informaremos. Contacta con nosotros a través de nuestro formulario de contacto.
Leer másLa búsqueda del control hace perder el control
En este post Miguel Herrador, terapeuta y coach, nos habla sobre la cuarta trampas mentales del miedo y la ansiedad: la búsqueda del control hace perder el control.
«El mayor control, al que puede aspirar un ser humano, es dejarse ir.»
DALAI LAMA
Recuerda que si éste u otro problema te aqueja, puedes iniciar una terapia con un profesional de nuestro equipo. Escríbenos a través de nuestro formulario de contacto (aquí), o reserva una cita informativa gratuita (aquí). Estamos en Barcelona, y ahora también en formato online. ¡Muy cerca tuyo!
Las trampas mentales del miedo y la ansiedad (Parte 4ª): EL CONTROL QUE HACE PERDER EL CONTROL
La característica más sobresaliente del ser humano es la de querer tenerlo todo bajo control. Nuestra sociedad moderna ha creado el mito de que los hombres podemos controlar todas las cosas que hay en el mundo. En este sentido, la ciencia se ha convertido actualmente en la religión más poderosa. Los científicos están en posesión de la verdad, y parece que, por este motivo, pueden manipular a la naturaleza a su antojo.
Sin embargo, dicho mito se derrumba ante los hechos que configuran la realidad. En efecto, las tragedias que nos asolan, las guerras, las crisis económicas, las pandemias, etc., evidencian que nosotros los humanos estamos muy lejos de tener el control al que tanto aspiramos. Me atrevo a afirmar, incluso, que nunca lo hemos tenido. A lo que llamamos tener el control es una quimera y una ilusión.
Los que intentamos controlar mentalmente nuestras reacciones psicofisiológicas nos metemos en una trampa sorprendente y paradójica: lo único que conseguimos es alterarlas. La mayor parte de los trastornos fóbicos-obsesivos se rigen por esta dinámica.
Al tratar de controlar nuestro ritmo cardíaco, lo que logramos es aumentarlo; si pretendemos es tranquilizar los nervios, más nerviosismo tendremos; si queremos respirar relajadamente, percibiremos más dificultades; si procuramos controlar nuestro equilibrio, más vértigo y mareos sentiremos.
Todos hemos podido comprobar que cuando intentamos controlar la vergüenza que nos produce ponernos colorados, lo único que logramos es sonrojarnos aún más y aumentar de paso nuestra vergüenza.
La hipocondría, o el miedo a tener una enfermedad grave que nos provoque la muerte, tienen la misma lógica: no podernos fiar de nuestro propio cuerpo.
Cuando intentamos mantener el control, lo perdemos y acabamos creando lo que tanto nos asusta. La reiteración de este círculo vicioso conduce a una profunda pérdida de confianza en nuestros recursos para manejar nuestras reacciones psico-fisiológicas. Esta acción merma nuestras capacidades y nos hace sentir víctimas de una situación contra la cual creemos que no podemos luchar ni hacer nada. De esta manera, seguro que saldremos derrotados. Con toda certeza, acabaremos sintiéndonos impotentes, descontrolados y con pánico.
El miedo al miedo o el miedo a perder el control
«No hay nada peor que tener miedo de uno mismo». MIGUEL HERRADOR
Muchos de nosotros hemos experimentado el miedo a volvernos locos. Esta variante es la más significativa cuando se tiene miedo al miedo. Da mucha ansiedad no poder tener la certeza de que no nos volveremos locos en algún momento. Da verdadero pánico comprobar, reiteradamente, que no podemos controlar nuestra mente.
Nuestra mente no para nunca. El mito de que podemos controlarla nos está haciendo mucho daño. El pensamiento positivo forma parte de este intento de controlar lo incontrolable. De hecho, ni la hemos controlado ni la llegaremos a controlar nunca. El miedo al miedo se ha convertido en una expresión universal. Cuando estos cuatro intentos fracasados: anticipación, evitación, demanda de ayuda y protección, y búsqueda del control que hace perder el control, se ponen en práctica a la vez, solo bastan unos pocos meses para construir un desorden consistente en ataques de pánico o fobias complejas.
Al principio, la patología se orientará hacia las cosas o situaciones que estemos evitando, pero se irá desplazando gradualmente hasta el descontrol de los síntomas y de las sensaciones corporales internas. De esta forma, ya no hará falta un estímulo externo para que nos alcance el llamado «miedo al miedo».
Ejercicio para tratar este miedo: La meditación de todos los males
“La meditación de todos los males”, creada por los sabios estoicos, es la técnica paradójica que podemos utilizar si nos asalta el miedo a perder el control. Y consiste en provocarnos voluntariamente aquello que más tememos, creando de este modo el efecto paradójico contrario. Es la antigua estratagema china de “Apagar el fuego añadiendo leña”. Cuando queremos voluntariamente perder el control es cuando realmente lo recuperamos. También nos será de gran ayuda para enfrentarnos a un futuro amenazador lleno de peligros y tragedias.
Si tienes una problemática relacionada con los trastornos de la ansiedad o las fobias simples y complejas, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.
Las otras 3 trampas restantes, como ya señalé, son:
- La anticipación no ayuda a calmar el miedo y la ansiedad
- La evitación del miedo que lo transforma en pánico
- La demanda de ayuda y protección
Miguel Herrador, coach y especialista en ansiedad, fobias y pánico.
Leer más¿Cómo ayudar verdaderamente a alguien con ansiedad o miedo?
En este post Miguel Herrador, terapeuta y coach, nos habla sobre cómo ayudar verdaderamente a alguien con ansiedad y miedo.
«Brevísima es la vida de quienes no olvidan el pasado, no se ocupan del presente y temen al futuro: cuando llegan al fin, comprenden demasiado tarde, que han estado largo tiempo sin hacer nada».
LUCIO ANNEO SÉNECA
El miedo es una de las emociones más intensas
Lo que te voy a contar te puede parecer increíble pero nuestro cerebro se pasa el día haciendo conjeturas. Quiero decir que con una cuarta parte de la información que recibe toma todas las decisiones, sean muy importantes o sin relevancia, y las emociones le ayudan en este menester.
En este sentido, las emociones hacen de guías. Es decir, le ahorran muchos quebraderos de cabeza y también mucho gasto energético. Tengamos presente que nuestro cerebro consume diariamente el 25% del total de nuestra energía.
El miedo es una de las emociones más intensas, pues produce una activación biológica y mental muy elevada. Recordemos que el miedo es una emoción que se activa ante la presencia o percepción de un peligro real o imaginario. Se trata de un mecanismo para prevenirnos de un posible daño en cualquiera que sea la circunstancia. Es una reacción instintiva, y por lo tanto, no elegida racionalmente ante las amenazas de nuestra integridad y de nuestra vida.
El miedo es una emoción básica en la naturaleza. Es automático, puro instinto y sin razonamientos que valgan. Viene incorporado a nuestra biología sin que podamos escogerlo. Por ello, tratarlo con la razón hace que no podamos tratarlo con éxito.
El miedo tiene una lógica paradójica. Muchas veces, sabemos racionalmente que el miedo que estamos sintiendo es absurdo, y sin embargo, que seamos conscientes de ello no sólo no nos quita la ansiedad, sino que a menudo nos la aumenta en grado sumo.
Querer ayudar a una persona con miedo y ansiedad, le puede dañar.
En este sentido, quien pide ayuda y protección a las personas de su entorno para superar su ansiedad parece que está siendo de lo más razonable, pero así no logrará eludirla. Al principio, esta ayuda le hará sentirse protegido de los posibles peligros, pero en realidad lo que esta acción le acabará confirmando es su incapacidad para hacer frente al miedo y para gestionar la ansiedad por sí mismo; tanto es así que, de hecho, cada vez le será más difícil afrontarlos, ya que al recibir dicha ayuda se sentirá paradójicamente impotente y dañado.
Los efectos de “la ayuda que daña” son comparables a la situación del niño al que se le hacen los deberes: se le va volviendo con el tiempo una persona inútil e incapaz; parece que avanza y progresa adecuadamente, pero en realidad se le está obstaculizando su desarrollo natural y dificultando su futuro. Es muy fácil dañar a alguien que está en esta tesitura.
Me gustaría dejar bien claro que cada vez que ayudamos a alguien con miedo patológico estamos mermando sus capacidades y retrasando enormemente la superación de su problema. En otras palabras: cuando ayudamos a alguien con ansiedad estamos aumentando gravemente su patología.
Para resolver este problema relacionado con la mala ayuda, utilizamos una reestructuración que funciona de maravilla. Reestructurar significa «codificar de nuevo»; es decir, cambiar la percepción de la realidad de una persona, modificando la estructura de lo que percibe sin alterar el significado de las cosas.
No se trata de cambiar el valor semántico de lo que la persona expresa, sino de cambiar el marco en el que se inscribe dicho significado. Si conseguimos tener otro punto de observación, cambiaremos también la percepción misma de la realidad observada.
Un buen ejemplo de este género es la reestructuración de «la ayuda que daña». Es estupenda para los pacientes fóbicos-obsesivos pues utiliza la fuerza del síntoma contra el síntoma mismo. A una persona aquejada de este tipo de problema es excelente decirle, o que tú mismo medites, lo siguiente:
«Quisiera que reflexionaras que cada vez que pides ayuda y la aceptas, recibes al mismo tiempo dos mensajes. El primero es evidente: porque te quiero, te ayudo y también te protejo. El segundo, menos evidente, mucho más sutil y mucho más perjudicial es el siguiente: te ayudo porque tú solo/a no puedes hacerlo en estos momentos, ya que eres un/a enfermo/a incapaz que no puedes hacer nada por ti mismo/a. Con el paso del tiempo, el segundo mensaje no sólo contribuirá a que persistan tus síntomas dela ansiedad, sino que los agravará aún más, porque confirmarás que solo/a no puedes afrontarlos y así potenciarás tu sintomatología haciéndola mucho más fuerte. No te estoy pidiendo que dejes de pedir ayuda porque no estás en condiciones de hacer otra cosa diferente. Solamente te estoy pidiendo que cada vez que pidas ayuda y la utilices, pienses que estás construyendo el futuro agravamiento y la segura cronicidad de tus problemas relacionados con el miedo patológico. No te esfuerces en dejar de pedir ayuda porque no estás en condiciones de hacerlo en este momento. Piensa, por todo ello, que cada vez que pides ayuda y la recibes estás ayudando a convertir en crónico tu problema de la ansiedad.»
Tanto para las fobias simples como para las fobias complejas, esta es la tercera solución intentada y fracasada, que no solo no lo resuelve, sino que lo agrava.
En nuestro centro somos especialistas en tratar todos los problemas relacionados con la ansiedad, sin excepción alguna.
Las otras 3 trampas restantes, como ya señalé, son:
- La anticipación no ayuda a calmar el miedo y la ansiedad
- La evitación del miedo que lo transforma en pánico
- La búsqueda del control que hace perder el control
Miguel Herrador, Coach y especialista en trastornos de la ansiedad.
Recuerda que si éste u otro problema te aqueja, puedes iniciar una terapia con un profesional de nuestro equipo. Escríbenos a través de nuestro formulario de contacto (aquí), o reserva una cita informativa gratuita (aquí). Estamos en Barcelona, y ahora también en formato online. ¡Muy cerca tuyo!
Leer másEvitar el miedo lo transforma en pánico
«El miedo que evitamos es el miedo que se acabará transformando en pánico.»
MIGUEL HERRADOR, terapeuta y coach.
Este es segundo post de una serie de artículos acerca del miedo y la ansiedad, sus trampas mentales y las soluciones que no funcionan para erradicarlos.
¿Por qué hay tantos problemas de ansiedad hoy en día?
Si nos comparamos con nuestros ancestros, hoy en día en muchos casos, no tenemos nada tangible con lo que pelear o de lo que huir. En efecto, ahora nos angustian la crisis económica, los temas relacionados con la salud, nuestras relaciones y los problemas que comportan, el calentamiento de la tierra, el rumbo de nuestras vidas…En vez de enfrentarnos a un tigre en la oficina, es posible que nos enfrentemos a un jefe crítico y controlador, con quien no podemos ni luchar ni huir; que nos encontremos metidos en un atasco monumental a la hora de ir al trabajo del que no podemos escapar fácilmente; que estemos en el paro…
Por tales motivos, nuestra primitiva respuesta natural de lucha o huida, la solemos reprimir una y otra vez. Nuestro cuerpo experimenta este hecho como el equivalente a querer dormir con un ojo abierto y el otro cerrado. Cuando consumimos cannabis ocurre algo parecido: por un lado, nos relajamos y por otra parte nos descontrolamos; esto explicaría, ciertamente, los ataques de ansiedad que se producen cuando se consume con reiteración esta sustancia.
Nuestra civilización ha evolucionado en los últimos 200 años provocando una gran fractura entre lo tecnológico y nuestros sistemas perceptivos-reactivos. Es una obviedad que nuestra biología tiene otros ritmos evolutivos mucho más lentos. Por este motivo, muchos investigadores creen que la adaptación evolutiva, que avanza lentamente con el paso de los siglos, no ha sido capaz de seguir el paso de los rápidos cambios tecnológicos. Casi siempre vamos por detrás de dichos cambios, y, por lo tanto, con la ansiedad pisándonos los talones.
¿Sabías que la evitación del miedo lo transforma en pánico?
La ansiedad y el miedo, como tantas otras cosas nuestras, sean emocionales o biológicas, tienen un funcionamiento que no es racional. Se da la paradoja de que cuanto más intentamos evitar algo que sentimos o pensamos, todavía lo pensamos más y lo sentimos más. Si os digo que no penséis en un elefante de color rosa o que no sintáis vuestra oreja derecha, acabaréis sintiendo vuestra oreja derecha e imaginando un elefante de color de rosa.
Es imposible evitar el miedo pues surge de nosotros mismos, de nuestro interior. Como también es imposible soslayar las dificultades que nos traerá la vida. Cada vez que evito algo por miedo me daño y me debilito.
Cuando me avanzo al futuro para defenderme del mismo porque tengo ansiedad, es cuando provoco que me ataque el pánico. En efecto, defenderme del futuro tratando de evitar aquello que me asusta, es propiciarlo con toda seguridad y con más virulencia si cabe. Y también, debo añadir que al evitar aquello que me provoca ansiedad, luego me cuesta afrontarlo el doble. Es por ello que el hecho de tratar de evitarlo lo acaba convirtiendo en pánico y me hiere. Se trata de un daño invisible a los ojos de los demás, pero muy visible para quien padece esta patología tan extendida y tan presente en nuestra sociedad.
Se sabe que las personas más felices son aquellas que encaran (que no evitan) los retos y problemas cotidianos de la existencia. Por lo tanto, dejar de evitar y afrontar el miedo tiene premio: nos fortalece y nos cura las heridas de las batallas frente a la ansiedad y el espanto. De una manera u otra, nos hace expertos en el difícil arte de vivir. Como decía Ralph Waldo Emerson: “Si quieres ser feliz, afronta todos los días un pequeño miedo”.
Mediante el coaching y la Terapia Breve nosotros podemos ayudar a las personas que sufren esta problemática a superarla y resolverla, definitivamente y en tiempo breve.
Las otras 3 trampas restantes, como ya señalé, son:
- La anticipación no ayuda a calmar el miedo y la ansiedad
- La demanda de ayuda y protección
- La búsqueda del control que hace perder el control
Por Miguel Herrador, Coach especialista en trastornos de la ansiedad
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Leer másLas trampas mentales del miedo y la ansiedad
¿Qué es el miedo patológico? El miedo normal lo solemos focalizar en un objeto o situación real cuando se trata de una amenaza específica a la que podemos responder. El miedo, por lo tanto, es una forma inmediata y tangible de ansiedad natural. Cuando el miedo es patológico se transforma en ansiedad tóxica: el temor y la preocupación por lo desconocido, lo intangible y difuso. Dicha ansiedad tóxica tiene que ver con el futuro y con la incertidumbre.
Continúa leyendo el artículo de Miguel Herrador, experto en terapia breve estratégica. En este primer post -de una serie de cuatro artículos sobre el miedo– comienza a hablar sobre cuáles son las trampas mentales del miedo y la ansiedad y las soluciones que no funcionan.
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Psicopatologías asociadas a los trastornos de ansiedad y soluciones que no funcionan
Existen diferentes formas de psicopatologías asociadas a los trastornos de la ansiedad:
- desde el miedo a ponerse colorado delante de los demás,
- al miedo a los espacios cerrados,
- el miedo a morir por un ataque cardiaco,
- al miedo a perder el control y hacer alguna locura,
- desde el miedo a conducir,
- a la fobia a las alturas y a los animales,
- desde el trastorno obsesivo compulsivo (TOC)
- al trastorno de estrés postraumático,
- la hipocondría, etc.
Sin embargo, la manera en que se crean dichas psicopatologías es siempre la misma. Quien llega a desarrollar un problema fóbico, ya sea una fobia específica o una fobia compleja, pone en funcionamiento, de manera reiterada, 4 soluciones que además de no funcionar se acaban convirtiendo en trampas mentales (círculos viciosos), donde nos quedamos a menudo atrapados:
- LA ANTICIPACIÓN, que desarrollo en los párrafos siguientes
- LA EVITACIÓN, que explico en una segunda parte de este artículo y puedes leer en el post de Evitar el miedo lo transforma en pánico
- LA DEMANDA DE AYUDA Y PROTECCIÓN, que explico en la tercera parte de este artículo: ¿Cómo ayudar verdaderamente a alguien con ansiedad o miedo?
- Y finalmente, la cuarta solución que no funciona y que explico en la cuarta parte de este artículo es: LA BÚSQUEDA DEL CONTROL QUE HACE PERDER EL CONTROL
Las trampas mentales del miedo y la ansiedad: Primera parte
Una solución que no funciona para calmar el miedo y la ansiedad es la anticipación o “la maldición de la bola de cristal”
«La inseguridad es el resultado de intentar estar seguro…». ALAN WATTS
La máxima que dice que “más vale prevenir que curar” no sirve en absoluto con el miedo. La ansiedad sigue una lógica paradójica según la cual cuanto más evitemos el miedo más lo convertiremos en pánico.
Quienes se anticipan reiteradamente al futuro para defenderse de los males del mismo, pierden el equilibrio y el bienestar que otorga estar en el presente. Estar “aquí y ahora” tiene mucho poder. De hecho, estar en el presente es una de las máximas del
budismo y una de las premisas de la terapia Gestalt.
Quienes hacen esto creen que, si se adelantan a las situaciones que les pueden provocar miedo, podrán defenderse de ellas. Pero lo que acaban viviendo es un infierno, pues al anticiparse comienzan a sufrir en el presente lo que tanto temen en
forma de síntomas neuróticos.
Si somos rigurosos, y a mí me gusta serlo, no hay nada más absurdo que estar sufriendo por algo que no existe como es el futuro. En efecto, el futuro no existe salvo en nuestra imaginación. A nuestro cerebro le cuesta distinguir la fantasía de la
realidad. Sabemos, por ejemplo, que a nuestro cerebro le gusta hacer conjeturas con muy poca información. De hecho, si tuviera que tener todos los datos en aquellas situaciones de peligro real llegaríamos a morir con toda probabilidad.
Igual que existe el sistema inmunitario biológico, para mí también existe el sistema inmunitario psicológico. Éste último solo se puede desarrollar enfrentándonos a todos nuestros miedos, y emociones negativas por igual. Si no somos valientes, si no plantamos cara a aquello que nos provoca miedo y ansiedad, no podremos desplegar con éxito nuestro sistema inmunitario psicológico. Y de ese modo quedaremos a merced del pánico y el dolor. Por este motivo, si nos anticipamos al futuro para defendernos del pánico no estamos afrontando nuestros miedos de ningún modo, sino más bien tratando de esquivarlos.
Por lo tanto, quienes están todo el día escudriñando peligros con su bola de cristal se complican la vida doblemente: por un lado, se engañan creyendo que pueden ver y controlar el futuro; y por otro, se asustan y caen en la trampa que transforma al miedo en un pánico mucho más grande. Por ello, aprender a dejar al futuro tranquilo es de suma utilidad y se me antoja un asunto urgente. Que podamos imaginarlo no significa que exista más allá de nuestra limitada e imperfecta imaginación.
Los filósofos estoicos idearon una estrategia poderosísima para enfrentarse con éxito a los males imaginarios del futuro a la que llamaron “La meditación de todos los males”.
Las otras 3 trampas restantes, como ya señalé, son:
- La evitación del miedo que lo transforma en pánico
- La demanda de ayuda y protección
- La búsqueda del control que hace perder el control
Miguel Herrador
Leer másMiedo a decidir
En este post Miguel Herrador, terapeuta y coach, nos habla sobre el miedo a decidir.
Recuerda que si éste u otro problema te aqueja, puedes iniciar un proceso de terapia con un profesional de nuestro equipo. Escríbenos a través de nuestro formulario de contacto (aquí), o reserva una cita informativa gratuita (aquí). Estamos en Barcelona, y ahora también en formato online. ¡Muy cerca tuyo!
«La cuestión no es enfrentarse a la inseguridad, sino comprender que tú eres la inseguridad.» ALANWATTS
Tomar decisiones es un temor universal en las sociedades modernas
Creo que nunca estamos tan solos como ante el hecho de elegir. Tomar decisiones de mucha importancia, aunque también en ocasiones de poca, es un temor universal para nosotros los seres humanos. A medida que la sociedad se ha ido volviendo compleja, la capacidad de elegir y tomar decisiones por nuestra parte se ha ido complicando en paralelo. En tanto en cuanto vamos conociendo los entresijos de la naturaleza, en vez de reducirse la complejidad, paradójicamente crece… y con ello crece el miedo a decidir. En efecto, la ciencia y la tecnología aumentan la incertidumbre, cuando justamente, las hemos creado con la intención contraria: con cada nuevo descubrimiento, con cada problema resuelto, aparecen más enigmas y cuestiones por resolver.
La obsesión por saber a dónde vamos
Las tan cacareadas metas u objetivos, la obsesión por saber a dónde vamos y de dónde venimos, la tiranía absurda de que para todo tenemos que tener claros nuestros objetivos, no son más que vanos intentos deliberarnos de la incertidumbre y las dudas que ésta nos provoca. En este sentido, el tarot, la magia, la astrología y la adivinación, no son otra cosa que malos intentos por remediar la inexorabilidad del tiempo y el gran temor que nos induce la incertidumbre.
Al sentimiento de incertidumbre le tememos hasta un grado extraordinario, incluso más que a la propia muerte, y con tal de no sentirlo somos capaces incluso de llegar a extremos inimaginables y fatídicos. Da escalofríos ver la cantidad de cosas que hacemos para minimizar el impacto de la incertidumbre en nuestras vidas. Con tal de zafarnos del acoso de la ansiedad que sentimos en la boca de nuestro estómago y del estrés emocional que tensa toda nuestra estructura corporal, seríamos capaces de vender nuestra alma al diablo.
El miedo a decidir: Solos ante el peligro
Los seres humanos creemos que podemos controlar la naturaleza y, por consiguiente, que podemos llegar a tener un control total sobre nosotros mismos. Pero esto no es más que otra ilusión más de las tantas que creamos durante nuestra existencia. Nada nos librará de la decrepitud, le enfermedad y el envejecimiento, por lo menos hasta ahora. El futuro, donde estos problemas puedan llegar a solucionarse, forma parte de la incertidumbre cuya acepción significa «falta de conocimiento seguro».
Por todo ello, entre otras cosas, la responsabilidad del que tiene que decidir se ha ido volviendo cada vez más difícil y gravosa: cuantas más posibilidades tenemos ante nosotros, más difícil es escoger, elegir y decidirse por algo o por alguien.
El modelo social y familiar hiperprotector, tan en boga hoy en día, tampoco nos ayuda mucho, aunque parezca distinto. Este modelo sobreprotector se cimienta sobre la evitación consciente en la toma de responsabilidad es por parte de los hijos. Es decir, los padres van a decidir siempre que puedan por sus hijos. Se convertirán en quienes decidan por sus vástagos, con la buena intención de que no cometan las equivocaciones y errores que ellos han cometido en el pasado.
Como se puede apreciar, esta solución intentada, llena de buenos propósitos, conducirá a los hijos hacia la incapacidad a la hora de decidir por sí mismos; creando personas inseguras ya asustadizas, incapaces de elegir por el temor a cometer las equivocaciones de las que sus progenitores pretenden liberarles. Al mismo tiempo, estos padres delegan en profesores, psicólogos, médicos y en última instancia en el Estado. Como se aprecia, se trata de un círculo vicioso perfecto, que no parará de crear problemas a medida que vaya girando.
¿Cómo tratar el miedo a decidir?
Sin embargo, no podemos evitar el hecho de tener que elegir o tomar decisiones. Y por eso, es muy importante saber gestionar este gran temor.
Para tratar el miedo a decidir, por un lado, tenemos que aprender capacidades estratégicas; y por otro, saber gestionar el miedo patológico, la ansiedad y la angustia. Tanto como individuos, como profesionales de la ayuda, necesitamos saber guiarnos a nosotros mismos y a nuestros clientes a superar los propios límites. Gestionando el miedo con toda su sintomatología, y mejorando nuestras competencias personales, podremos dar soluciones respuestas a esta problemática tan apremiante.
En algunos casos tendremos miedo a decidir porque no sabemos qué elegir, y por tanto, equivocarnos. En otros, sabemos qué elegir, pero tendremos miedo a las consecuencias de nuestra elección.
Como decía Buda: «La búsqueda de certezas conduce a la incertidumbre». En última instancia, el miedo a perder el control lleva a quienes lo sufren a querer tenerlo antes de actuar. Como esto es imposible, se paralizan. El control solo podemos tenerlo a base de actuar, nunca lo obtendremos a base de pensar y preocuparnos. Dejar de buscar certezas, permitirnos la duda, hará que podamos vivir con todo el poder del ahora.
Miguel Herrador, coach y especialista en ansiedad, fobias y pánico.
Leer másEl tratamiento definitivo para el miedo a volar
En este post Miguel Herrador, terapeuta y coach, nos habla sobre el tratamiento definitivo para el miedo a volar, según se trate de una fobia simple o una fobia compleja.
Recuerda que si éste u otro problema te aqueja, puedes iniciar una terapia para el miedo a volar con un profesional de nuestro equipo. Escríbenos a través de nuestro formulario de contacto (aquí), o reserva una cita informativa gratuita (aquí). Estamos en Barcelona, y ahora también en formato online. ¡Muy cerca tuyo!
¿Por qué tenemos miedo a volar?
Los seres humanos no tenemos la capacidad de poder volar. Por lo tanto, es natural que sintamos miedo a volar, a estar suspendidos en el aire dentro de un avión. Sin embargo, en nuestra sociedad tan ajetreada el hecho de coger un avión se ha convertido en algo cada vez más común y necesario. Volamos por motivos laborales, turismo, y también para ver a familiares o amigos.
En estos últimos cien años el mundo ha cambiado más que en los dos mil precedentes. Este es un dato incontestable. Y ha cambiado de forma tan veloz que no hemos tenido tiempo para adaptarnos de una forma eficiente. El hecho de poder volar es uno de los logros más revolucionarios que ha realizado el ser humano. Mediante la tecnología hemos copiado a otras criaturas que sí lo pueden hacer: las aves. Cuando hablo del miedo a volar estoy haciendo referencia a dos tipos de fobias: las fobias simples y las fobias complejas. Si el miedo a volar corresponde a una u otra categoría debemos usar distintos protocolos para su tratamiento.
Tratamiento para el miedo a volar por fobia simple
Podemos decir que tenemos una fobia simple cuando centramos todos nuestros miedos en algo concreto. En estos casos el miedo es tan intenso que muchas veces se teme por la propia vida. Este tipo de fobias son las más comunes. Y tienen la característica de que el miedo que sufre una persona fóbica está focalizado sobre un aspecto muy específico de su vida, con lo cual puede vivir bastante bien, aunque lo evite.
Hay personas que pueden permitirse vivir sin tomar aviones sin que este hecho llegue a afectar a las restantes áreas de sus vidas. Cuando el miedo a volar corresponde a una fobia específica siempre está presente el miedo a que el avión se estrelle por fallos mecánicos, despiste de los pilotos, terrorismo, accidentes, etc. También puede ser por claustrofobia o por miedo a las alturas.
Estas fobias simples se resuelven siempre afrontándolas. Pero lo hemos de hacer poco a poco, como el que no quiere la cosa. Interrumpiendo la solución intentada de la evitación quedan resueltas. Con respecto al miedo a volar deberemos conocer al máximo cómo funciona un avión en todas sus facetas. Y además deberemos utilizar maniobras de distracción para poner la atención fuera de nosotros mismos.
Tratamiento para el miedo a volar por fobia compleja
Las fobias complejas, por el contrario, se caracterizan por tener miedo del propio miedo, o lo que es lo mismo, por el miedo a perder el control. Quien las padece a menudo puede llegar a creer que se está volviendo loco. Nuestra mente es tan compleja que puede construir amenazas irracionales de todo tipo. Cuando se tiene una fobia compleja seguro que ya se han sufrido ataques de pánico.
En todas las fobias complejas hay que tratar el miedo a perder el control. Si esto no se hace así no hay garantía alguna de éxito. Mientras que en las fobias simples tenemos un foco donde depositamos todo nuestro miedo, en las complejas tenemos muchos donde fijarlo.
En lo que respecta al miedo a volar, la persona con miedo a perder el control no tiene miedo a morir. De lo que tiene miedo en realidad es de padecer una crisis de ansiedad durante el vuelo y no poder escapar hasta que llegue a su destino. Su miedo al miedo, a sufrir una crisis de pánico, lo tendrá además en otras situaciones o lugares donde sienta que no tiene el control: ascensores, metro, barco, tren, autobuses, etc.
También se puede tener miedo a volar por estrés postraumático, es decir, por haber vivido en primera persona un vuelo con muchas turbulencias, una despresurización, un aterrizaje forzoso, por haber presenciado algún accidente de aviación en la televisión, etc.
Para todos estos casos descritos anteriormente disponemos de protocolos que se corresponden con las terapias y las estrategias más avanzadas, innovadoras y científicas que se llevan a cabo actualmente en el mundo.
Nuestros resultados no solo son prodigiosos, sino que son reales: tenemos un cien por cien de éxito en el tratamiento de todos los casos de miedo a volar. Y sin fármacos.
Miguel Herrador.
Leer másTratamiento para superar ataques de pánico: 8 estrategias
Aquí tenéis la segunda parte del escrito autobiográfico de Miguel Herrador sobre los ataques de pánico. En ella plantea las soluciones para los ataques de pánico. Esperamos que os sean de utilidad o que os lleven a considerar otros puntos de vista sobre el tema del pánico. Estas estrategias que relata Miguel a continuación surgen de la sabiduría antigua tanto occidental como oriental. No en vano el budismo y el estoicismo se parecen bastante en gran cantidad de sus postulados.
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Las mejores estrategias para manejar los ataques de pánico con agorafobia
Llevo ya muchos años sin sufrir a causa del pánico. Es más, el miedo es ahora mi mejor maestro y consejero. Ya hace mucho tiempo que resolví mi problema de ataques de pánico. Cuando me enfrento al pánico, éste automáticamente se transforma en un recurso y en algo que me protege. Al respecto, tenerlo como a un guía solo se puede conseguir si nos atrevemos a experimentarlo.
Aquí trato de exponer las mejores estrategias para afrontar la ansiedad que conozco. Si tienes ataques de pánico en forma leve te pueden ayudar mucho. En caso de que sean severos sería mejor que acudieras con un especialista en resolver ataques de pánico para hacer terapia.
La estrategia número uno para resolver ataques de pánico:
Para resolver los ataques de pánico: PRESCINDE DE LA AYUDA Y DE LA PROTECCIÓN QUE DAÑAN.
Piensa que cada vez que pides ayuda y la recibes para defenderte del miedo y del pánico estás empeorando tu problema. Lo mismo sucede cuando te intentan proteger. Cada vez que eso ocurre te dañas y te dañan. La paradoja es que cuanto más nos ayudan, más nos debilitan, y de este modo, los síntomas que sufres se agravan.
Cada vez que quieras que te ayuden y protejan, recuerda lo que te acabo de contar. No estoy diciendo que no puedas pedir protección. Solo trato de dejarte bien claro que este tipo de ayuda siempre te empeorará. De este modo, prescindiendo de la ayuda y de la protección que dañan, volverás a tener de nuevo tu autonomía personal.
La estrategia número dos para resolver ataques de pánico:
Para resolver los ataques de pánico: LLEVA UN DIARIO DE LOS ATAQUES DE PÁNICO.
Esta estrategia te obliga a tener que anotar todos los síntomas y pensamientos en caso de tener un ataque de angustia o de que sientas que estás perdiendo el control. Cuando lleves a cabo este tipo de registro te darás cuenta de que el pánico se detiene de golpe, y en muchas ocasiones desaparece del todo. Esta tarea ayuda a desplazar la ansiedad y por lo tanto, permitirá que te sientas controlado rápidamente, bien cuando empiece el ataque, o bien cuando sientas que estás perdiendo el control. Se trata de que te pongas a escribir en cuanto notes que el ataque de ansiedad puede comenzar. Si lo escribes después no te servirá de gran cosa.
La estrategia número tres para resolver ataques de pánico:
Para resolver los ataques de pánico: HAZ UNA LISTA DE LAS COSAS QUE TE ASUSTAN Y EVITAS.
Es uno de los mejores métodos que conozco para enfrentarte a tus fobias y al pánico. Elabora una lista, ordenada de menor a mayor, con las situaciones y sensaciones que desatan tus temores… Cuando hablo del “miedo al miedo” me estoy refiriendo a las percepciones y sensaciones físicas que provienen del interior de nuestro cuerpo.
Esta lista te será de gran ayuda para no perderte en el camino y para orientarte bien en la resolución total de tus problemas con el pánico. Puedes poner 10 o 20 ítems. Se trata de que lo hagas de forma más clara y precisa.
La estrategia número cuatro para resolver ataques de pánico:
Para resolver los ataques de pánico: AFRONTA TUS MIEDOS POCO A POCO.
Una vez tengas confeccionada la lista de evitaciones, comienza a afrontar tus miedos empezando por el más pequeño. Afrontarás siempre de menor a mayor. Cuando te des cuenta, habrás avanzado mucho. Cada paso dado, por pequeño quesea, te servirá para quitarle poder al fantasma del pánico. Es así como conquistarás de nuevo tu entera libertad.
La estrategia número cinco para resolver ataques de pánico:
Para resolver los ataques de pánico: LA TAREA DEL CÓMO EMPEORAR.
Consiste en orientar tu pensamiento en la dirección menos lógica. De esta manera, complicando las cosas, tu mente te guiará como por arte de magia a simplificarlas. Por ejemplo, si fueses un emprendedor primero deberías dedicar tiempo a pensar todas las formas posibles de fracasar antes de crear una empresa o embarcarte en un proyecto.
Efectivamente, si te concentras en lo que puede ir peor, de manera natural, crearás una vacuna contra el fracaso. Al saber todo aquello que te empeora, tendrás la mitad del trabajo hecho. Al mismo tiempo, también sabrás lo que te mejora. Esta estrategia es milenaria y su origen es chino. También podemos decir de ella que se utiliza para la resolución de problemas en muchas áreas del conocimiento.
La estrategia número seis para resolver ataques de pánico:
Para resolver los ataques de pánico: LA MEDITACIÓN DE TODOS LOS MALES.
Prescribir el síntoma es muy útil ante problemas que se presentan de improviso como el pánico. Es una de las armas secretas de los filósofos estoicos y tiene más de 2300 años. Séneca es el primer filósofo que dejó escrito, que tengamos constancia, cómo se practica dicha meditación.
Es el mejor antídoto que conozco contra el pánico y la angustia. Tu pánico se fundamenta en juicios irracionales sobre sucesos futuros. Este ejercicio se basa en los principios de las vacunas y la homeopatía. “Lo similar cura lo similar” como decía Hipócrates. La meditación de todos los males es la forma de cambiar espontáneamente esos juicios irracionales por otros más funcionales. Enfrentarte a la peor de las situaciones posibles hará que te fortalezcas. Convertir lo difuso en concreto priva al pánico de la capacidad de asustarte.
A los problemas creados por nuestra imaginación es necesario darles soluciones gestadas desde esa misma imaginación. Si dedicas veinte minutos todos los días a pensar todo lo malo que puede ocurrirte y a invocar los síntomas del pánico tendrás con toda probabilidad, sin lugar a dudas, éxito en superarlo.
La estrategia número siete para resolver ataques de pánico:
Para resolver los ataques de pánico: LA EVITACIÓN QUE HIERE.
Con los peligros imaginarios no sirve la evitación, con ellos se da la paradoja de que si intentas evitarlos parece como si los convirtieras en reales. Desgraciadamente, con el pánico sucede como con los fantasmas, si lo miras de frente desaparece al mismo tiempo que te fortalece. Por ello te invito a que “evites evitar” todo aquello que te dé miedo. Fernando Pessoa, dejó escrito este magnífico aforismo: “Llevo encima las heridas de las batallas que voy evitando”. Él era también una persona que sufría de pánico.
La estrategia número ocho para resolver ataques de pánico:
Para resolver los ataques de pánico: DEJAR EL FUTURO TRANQUILO.
Quien sufre de pánico es como un vidente que escudriña su bola de cristal para adivinar el futuro. Consiste en un intento para defenderse de los posibles desastres que podrían acontecer. Sin embargo, la visión que aparece en dicha bola de cristal siempre es negativa. Al respecto, debo de dejar bien claro que tratar de controlar el futuro nunca nos deparará nada bueno. En efecto, con la mejor de las intenciones solemos acabar, la mayoría de las veces, en el peor de los infiernos.
Miguel Herrador
Leer másAtaques de pánico: ¿Qué son y cuáles son sus síntomas?
¿Qué son los ataques de pánico?, ¿Cuáles son sus síntomas y tratamientos? Miguel Herrador responde a estas preguntas en este post autobiográfico sobre el miedo al miedo o cuando el pánico ataca.
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El miedo al miedo o cuando el pánico ataca (I Parte)
“A lo que más temo es al mismo miedo.” MICHEL DE MONTAIGNE
“El miedo es la incertidumbre a la búsqueda de la seguridad.” J. KRISHNAMURTI
¿Qué se siente en un ataque de pánico? Mi historia personal
Cuando me atacó el pánico por primera vez me cogió desprevenido. Quizá lo más aterrador fue que su intensidad máxima me atrapó en un instante. Creo que esta inmediatez hizo que fuera tan duro ese primer encuentro con el miedo en estado puro. El recuerdo que tengo de aquellos momentos es tan nítido como si acabara de ocurrir ahora mismo.
El pánico tenía una gran ventaja sobre mí: no lo conocía suficientemente, no sabía qué se siente en un ataque de pánico. Ese desconocimiento hizo que no pudiera estar preparado frente a una avalancha de ansiedad tan brutal e inesperada. Todas las personas que he conocido, que han sufrido o sufren este tipo de agresión, me han contado una historia muy parecida. Era el año1987. Había terminado la licenciatura de Filología, tenía trabajo y la vida me iba bien. Después de ese primer encuentro con el pánico nada volvió a ser como antes. Tenía veintisiete años. Como cualquier persona, había tenido pequeños episodios de ansiedad, pero como es natural no les había prestado demasiada importancia. Pese a aquellos avisos esta vez me encontraba con algo muy distinto. Al principio pensé que me estaba muriendo. Era tanto el miedo a morir que acudí a las urgencias de varios hospitales. Cada vez que me decían que no tenía nada de lo que preocuparme, que solo había tenido un ataque de ansiedad, me calmaba momentáneamente y volvía a respirar. Sin embargo, la tranquilidad me duraba bien poco.
Siguieron los ataques de pánico que aparecían de manera súbita e imprevisible. Desde que me levantaba hasta que me acostaba vivía luchando con el miedo a morir. Estaba defendiéndome de algo tan difuso y alarmante como las señales que provenían de mi propio interior. Era como estar en un campo minado dentro de una guerra. Cualquier movimiento podía hacer que saltara por los aires.
Profundiza en nuestra web sobre qué es ataque de pánico
¿Cuáles eran mis síntomas de ataques de pánico?
Evitaba estar solo. Procuraba estar acompañado porque temía ahogarme por falta de aire o a que me diera un infarto. Me aterraba dormirme por si no volvía a despertarme. Tenía síntomas alarmantes. Me sentía mareado, con la visión borrosa, tenía sudores fríos, sofocos, temblores, hormigueo en la nuca y las extremidades, sensación de dificultad para respirar, taquicardias, la mente acelerada, fallos de memoria, tensión en todo el cuerpo… Pasaba de sentirme indispuesto a no poder estar solo. También comencé a evitar los lugares públicos como el metro, los autobuses, los ascensores, los aviones, los trenes, los cines y teatros; todos los lugares, en definitiva, en los que en el caso de encontrarme mal entendía que no sería fácil salir de ellos. Pensaba que cuando estuviese mejor ya podría volver a hacer lo que ahora evitaba.
Tenía varios ataques de pánico cada día. La angustia pasó a ocupar el centro de mi existencia. No pensaba y no hablaba de otra cosa y de este modo perdí en el camino la alegría. Poco después llegó el día en el que ya no me atreví a salir de casa. Era el lugar en el que más seguro me sentía. Estuve una semana de baja y entonces descubrí que quedarme sin salir era todavía peor. Mi médico de cabecera me mandó entonces al psiquiatra. El diagnóstico fue el siguiente: ataques de pánico con agorafobia. Me dio un antidepresivo y un ansiolítico que debía de llevar conmigo a todas partes para tomármelo en caso de necesidad. No me sirvieron de gran cosa ambos medicamentos. Ahora sé que no tenía una enfermedad mental. Lo que me pasaba era que no sabía manejar bien mis temores.
Transcurridos un par de meses las cosas se me complicaron aún más y no conseguía dar con un tratamiento efectivo para los ataques de pánico. Pasé de creer que me estaba muriendo, a pensar que me estaba volviendo loco. Acabé por tener miedo de mi propio miedo, o lo que es lo mismo, a tener miedo a perder el control. Cuando me daban los nuevos ataques de pánico ya no pensaba en que podría morir, puesto que me habían dado muchos con anterioridad y seguía vivo. Mi nueva obsesión ahora consistía en la certeza de que no me estaba fallando el cuerpo, sino la mente. Muchas veces me sorprendí imaginándome el resto de mis días dentro de un manicomio o en situaciones peores.
Desarrollé cada vez más miedos: todo me asustaba. Un miedo nuevo que apareció estaba relacionado con los cuchillos. Me dio por pensar que en un momento de enajenación pudiera hacer daño o matar a alguien. También evitaba las alturas por si me daba por lanzarme al vacío, entre otros pensamientos recurrentes. La idea de quitarme la vida, si era víctima de un rapto de locura, no dejó de acosarme durante bastante tiempo.
Cada día que pasaba entendía menos lo que me estaba ocurriendo. Se me había ido todo de las manos. Vivía sumido en un descontrol total. Cuanto más me esforzaba en tener el control, más lo perdía. Incluso pregunté a varios médicos si en verdad me estaba volviendo loco. Llegado a este punto, no tenía un sitio en el mundo donde me pudiera sentir seguro. ¿Cómo podía protegerme de mí mismo? Me pasaba el día pendiente de mis movimientos, de mis pensamientos, de mis percepciones y sensaciones. Ah, y por si esto fuera poco, la novia que tenía en aquel tiempo me abandonó alegando que yo no estaba muy bien de la mente.
Claves que debes conocer sobre los ataques de pánico con agorafobia
“Vivimos en el miedo y de esta forma no vivimos.” BUDA
Aunque pueda parecer incomprensible nunca me rendí. Estuve a punto de tirar la toalla en muchas ocasiones, pero no lo hice. Desde que empecé a sufrir los ataques de pánico me propuse encontrar su solución, su lógica. Estaban en juego mi felicidad y mi futuro. En esta búsqueda comencé a acudir a terapia y por otro lado estudié e investigué sin cesar sobre el tema. Fruto de aquellas circunstancias me formé en terapia Gestalt e hice un máster en Terapia Breve Estratégica, además de poder estudiar junto a algunos de los mayores expertos mundiales en los trastornos de la ansiedad. Llevo más de veinte años trabajando con personas con trastornos de ansiedad severos e invalidantes y debo decir que, además de apasionarme, he podido ayudar a miles de personas con miedo, pánico y fobias. El hecho de haber vivido este problema y haberlo superado con creces me ha colocado en una posición privilegiada para poder ayudar a quienes lo sufren. Y ahora me considero uno de los mayores expertos que conozco en el tratamiento de todos los problemas relacionados con el miedo y el pánico.
Estas son las claves que más te pueden ayudar si te sientes atacado por el pánico o le tienes miedo al miedo:
- La primera clave que obtuve para luchar contra el mal que me atacaba era comprender que el problema que arrastraba era una fobia compleja. Es decir, complicada, difusa y difícil de concretar. Finalmente, pude comprender que mi problema era tan complicado porque por un lado tenía pavor de mis sensaciones internas; y por el otro, estaba aterrorizado por las situaciones donde yo preveía que podía tener el siguiente ataque.
- Pronto descubrí también que el denominador común de aquella fobia compleja era el miedo a perder el control, o el también llamado miedo al miedo. Me costó mucho darme cuenta de que cuanto más luchaba por tener el control más lo llegaba a perder. Resultaba sorprendente descubrir que yo era como un adivino que se pasaba el día mirando su bola de cristal para defenderse del futuro. Al hacerlo, atraía al presente todos mis temores y empezaba a sufrirlos. Los presentía y los experimentaba al invocarlos.
- Una de la consecuencia más claras que extraje fue que los problemas relacionados con el pánico solo me los podía solucionar yo mismo. Obtuve la certeza de que cuanto más ayuda para resolver los ataques de pánico recibía, más incapaz me volvía a la hora de afrontar mis temores. En este sentido, cada ayuda obtenida me dañaba de manera considerable.
- Con el tiempo también llegué a la conclusión de que la palabra agorafobia se presta a confusión. Significa literalmente “miedo a los espacios abiertos” pero lo que realmente caracteriza a este síndrome, es el miedo a la pérdida de control o a sentirse atrapado por el pánico, y por lo tanto, a no poder salir de un lugar o situación en caso de que esto suceda.
- La siguiente palabra que examiné y corregí fue el sentido de la palabra angustia, que significa literalmente “paso estrecho, desfiladero”. Existe una clara correlación entre la angustia y los ataques de pánico con agorafobia. De hecho, muchas personas que estén padeciendo una situación vital donde se sientan atrapadas y sin salida, pueden experimentarlos.
En la segunda parte de este artículo podréis leer las tácticas y estrategias para resolver los ataques de pánico.
Miguel Herrador
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