
Pensamientos negativos intrusivos: Las obsesiones prohibidas
Este artículo de Miguel Herrador, terapeuta y coach, está centrado en los pensamientos negativos recurrentes: qué son, ejemplos y cómo se pueden tratar.
Recuerda que en nuestro centro de Terapia Breve Sentirse Bien tenemos más de 25 años de experiencia tratando personas con pensamientos negativos recurrentes y problemas derivados como la ansiedad o el pánico. Disponemos de protocolos muy efectivos para aprender a manejar el miedo. Puedes contactarnos a través de nuestro formulario de contacto (aquí), o reservar una cita informativa gratuita (aquí) Estamos en Barcelona, y ahora también en formato online. ¡Muy cerca tuyo!
“Nada fija tanto una cosa en nuestra memoria como tratar de olvidarla”.
MONTAIGNE
¿Qué son los pensamientos negativos recurrentes o intrusivos?
El termino obsesión deriva del latín y significaba “asedio, cerco de una plaza, bloqueo”. Esta etimología ya nos da una idea del tormento mental que “asedia” a una persona obsesiva. Los pensamientos negativos intrusivos son ideas e imágenes que no queremos tener y nos torturan sin descanso, porque nos hacen pensar e imaginar cosas muy desagradables, violentas, perversas e inmorales…
Detrás de estas obsesiones mentales “prohibidas” se encuentra uno de los mayores problemas psicológicos de la actualidad. Tanto es así que nunca las desearíamos pensar o imaginar, ya que llevan implícita la culpa, la condena y un dolor indescriptible para quienes las sufren.
Dichas obsesiones parten de la idea de que si llegamos a perder la razón y la capacidad de controlar nuestras acciones, podríamos cometer actos terribles y despreciables; es decir, actos que irían contra nuestros más elementales principios éticos y morales. Sin embargo, se trata tan solo de pensamientos, imágenes y dudas que nos asustan y nos provocan mucha ansiedad. Es verdad que nos pueden hacer sufrir muchísimo, pero en ningún caso correremos el peligro de volvernos locos.
¿Cuáles son los pensamientos intrusivos más comunes?
Algunos ejemplos de pensamientos intrusivos negativos son los siguientes:
- Volvernos locos y matar a nuestras personas queridas como hijos, cónyuges, familiares, y desconocidos.
- Suicidarnos lanzándonos desde el balcón o alturas como puentes y precipicios, después de un rapto mental descontrolado. También estrellarnos con el coche.
- Herir o hacer daño involuntariamente a bebés. Es una obsesión típica de muchas madres después del parto, pero también de muchos padres.
- Que dudemos de haber atropellado con el automóvil a personas o animales y tener que volver a comprobarlo compulsivamente.
- Que tengamos pensamientos e imágenes blasfemas indeseadas como insultar a Dios. Incluye dudar sobre el propio credo religioso, tener miedo a los castigos divinos y a las posesiones diabólicas.
- Tener el miedo y la duda de ser homosexual o lesbiana.
- Que tengamos miedo a sufrir impulsos pedófilos o a agredir sexualmente a niños.
- Tener miedo a cometer actos de violencia sexual con hombres y mujeres.
- Que digamos y realicemos cosas vergonzosas en público, como por ejemplo, desnudarnos en una reunión de trabajo.
- Que tengamos pensamientos incestuosos con miembros de nuestra familia.
- Tener miedo a sufrir una grave enfermedad mental como la esquizofrenia, una depresión severa o a ser bipolares.
- Tener miedo a la muerte y a ser víctimas del sinsentido de la vida.
¿Cómo tratar los pensamientos intrusivos?
Tratar de no pensar o de eliminar las imágenes que nos “asedian”, bajo la forma de pensamientos intrusivos negativos, solo hace que reforzar y fortalecer estas obsesiones. Cuando tratamos de pensar en no pensar, acabamos pensando más todavía. Por eso, si intentamos controlar nuestra mente, perdemos el control transformándolo en ansiedad y pánico.
Llámanos y te ayudaremos, en breve tiempo, a resolver este problema que surge del hecho de no saber manejar adecuadamente nuestra emoción principal: el miedo. Contacta con nosotros aquí
Por Miguel Herrador, terapeuta y coach
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Cómo vencer la depresión y la tristeza patológica
En este post Miguel Herrador, terapeuta y coach, nos habla sobre la primera parte de cómo vencer la depresión y la tristeza.
Recuerda que si éste u otro problema te aqueja, puedes iniciar un proceso de terapia con un profesional de nuestro equipo. Escríbenos a través de nuestro formulario de contacto (aquí), o reserva una cita informativa gratuita (aquí). Estamos en Barcelona, y ahora también en formato online. ¡Muy cerca tuyo!
Soy un hombre, y esa es razón suficiente para ser desdichado.”
Menandro, poeta griego siglo IV a C.
La depresión y la tristeza: Una perspectiva histórica
La historia de la depresión es la historia de la humanidad. En efecto, nacemos con la capacidad de sentir dolor emocional sin que lo hayamos decidido. La función del dolor es la de ser empáticos. Sin la capacidad de sentir compasión nuestra especie se habría extinguido hace muchísimo tiempo. A nosotros, como seres humanos, nos duelen la vida y las pérdidas.
Desde luego, la tristeza es algo que aflige a casi todo el mundo de vez en cuando. Sin embargo, la melancolía se convirtió en enfermedad en el siglo V a C. El término fue introducido por Hipócrates, el creador de la medicina moderna, y significaba “bilis negra”. Para él la enfermedad tenía que ver con problemas del hígado.
Con la llegada del cristianismo, unos siglos más tarde, una persona deprimida era tachada de culpable e indigna, pues estar triste era interpretado como traicionar y hacerle un feo a Dios.
En la Edad Media se siguió con el mismo modelo y se consideraba que una persona deprimida era una persona gravemente pecadora. Incluso se recurría a sacerdotes y exorcistas, porque se creía que en los casos graves de melancolía las personas estaban poseídas por los demonios.
En el año 1725 el médico inglés Sir Richard Blackmore introdujo la palabra depresión. Y desde entonces esta acepción ha desbancado por completo al término melancolía.
Hoy en día, si nos fijamos con detenimiento, observaremos que el esquema no ha cambiado mucho. Una persona con tristeza y depresión es juzgada como una persona con poca o ninguna actitud positiva. Vivimos en una especie de tiranía de la alegría donde no podemos estar mal ni tristes. Un buen ejemplo de lo que digo lo podemos observar en que cada vez hay más tanatorios ubicados en las afueras de los núcleos urbanos, no vaya a ser que nos volvamos flojos y deprimidos si tenemos presente que la muerte existe.
¿De qué hablamos cuando hablamos de depresión?
Cuando hablamos de depresión estamos hablando de un síndrome caracterizado por una tristeza profunda y por la inhibición de las funciones psíquicas más elementales. Es decir, nos referimos a una auténtica caída de nuestro estado de ánimo. Por eso, no es casual que dentro del modelo con que los seres humanos percibimos la realidad, la alegría y el placer siempre estén arriba; mientras que el dolor emocional y el sufrimiento estén siempre abajo. En todas las culturas existe la misma representación: el cielo está arriba y el infierno está en la dirección contraria. Para que haya depresión, las creencias importantes se rompen. Y las personas deprimidas se ven incapaces de reconstruirlas. Padecen la realidad de forma impotente. Se suelen decir a sí mismas: No soy capaz, me rindo, renuncio, soy una víctima.
Para nosotros, desde un punto constructivista y estratégico, la depresión es la ruptura de un equilibrio que nos abate y derriba. Dicho desequilibrio está producido en todos los casos por una desilusión, tanto a nivel personal, con los demás y también con el mundo.
¿Qué es lo más característico de ser niños? La capacidad de soñar despiertos y de ilusionarnos. Por eso cuánto más mayores nos vayamos haciendo, más desilusiones iremos teniendo y más fácil será que nos lleguemos a deprimir. Si nos desilusionamos es porque todos nosotros somos unos ilusos.
¿Qué podemos hacer para vencer la depresión?
Pero, ¿qué podemos hacer para salir de una depresión y vencerla? ¿Tomar fármacos psiquiátricos? ¿O realizar una terapia psicológica que nos devuelva el equilibrio perdido y nos dote de nuevo de ilusiones y creencias funcionales? ¿Atrevernos a vivir el dolor atravesándolo o medicarnos para vivir anestesiados?
Contestando a estas preguntas queremos dejar claro que existen demasiados motivos poderosos, avalados por una gran cantidad de investigaciones solventes, para dudar de que la depresión y la ansiedad sean consecuencias de un desequilibrio químico del cerebro. Roberth Whitaker (2015), en su excelente libro Anatomía de una epidemia, menciona muchas investigaciones que resultan cuando menos muy alarmantes en esta dirección.
Una de las muchas verdades que cuenta R. Whitaker es que algunos estudios recientes indican la posibilidad de que todos los antidepresivos que se recetan actualmente tengan pocos efectos terapéuticos, o ninguno, más allá de su efecto placebo. Por ejemplo, en el año 2002, el National Institute of Mental Health norteamericano financió un estudio sobre la efectividad de la hierba se San Juan o hipérico. De todos es sabido que esta hierba es el antidepresivo natural por excelencia. El objeto de este estudio era saber, de una vez por todas, si la hierba de San Juan tenía propiedades antidepresivas. Para ello la compararon con un antidepresivo de verdad (IRSS) y con un placebo sin sustancia alguna.
El estudio se realizó con un grupo de 320 pacientes que padecían una depresión grave y a los que se le asignó al azar uno de estos tres tratamientos: el hipérico, la sertralina (Zoloft), o un placebo.
Pues bien, ni el Zoloft ni el hipérico obtuvieron buenos resultados. Los pacientes que tomaron el placebo se recuperaron de su depresión en un 32%; mientras que los que tomaron sertralina lo hicieron en un 25%; y en el último lugar, con un 24%, fueron los voluntarios que tomaron el hipérico. El estudio demostró claramente que la hierba de San Juan y el Zoloft no tenían ningún efecto antidepresivo más allá de su efecto placebo.
Este ha sido sin lugar a dudas uno de los mejores estudios que se han hecho jamás sobre los efectos reales de los antidepresivos. No podemos dejar de preguntarnos cómo es posible que estos datos incontestables hayan pasado inadvertidos a la opinión pública. La respuesta está en que las empresas farmacéuticas controlan las revistas científicas a base de poner publicidad en las mismas. Si por algún motivo llegasen a quitar dicha publicidad las revistas acabarían en la ruina y desapareciendo.
- Withaker cuenta en su libro que la toma de antidepresivos conlleva a la cronicidad de la depresión, según muestran todos los indicadores. También relata que cuando se deja la medicación hay demasiadas recaídas. Expresa que cuanto más tiempo se lleve tomando un antidepresivo, mayor será la probabilidad de tener una recaída. Asusta pensar que cada vez se recetan más antidepresivos, incluso a los niños. Y nosotros nos preguntamos qué pasará con ellos cuando sean mayores…
Por todo ello, nosotros creemos en una terapia bien enfocada y respetuosa con las personas deprimidas. Así como también creemos que todos los seres humanos tenemos derecho a estar tristes y a sentir dolor. Desde el enfoque de la terapia breve estratégica podemos decir que tenemos soluciones múltiples para este problema. Son eficaces y eficientes. Y nos comprometemos a explicarlas en la segunda parte de este artículo acerca de la depresión.
Miguel Herrador
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Estrategias para tratar la depresión
En este post Miguel Herrador desarrolla la segunda y última parte de los artículo sobre la depresión. La primera parte la encontrarás en: Cómo vencer la depresión y la tristeza patológica. En este artículo desarrolla con una tipología de la depresión y con estrategias para vencerla.
Advertimos que para solucionar un problema de este calado es necesario contar con la ayuda de un terapeuta experimentado. En el Centro de Terapia Breve Sentirse Bien somos especialistas en vencer a la depresión.
«Solo nos curamos de un sufrimiento llegando a sentirlo plenamente».
MARCEL PROUST
La persona que se siente deprimida puede renunciar y colocarse en el papel de víctima de diversos modos.
Tipología de la depresión:
Hay diferentes modos de renuncia, en concreto cuatro tipologías de depresión:
1.- El deprimido radical.
El deprimido radical es la cara de la renuncia más fácil de reconocer y la más difícil de tratar. Se distingue porque las personas que la sufren tienen la certeza de haber estado «siempre deprimidas». Algunas piensan que tienen una tara de nacimiento, que han sido maldecidas por la vida…
2.- El iluso desilusionado de sí mismo.
Este tipo de personas tiene claro y bien presente un suceso en el que se han desilusionado y defraudado a sí mismas. El episodio les suele confirmar que carecen de condiciones, de capacidad, recursos, o valentía. Ha pasado algo que les hace ver de golpe su propia incapacidad. Puede haber sido una muerte, un nacimiento, una enfermedad, haber perdido una gran oportunidad, haber cometido una grave equivocación…
3.- El iluso desilusionado de los demás.
Aquí nos encontramos con personas muy conscientes de su problema. Racionalmente comprenden lo que les pasa, pero no pueden dejar de sentirse desilusionadas de los demás. Trataremos con personas que creen que por el hecho de portarse bien y estar disponibles, los demás tienen que hacer lo mismo. Suelen decirse: «Con todo lo que he hecho por ellos, con todo lo que me he entregado y sacrificado… No se puede ser bueno». El infierno para estas personas son sus buenas intenciones, su ingenuidad y su utopía.
4.- El deprimido moralista.
Por moralista entendemos a una persona que vive muy centrada en las acciones y conductas relacionadas con el bien y el mal, con lo que es justo e injusto, con la ética y valores humanos. Detrás de todo moralista hay una persona con unas creencias muy rígidas que tarde o temprano le ocasionarán problemas. Incluso podríamos llegar a decir, sin equivocarnos mucho, que un moralista es una persona «peligrosamente ingenua y simplista».
Cinco estrategias para vender la depresión
La depresión tiene que ver siempre con el pasado. No nos podemos desilusionar con algo que no ha ocurrido. Es literalmente imposible. La ansiedad, sin embargo, tiene que ver con el futuro invariablemente.
Para poder vencer a la depresión tendremos que centrar nuestras energías en lo que funciona en nuestras vidas en vez de en el daño, la culpabilidad y el dolor.
Estrategia para vencer la depresión 1: CÓMO EMPEORAR EL PROBLEMA
Pretendemos con esta estratagema que la mente pueda abrir nuevas perspectivas para sortear los obstáculos. Para ello tenemos que empeorar la situación que queremos mejorar. Por un lado, identificamos las cosas que hay que evitar, con lo cual tendremos resuelto un 50% del problema. Deberemos preguntarnos repetidamente 5 o 10 minutos durante unos días: ¿Cómo debería actuar o no actuar deliberadamente para ponerme peor de lo que estoy? ¿Qué debería pensar o no pensar voluntariamente para empeorar más mi situación si cabe? ¿Cómo podría estropearlo todo si me lo propusiera con más decisión? Acto seguido tomaremos nota de las respuestas que nos parezcan mejores para este propósito con el fin de poder valorarlas.
Estrategia para vencer la depresión 2: FANTASÍA DEL MILAGRO
Nuestro objetivo con esta maniobra consiste en poner nuestra atención en un futuro sin la depresión que estamos sufriendo en el presente. Ciertamente, si yo me sugestiono ante la perspectiva de un cambio milagroso, o ante la posibilidad de imaginar un futuro sin mi problema, situaré mis expectativas en la dirección de las soluciones. Esta estrategia es más o menos como sigue: «Imagina que despiertas mañana por la mañana. Durante la noche anterior se ha producido un milagro y tu problema ha desaparecido. ¿Cómo podrías darte cuenta de ello? ¿Qué indicios te mostrarían que las cosas han cambiado? ¿Qué harías, o te verían hacer los demás, de manera distinta? ¿Qué cambiaría inmediatamente en tu vida? El milagro se ha realizado y ya no hay depresión. ¿Qué cambia?
Estrategia para vencer la depresión 3: CARTAS CONTRA UNO MISMO Y LOS DEMÁS
Cuando expresamos nuestro sufrimiento a través de la rabia lo único que hacemos es agrandarlo. Es como si en vez de pasar página, leyésemos constantemente la misma. La queja rabiosa es un ejercicio hueco, una mala energía que se retroalimenta sola, una especie de pozo sin fondo del que es imposible salir si no rompemos el círculo vicioso. El filósofo francés Emil Cioran, una persona muy depresiva, se escribía cartas contra sí mismo todos los días. De este modo, lo que empezó pareciendo una locura, acabó por reequilibrarlo y sacarlo de la depresión. Todos los días escribiremos una carta durante 30 minutos. Así, de este modo, descargaremos nuestra rabia y nuestras quejas, canalizándolas de una manera positiva. Pretendemos con ello transformar la patología en un recurso. A través de la lógica paradójica, una vez más, acabamos curando muchas heridas.
Estrategia para vencer la depresión 4: EL «MUSEO DE LOS RECUERDOS»
Sirve para todo tipo de duelo y de luto, especialmente para la muerte de nuestros seres queridos. También para cuando una relación amorosa o de amistad se termina, pues es como si algo muy importante de nosotros muriese con ella. Consiste en entrar todas las noches en un museo imaginario cuando ya estemos en la cama antes de dormirnos. Cerraremos los ojos y rememoraremos el peor recuerdo que tenemos en relación a la persona con la que vivimos el luto. A continuación, lo enmarcaremos y lo colgaremos en la pared de la izquierda. Lo miraremos 2 o 3 minutos dejándonoslo sentir. Y después, haremos la misma operación, pero ahora con el mejor recuerdo. Lo enmarcaremos y lo colgaremos en la pared derecha. Lo observaremos los mismos minutos. Y acto seguido nos marcharemos de la sala. Al día siguiente volveremos a repetir la misma operación, pero con los siguientes peores y mejores recuerdos en el mismo orden. Contrariamente a lo que se puede pensar, no es ninguna tortura ni un ejercicio para masoquistas. Es un bálsamo diario que permite que atravesemos un dolor depresivo y angustiante con cierta facilidad, sin olvidar lo malo y lo bueno de la relación.
Estrategia para vencer la depresión 5: NOVELAR LA DESILUSIÓN Y LOS FRACASOS
Le pediremos a la persona que está sufriendo que a diario ponga por escrito todos los hechos relacionados con sus fracasos vitales, con sus desilusiones y con su tristeza. La idea es lograr un distanciamiento emotivo que permita a la persona reequilibrarse, para poder así comenzar de nuevo. Dar rienda suelta a las sensaciones y a las emociones negativas tiene un gran poder terapéutico. La culpa que podamos sentir también la incluiremos aquí.
Miguel Herrador, Coach y Máster en Terapia Breve
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Elegir dudar de las dudas
¿Cómo romper el círculo vicioso de la búsqueda de certezas? ¡Lee este artículo de Miguel Herrador, terapeuta y coach!
«Si me contradigo, me contradigo, contengo multitudes». WALT WHITMAN
«Las dudas con dudas también se curan». MIGUEL HERRADOR
El constructivismo no está interesado en descubrir la verdad que subyace dentro de nosotros y en las cosas del universo. Por el contrario, el constructivismo, como corriente filosófica intenta sistemáticamente llevarnos a aumentar nuestra conciencia operativa. Dicho con otras palabras: el constructivismo no se interesa en «por qué» sino en «el cómo».
Cabe recordar que hace miles de años, en la antigua China, se hablaba de «verdades de esencia» y de «verdades de error». La esencia sólo la encontraremos en la trascendencia, en el más allá, fuera de este mundo.
Y ya que no podemos alcanzar una verdad definitiva (o de esencia), las verdades de error nos pueden servir, en gran medida, para perfeccionar nuestra capacidad de gestionar la realidad. Las verdades de error y las dudas tienen mucho en común; es más, para mí son una misma cosa.
El síndrome de la certeza
La historia de la humanidad está llena de situaciones en las que se puede apreciar que «la verdad» va cambiando en el tiempo. Vamos, que lo que hoy es ampliamente aceptado como verdad inamovible, mañana puede ser que no lo sea. Un buen ejemplo es el siguiente: la tierra, en contra de lo que se creía, no es el centro del universo…
Existe un síndrome obsesivo llamado «síndrome de la certeza» que aparece siempre que intentamos desvelarla incertidumbre, esa cosa abstracta imposible de descifrar, que es inherente al hecho de estar vivos. Ejemplos de este síndrome pueden ser: tener que elegir entre varias carreras en la universidad, cómo saber al cien por cien si se está enamorado, decidir entre ser padre y no serlo, elegir cambiar de trabajo, escoger entre dos personas a las que se ama, etc. Como veis la lista puede ser infinita.
Sin embargo, si elegimos no escoger o no decidir, estamos rompiendo el círculo vicioso de buscar certezas que nos tranquilicen. Se hace necesario por ello, atrevernos a vivir en la incertidumbre y en el no saber.
Aprender a vivir con la incertidumbre
Permitirnos la incertidumbre, la falta de seguridad y la duda a través de dudar de nuestras dudas es un ejercicio estupendo. ¡Tenéis garantizada la sorpresa!
¡Qué bueno es aprender a vivir entre signos de interrogación a los que evitemos dar respuestas! ¡Cómo nos sentiríamos si abrazáramos las dudas y las aceptáramos sin más cuando se nos presentasen!
Recordemos a Pirrón de Elis y su famoso «epojé» o su traducción: «suspendo mi juicio.» Este gran filósofo ya se dio cuenta de que la mayoría de nosotros no puede estar en el presente, porque nos dedicamos a desvelar la incertidumbre en el intento ilusorio de tener el control.
También podemos contestar a las dudas, que son preguntas que nos vienen solas en los periodos de mucha incertidumbre, con otras preguntas. El resultado: su anulación. Nuestro sistema nervioso central no lleva muy bien un aumento progresivo de la incertidumbre, sobre todo si lo provocamos nosotros lanzándole más dudas sobre las que ya tiene. Con ello provocamos un cortocircuito benévolo que devuelve el equilibrio a nuestra razón y a nuestras emociones.
He aquí algunos ejemplos donde elegimos dudar de nuestras dudas:
- Si dudas de “no estar a la altura” puedes contestarte: ¿Cómo sé que no podré estar a la altura…?
- Si dudas de “no ser capaz” puedes preguntarte: ¿Cómo sé que no seré capaz de…?
- Si crees que “puede ocurrir algo malo” puedes decirte: ¿Cómo puedo estar seguro de que ocurrirá lo malo que pienso del futuro?
- Si dudas de “no estar enamorada totalmente” puedes cuestionarte: ¿Cómo puedo estar segura de estar enamorada al 100 por 100?
- Si temes “cometer una grave equivocación”, puedes añadir la siguiente pregunta: ¿Moriré o no moriré si me equivoco gravemente?
Miguel Herrador, terapeuta y coach
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La búsqueda del control hace perder el control
En este post Miguel Herrador, terapeuta y coach, nos habla sobre la cuarta trampas mentales del miedo y la ansiedad: la búsqueda del control hace perder el control.
«El mayor control, al que puede aspirar un ser humano, es dejarse ir.»
DALAI LAMA
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Las trampas mentales del miedo y la ansiedad (Parte 4ª): EL CONTROL QUE HACE PERDER EL CONTROL
La característica más sobresaliente del ser humano es la de querer tenerlo todo bajo control. Nuestra sociedad moderna ha creado el mito de que los hombres podemos controlar todas las cosas que hay en el mundo. En este sentido, la ciencia se ha convertido actualmente en la religión más poderosa. Los científicos están en posesión de la verdad, y parece que, por este motivo, pueden manipular a la naturaleza a su antojo.
Sin embargo, dicho mito se derrumba ante los hechos que configuran la realidad. En efecto, las tragedias que nos asolan, las guerras, las crisis económicas, las pandemias, etc., evidencian que nosotros los humanos estamos muy lejos de tener el control al que tanto aspiramos. Me atrevo a afirmar, incluso, que nunca lo hemos tenido. A lo que llamamos tener el control es una quimera y una ilusión.
Los que intentamos controlar mentalmente nuestras reacciones psicofisiológicas nos metemos en una trampa sorprendente y paradójica: lo único que conseguimos es alterarlas. La mayor parte de los trastornos fóbicos-obsesivos se rigen por esta dinámica.
Al tratar de controlar nuestro ritmo cardíaco, lo que logramos es aumentarlo; si pretendemos es tranquilizar los nervios, más nerviosismo tendremos; si queremos respirar relajadamente, percibiremos más dificultades; si procuramos controlar nuestro equilibrio, más vértigo y mareos sentiremos.
Todos hemos podido comprobar que cuando intentamos controlar la vergüenza que nos produce ponernos colorados, lo único que logramos es sonrojarnos aún más y aumentar de paso nuestra vergüenza.
La hipocondría, o el miedo a tener una enfermedad grave que nos provoque la muerte, tienen la misma lógica: no podernos fiar de nuestro propio cuerpo.
Cuando intentamos mantener el control, lo perdemos y acabamos creando lo que tanto nos asusta. La reiteración de este círculo vicioso conduce a una profunda pérdida de confianza en nuestros recursos para manejar nuestras reacciones psico-fisiológicas. Esta acción merma nuestras capacidades y nos hace sentir víctimas de una situación contra la cual creemos que no podemos luchar ni hacer nada. De esta manera, seguro que saldremos derrotados. Con toda certeza, acabaremos sintiéndonos impotentes, descontrolados y con pánico.
El miedo al miedo o el miedo a perder el control
«No hay nada peor que tener miedo de uno mismo». MIGUEL HERRADOR
Muchos de nosotros hemos experimentado el miedo a volvernos locos. Esta variante es la más significativa cuando se tiene miedo al miedo. Da mucha ansiedad no poder tener la certeza de que no nos volveremos locos en algún momento. Da verdadero pánico comprobar, reiteradamente, que no podemos controlar nuestra mente.
Nuestra mente no para nunca. El mito de que podemos controlarla nos está haciendo mucho daño. El pensamiento positivo forma parte de este intento de controlar lo incontrolable. De hecho, ni la hemos controlado ni la llegaremos a controlar nunca. El miedo al miedo se ha convertido en una expresión universal. Cuando estos cuatro intentos fracasados: anticipación, evitación, demanda de ayuda y protección, y búsqueda del control que hace perder el control, se ponen en práctica a la vez, solo bastan unos pocos meses para construir un desorden consistente en ataques de pánico o fobias complejas.
Al principio, la patología se orientará hacia las cosas o situaciones que estemos evitando, pero se irá desplazando gradualmente hasta el descontrol de los síntomas y de las sensaciones corporales internas. De esta forma, ya no hará falta un estímulo externo para que nos alcance el llamado «miedo al miedo».
Ejercicio para tratar este miedo: La meditación de todos los males
“La meditación de todos los males”, creada por los sabios estoicos, es la técnica paradójica que podemos utilizar si nos asalta el miedo a perder el control. Y consiste en provocarnos voluntariamente aquello que más tememos, creando de este modo el efecto paradójico contrario. Es la antigua estratagema china de “Apagar el fuego añadiendo leña”. Cuando queremos voluntariamente perder el control es cuando realmente lo recuperamos. También nos será de gran ayuda para enfrentarnos a un futuro amenazador lleno de peligros y tragedias.
Si tienes una problemática relacionada con los trastornos de la ansiedad o las fobias simples y complejas, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.
Las otras 3 trampas restantes, como ya señalé, son:
- La anticipación no ayuda a calmar el miedo y la ansiedad
- La evitación del miedo que lo transforma en pánico
- La demanda de ayuda y protección
Miguel Herrador, coach y especialista en ansiedad, fobias y pánico.
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¿Cómo ayudar verdaderamente a alguien con ansiedad o miedo?
En este post Miguel Herrador, terapeuta y coach, nos habla sobre cómo ayudar verdaderamente a alguien con ansiedad y miedo.
«Brevísima es la vida de quienes no olvidan el pasado, no se ocupan del presente y temen al futuro: cuando llegan al fin, comprenden demasiado tarde, que han estado largo tiempo sin hacer nada».
LUCIO ANNEO SÉNECA
El miedo es una de las emociones más intensas
Lo que te voy a contar te puede parecer increíble pero nuestro cerebro se pasa el día haciendo conjeturas. Quiero decir que con una cuarta parte de la información que recibe toma todas las decisiones, sean muy importantes o sin relevancia, y las emociones le ayudan en este menester.
En este sentido, las emociones hacen de guías. Es decir, le ahorran muchos quebraderos de cabeza y también mucho gasto energético. Tengamos presente que nuestro cerebro consume diariamente el 25% del total de nuestra energía.
El miedo es una de las emociones más intensas, pues produce una activación biológica y mental muy elevada. Recordemos que el miedo es una emoción que se activa ante la presencia o percepción de un peligro real o imaginario. Se trata de un mecanismo para prevenirnos de un posible daño en cualquiera que sea la circunstancia. Es una reacción instintiva, y por lo tanto, no elegida racionalmente ante las amenazas de nuestra integridad y de nuestra vida.
El miedo es una emoción básica en la naturaleza. Es automático, puro instinto y sin razonamientos que valgan. Viene incorporado a nuestra biología sin que podamos escogerlo. Por ello, tratarlo con la razón hace que no podamos tratarlo con éxito.
El miedo tiene una lógica paradójica. Muchas veces, sabemos racionalmente que el miedo que estamos sintiendo es absurdo, y sin embargo, que seamos conscientes de ello no sólo no nos quita la ansiedad, sino que a menudo nos la aumenta en grado sumo.
Querer ayudar a una persona con miedo y ansiedad, le puede dañar.
En este sentido, quien pide ayuda y protección a las personas de su entorno para superar su ansiedad parece que está siendo de lo más razonable, pero así no logrará eludirla. Al principio, esta ayuda le hará sentirse protegido de los posibles peligros, pero en realidad lo que esta acción le acabará confirmando es su incapacidad para hacer frente al miedo y para gestionar la ansiedad por sí mismo; tanto es así que, de hecho, cada vez le será más difícil afrontarlos, ya que al recibir dicha ayuda se sentirá paradójicamente impotente y dañado.
Los efectos de “la ayuda que daña” son comparables a la situación del niño al que se le hacen los deberes: se le va volviendo con el tiempo una persona inútil e incapaz; parece que avanza y progresa adecuadamente, pero en realidad se le está obstaculizando su desarrollo natural y dificultando su futuro. Es muy fácil dañar a alguien que está en esta tesitura.
Me gustaría dejar bien claro que cada vez que ayudamos a alguien con miedo patológico estamos mermando sus capacidades y retrasando enormemente la superación de su problema. En otras palabras: cuando ayudamos a alguien con ansiedad estamos aumentando gravemente su patología.
Para resolver este problema relacionado con la mala ayuda, utilizamos una reestructuración que funciona de maravilla. Reestructurar significa «codificar de nuevo»; es decir, cambiar la percepción de la realidad de una persona, modificando la estructura de lo que percibe sin alterar el significado de las cosas.
No se trata de cambiar el valor semántico de lo que la persona expresa, sino de cambiar el marco en el que se inscribe dicho significado. Si conseguimos tener otro punto de observación, cambiaremos también la percepción misma de la realidad observada.
Un buen ejemplo de este género es la reestructuración de «la ayuda que daña». Es estupenda para los pacientes fóbicos-obsesivos pues utiliza la fuerza del síntoma contra el síntoma mismo. A una persona aquejada de este tipo de problema es excelente decirle, o que tú mismo medites, lo siguiente:
«Quisiera que reflexionaras que cada vez que pides ayuda y la aceptas, recibes al mismo tiempo dos mensajes. El primero es evidente: porque te quiero, te ayudo y también te protejo. El segundo, menos evidente, mucho más sutil y mucho más perjudicial es el siguiente: te ayudo porque tú solo/a no puedes hacerlo en estos momentos, ya que eres un/a enfermo/a incapaz que no puedes hacer nada por ti mismo/a. Con el paso del tiempo, el segundo mensaje no sólo contribuirá a que persistan tus síntomas dela ansiedad, sino que los agravará aún más, porque confirmarás que solo/a no puedes afrontarlos y así potenciarás tu sintomatología haciéndola mucho más fuerte. No te estoy pidiendo que dejes de pedir ayuda porque no estás en condiciones de hacer otra cosa diferente. Solamente te estoy pidiendo que cada vez que pidas ayuda y la utilices, pienses que estás construyendo el futuro agravamiento y la segura cronicidad de tus problemas relacionados con el miedo patológico. No te esfuerces en dejar de pedir ayuda porque no estás en condiciones de hacerlo en este momento. Piensa, por todo ello, que cada vez que pides ayuda y la recibes estás ayudando a convertir en crónico tu problema de la ansiedad.»
Tanto para las fobias simples como para las fobias complejas, esta es la tercera solución intentada y fracasada, que no solo no lo resuelve, sino que lo agrava.
En nuestro centro somos especialistas en tratar todos los problemas relacionados con la ansiedad, sin excepción alguna.
Las otras 3 trampas restantes, como ya señalé, son:
- La anticipación no ayuda a calmar el miedo y la ansiedad
- La evitación del miedo que lo transforma en pánico
- La búsqueda del control que hace perder el control
Miguel Herrador, Coach y especialista en trastornos de la ansiedad.
Recuerda que si éste u otro problema te aqueja, puedes iniciar una terapia con un profesional de nuestro equipo. Escríbenos a través de nuestro formulario de contacto (aquí), o reserva una cita informativa gratuita (aquí). Estamos en Barcelona, y ahora también en formato online. ¡Muy cerca tuyo!
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Evitar el miedo lo transforma en pánico
«El miedo que evitamos es el miedo que se acabará transformando en pánico.»
MIGUEL HERRADOR, terapeuta y coach.
Este es segundo post de una serie de artículos acerca del miedo y la ansiedad, sus trampas mentales y las soluciones que no funcionan para erradicarlos.
¿Por qué hay tantos problemas de ansiedad hoy en día?
Si nos comparamos con nuestros ancestros, hoy en día en muchos casos, no tenemos nada tangible con lo que pelear o de lo que huir. En efecto, ahora nos angustian la crisis económica, los temas relacionados con la salud, nuestras relaciones y los problemas que comportan, el calentamiento de la tierra, el rumbo de nuestras vidas…En vez de enfrentarnos a un tigre en la oficina, es posible que nos enfrentemos a un jefe crítico y controlador, con quien no podemos ni luchar ni huir; que nos encontremos metidos en un atasco monumental a la hora de ir al trabajo del que no podemos escapar fácilmente; que estemos en el paro…
Por tales motivos, nuestra primitiva respuesta natural de lucha o huida, la solemos reprimir una y otra vez. Nuestro cuerpo experimenta este hecho como el equivalente a querer dormir con un ojo abierto y el otro cerrado. Cuando consumimos cannabis ocurre algo parecido: por un lado, nos relajamos y por otra parte nos descontrolamos; esto explicaría, ciertamente, los ataques de ansiedad que se producen cuando se consume con reiteración esta sustancia.
Nuestra civilización ha evolucionado en los últimos 200 años provocando una gran fractura entre lo tecnológico y nuestros sistemas perceptivos-reactivos. Es una obviedad que nuestra biología tiene otros ritmos evolutivos mucho más lentos. Por este motivo, muchos investigadores creen que la adaptación evolutiva, que avanza lentamente con el paso de los siglos, no ha sido capaz de seguir el paso de los rápidos cambios tecnológicos. Casi siempre vamos por detrás de dichos cambios, y, por lo tanto, con la ansiedad pisándonos los talones.
¿Sabías que la evitación del miedo lo transforma en pánico?
La ansiedad y el miedo, como tantas otras cosas nuestras, sean emocionales o biológicas, tienen un funcionamiento que no es racional. Se da la paradoja de que cuanto más intentamos evitar algo que sentimos o pensamos, todavía lo pensamos más y lo sentimos más. Si os digo que no penséis en un elefante de color rosa o que no sintáis vuestra oreja derecha, acabaréis sintiendo vuestra oreja derecha e imaginando un elefante de color de rosa.
Es imposible evitar el miedo pues surge de nosotros mismos, de nuestro interior. Como también es imposible soslayar las dificultades que nos traerá la vida. Cada vez que evito algo por miedo me daño y me debilito.
Cuando me avanzo al futuro para defenderme del mismo porque tengo ansiedad, es cuando provoco que me ataque el pánico. En efecto, defenderme del futuro tratando de evitar aquello que me asusta, es propiciarlo con toda seguridad y con más virulencia si cabe. Y también, debo añadir que al evitar aquello que me provoca ansiedad, luego me cuesta afrontarlo el doble. Es por ello que el hecho de tratar de evitarlo lo acaba convirtiendo en pánico y me hiere. Se trata de un daño invisible a los ojos de los demás, pero muy visible para quien padece esta patología tan extendida y tan presente en nuestra sociedad.
Se sabe que las personas más felices son aquellas que encaran (que no evitan) los retos y problemas cotidianos de la existencia. Por lo tanto, dejar de evitar y afrontar el miedo tiene premio: nos fortalece y nos cura las heridas de las batallas frente a la ansiedad y el espanto. De una manera u otra, nos hace expertos en el difícil arte de vivir. Como decía Ralph Waldo Emerson: “Si quieres ser feliz, afronta todos los días un pequeño miedo”.
Mediante el coaching y la Terapia Breve nosotros podemos ayudar a las personas que sufren esta problemática a superarla y resolverla, definitivamente y en tiempo breve.
Las otras 3 trampas restantes, como ya señalé, son:
- La anticipación no ayuda a calmar el miedo y la ansiedad
- La demanda de ayuda y protección
- La búsqueda del control que hace perder el control
Por Miguel Herrador, Coach especialista en trastornos de la ansiedad
Recuerda que si éste u otro problema te aqueja, puedes iniciar una terapia con un profesional de nuestro equipo. Escríbenos a través de nuestro formulario de contacto (aquí), o reserva una cita informativa gratuita (aquí). Estamos en Barcelona, y ahora también en formato online. ¡Muy cerca tuyo!
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Las trampas mentales del miedo y la ansiedad
¿Qué es el miedo patológico? El miedo normal lo solemos focalizar en un objeto o situación real cuando se trata de una amenaza específica a la que podemos responder. El miedo, por lo tanto, es una forma inmediata y tangible de ansiedad natural. Cuando el miedo es patológico se transforma en ansiedad tóxica: el temor y la preocupación por lo desconocido, lo intangible y difuso. Dicha ansiedad tóxica tiene que ver con el futuro y con la incertidumbre.
Continúa leyendo el artículo de Miguel Herrador, experto en terapia breve estratégica. En este primer post -de una serie de cuatro artículos sobre el miedo– comienza a hablar sobre cuáles son las trampas mentales del miedo y la ansiedad y las soluciones que no funcionan.
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Psicopatologías asociadas a los trastornos de ansiedad y soluciones que no funcionan
Existen diferentes formas de psicopatologías asociadas a los trastornos de la ansiedad:
- desde el miedo a ponerse colorado delante de los demás,
- al miedo a los espacios cerrados,
- el miedo a morir por un ataque cardiaco,
- al miedo a perder el control y hacer alguna locura,
- desde el miedo a conducir,
- a la fobia a las alturas y a los animales,
- desde el trastorno obsesivo compulsivo (TOC)
- al trastorno de estrés postraumático,
- la hipocondría, etc.
Sin embargo, la manera en que se crean dichas psicopatologías es siempre la misma. Quien llega a desarrollar un problema fóbico, ya sea una fobia específica o una fobia compleja, pone en funcionamiento, de manera reiterada, 4 soluciones que además de no funcionar se acaban convirtiendo en trampas mentales (círculos viciosos), donde nos quedamos a menudo atrapados:
- LA ANTICIPACIÓN, que desarrollo en los párrafos siguientes
- LA EVITACIÓN, que explico en una segunda parte de este artículo y puedes leer en el post de Evitar el miedo lo transforma en pánico
- LA DEMANDA DE AYUDA Y PROTECCIÓN, que explico en la tercera parte de este artículo: ¿Cómo ayudar verdaderamente a alguien con ansiedad o miedo?
- Y finalmente, la cuarta solución que no funciona y que explico en la cuarta parte de este artículo es: LA BÚSQUEDA DEL CONTROL QUE HACE PERDER EL CONTROL
Las trampas mentales del miedo y la ansiedad: Primera parte
Una solución que no funciona para calmar el miedo y la ansiedad es la anticipación o “la maldición de la bola de cristal”
«La inseguridad es el resultado de intentar estar seguro…». ALAN WATTS
La máxima que dice que “más vale prevenir que curar” no sirve en absoluto con el miedo. La ansiedad sigue una lógica paradójica según la cual cuanto más evitemos el miedo más lo convertiremos en pánico.
Quienes se anticipan reiteradamente al futuro para defenderse de los males del mismo, pierden el equilibrio y el bienestar que otorga estar en el presente. Estar “aquí y ahora” tiene mucho poder. De hecho, estar en el presente es una de las máximas del
budismo y una de las premisas de la terapia Gestalt.
Quienes hacen esto creen que, si se adelantan a las situaciones que les pueden provocar miedo, podrán defenderse de ellas. Pero lo que acaban viviendo es un infierno, pues al anticiparse comienzan a sufrir en el presente lo que tanto temen en
forma de síntomas neuróticos.
Si somos rigurosos, y a mí me gusta serlo, no hay nada más absurdo que estar sufriendo por algo que no existe como es el futuro. En efecto, el futuro no existe salvo en nuestra imaginación. A nuestro cerebro le cuesta distinguir la fantasía de la
realidad. Sabemos, por ejemplo, que a nuestro cerebro le gusta hacer conjeturas con muy poca información. De hecho, si tuviera que tener todos los datos en aquellas situaciones de peligro real llegaríamos a morir con toda probabilidad.
Igual que existe el sistema inmunitario biológico, para mí también existe el sistema inmunitario psicológico. Éste último solo se puede desarrollar enfrentándonos a todos nuestros miedos, y emociones negativas por igual. Si no somos valientes, si no plantamos cara a aquello que nos provoca miedo y ansiedad, no podremos desplegar con éxito nuestro sistema inmunitario psicológico. Y de ese modo quedaremos a merced del pánico y el dolor. Por este motivo, si nos anticipamos al futuro para defendernos del pánico no estamos afrontando nuestros miedos de ningún modo, sino más bien tratando de esquivarlos.
Por lo tanto, quienes están todo el día escudriñando peligros con su bola de cristal se complican la vida doblemente: por un lado, se engañan creyendo que pueden ver y controlar el futuro; y por otro, se asustan y caen en la trampa que transforma al miedo en un pánico mucho más grande. Por ello, aprender a dejar al futuro tranquilo es de suma utilidad y se me antoja un asunto urgente. Que podamos imaginarlo no significa que exista más allá de nuestra limitada e imperfecta imaginación.
Los filósofos estoicos idearon una estrategia poderosísima para enfrentarse con éxito a los males imaginarios del futuro a la que llamaron “La meditación de todos los males”.
Las otras 3 trampas restantes, como ya señalé, son:
- La evitación del miedo que lo transforma en pánico
- La demanda de ayuda y protección
- La búsqueda del control que hace perder el control
Miguel Herrador
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El duelo tras un fracaso amoroso
En este post Miguel Herrador, terapeuta y coach, nos habla sobre cómo vivir el luto después de un fracaso amoroso.
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Cuando una pareja fracasa
Algunas veces cuando una pareja fracasa ambas partes deciden poner fin a la relación. En otras ocasiones es solo una parte quien toma la decisión. Sería muy largo y farragoso detenerme en las causas y en los porqués de dicho fracaso amoroso. No obstante, soy de los que piensan que no hay que repartir nunca la responsabilidad de las rupturas amorosas por igual: siempre hay alguien que tiene una parte más grande.
Tanto la parte que es dejada como la que se queda tienen que vivir el luto o el duelo. Y lo peor de todo esto es que se sabe cuándo comienza el dolor y el sufrimiento, pero no se sabe a ciencia cierta cuándo terminará. Ambos van a tener que pasar por la UCI del hospital de la vida para recuperarse de una verdadera enfermedad emocional.
En efecto, algo enferma de gravedad en nosotros cuando la pareja se rompe. La dificultad para vivir el luto y elaborar el duelo consiste en que cuando se te muere alguien querido, dicha persona abandona este mundo; pero cuando alguien te deja, porque ya no te ama, sigue estando cerca y normalmente hay que seguir viéndolo.
Por este y otros motivos, por ejemplo, si hay hijos de por medio o si ha habido engaños o infidelidad por alguna de las partes, el abordar el duelo es muy difícil. Todos sabemos que no podemos dejar de querer solo con la voluntad a quien hemos amado. Esa persona nos va a acompañar todavía durante el tiempo que dure el duelo, aunque no queramos, tanto para lo bueno como para lo malo.
Elisabeth Klüber Ross decía explícitamente que el duelo o el luto no se vive igual ni tiene la misma duración en todas las personas. Y tenía mucha razón pues al dolor siempre nos enfrentamos todos como mejor podemos. Unas personas se vienen abajo porque el dolor las aplasta y las deja sin energía. Otras se instalan en la angustia que es una mezcla, normalmente a partes iguales, de ansiedad y depresión. Y algunas se instalan en la rabia y no se dan cuenta de que se envenenan ellas mismas.
Sin embargo, en todos estos casos, para salir del dolor extremo que produce un fracaso sentimental, se impone la farmacopea de pasar por el medio del dolor para poder atravesarlo y así salir de él. Cuanto más nos demoremos en vivir el dolor y atravesarlo más largo será el proceso del duelo. Cuanto más nos quedemos instalados en la rabia menos podremos vivir el dolor. Y cuanto más nos sintamos atrapados en la incertidumbre y el miedo, más nos atrapará la angustia.
Si la ruptura ha sido normal hay dolor, pero si la ruptura ha sido traumática las cosas se complican. En este último caso tendremos que arrastrar un montón de obsesiones y un montón de fantasmas que no nos dejarán vivir en paz hasta que no nos desprendamos de ellos.
Recomendaciones para atravesar el duelo por ruptura de pareja
Es muy útil llevar un diario para poder atravesar el dolor escribiendo todos los días una media hora o el tiempo que necesitemos. Tiene verdaderos efectos balsámicos y nos devuelve la energía y la alegría perdidas.
Canalizar la rabia a través de la escritura también es muy necesario. Cuanto más permanecemos en la rabia más nos envenenamos a nosotros mismos. Por lo tanto, escribirla la convertirá en un motor que nos impulse a atravesar el dolor con valentía.
Si la ruptura se debe a hechos traumáticos deberemos novelar el trauma para cerrar heridas y para que el pasado nos deje en paz definitivamente. Todas las noches deberemos escribir sobre los hechos más desagradables sin dejarnos nada. Cuanto más recordemos más pronto nos curaremos.
Por último, están las personas que nos pueden ayudar en este trance tan doloroso y a veces traumático: nuestra familia y las personas que nos quieren incondicionalmente. Todas juntas son una medicina poderosa, sin efectos secundarios, y tan natural como la vida misma.
Miguel Herrador
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Miedo a decidir
En este post Miguel Herrador, terapeuta y coach, nos habla sobre el miedo a decidir.
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«La cuestión no es enfrentarse a la inseguridad, sino comprender que tú eres la inseguridad.» ALANWATTS
Tomar decisiones es un temor universal en las sociedades modernas
Creo que nunca estamos tan solos como ante el hecho de elegir. Tomar decisiones de mucha importancia, aunque también en ocasiones de poca, es un temor universal para nosotros los seres humanos. A medida que la sociedad se ha ido volviendo compleja, la capacidad de elegir y tomar decisiones por nuestra parte se ha ido complicando en paralelo. En tanto en cuanto vamos conociendo los entresijos de la naturaleza, en vez de reducirse la complejidad, paradójicamente crece… y con ello crece el miedo a decidir. En efecto, la ciencia y la tecnología aumentan la incertidumbre, cuando justamente, las hemos creado con la intención contraria: con cada nuevo descubrimiento, con cada problema resuelto, aparecen más enigmas y cuestiones por resolver.
La obsesión por saber a dónde vamos
Las tan cacareadas metas u objetivos, la obsesión por saber a dónde vamos y de dónde venimos, la tiranía absurda de que para todo tenemos que tener claros nuestros objetivos, no son más que vanos intentos deliberarnos de la incertidumbre y las dudas que ésta nos provoca. En este sentido, el tarot, la magia, la astrología y la adivinación, no son otra cosa que malos intentos por remediar la inexorabilidad del tiempo y el gran temor que nos induce la incertidumbre.
Al sentimiento de incertidumbre le tememos hasta un grado extraordinario, incluso más que a la propia muerte, y con tal de no sentirlo somos capaces incluso de llegar a extremos inimaginables y fatídicos. Da escalofríos ver la cantidad de cosas que hacemos para minimizar el impacto de la incertidumbre en nuestras vidas. Con tal de zafarnos del acoso de la ansiedad que sentimos en la boca de nuestro estómago y del estrés emocional que tensa toda nuestra estructura corporal, seríamos capaces de vender nuestra alma al diablo.
El miedo a decidir: Solos ante el peligro
Los seres humanos creemos que podemos controlar la naturaleza y, por consiguiente, que podemos llegar a tener un control total sobre nosotros mismos. Pero esto no es más que otra ilusión más de las tantas que creamos durante nuestra existencia. Nada nos librará de la decrepitud, le enfermedad y el envejecimiento, por lo menos hasta ahora. El futuro, donde estos problemas puedan llegar a solucionarse, forma parte de la incertidumbre cuya acepción significa «falta de conocimiento seguro».
Por todo ello, entre otras cosas, la responsabilidad del que tiene que decidir se ha ido volviendo cada vez más difícil y gravosa: cuantas más posibilidades tenemos ante nosotros, más difícil es escoger, elegir y decidirse por algo o por alguien.
El modelo social y familiar hiperprotector, tan en boga hoy en día, tampoco nos ayuda mucho, aunque parezca distinto. Este modelo sobreprotector se cimienta sobre la evitación consciente en la toma de responsabilidad es por parte de los hijos. Es decir, los padres van a decidir siempre que puedan por sus hijos. Se convertirán en quienes decidan por sus vástagos, con la buena intención de que no cometan las equivocaciones y errores que ellos han cometido en el pasado.
Como se puede apreciar, esta solución intentada, llena de buenos propósitos, conducirá a los hijos hacia la incapacidad a la hora de decidir por sí mismos; creando personas inseguras ya asustadizas, incapaces de elegir por el temor a cometer las equivocaciones de las que sus progenitores pretenden liberarles. Al mismo tiempo, estos padres delegan en profesores, psicólogos, médicos y en última instancia en el Estado. Como se aprecia, se trata de un círculo vicioso perfecto, que no parará de crear problemas a medida que vaya girando.
¿Cómo tratar el miedo a decidir?
Sin embargo, no podemos evitar el hecho de tener que elegir o tomar decisiones. Y por eso, es muy importante saber gestionar este gran temor.
Para tratar el miedo a decidir, por un lado, tenemos que aprender capacidades estratégicas; y por otro, saber gestionar el miedo patológico, la ansiedad y la angustia. Tanto como individuos, como profesionales de la ayuda, necesitamos saber guiarnos a nosotros mismos y a nuestros clientes a superar los propios límites. Gestionando el miedo con toda su sintomatología, y mejorando nuestras competencias personales, podremos dar soluciones respuestas a esta problemática tan apremiante.
En algunos casos tendremos miedo a decidir porque no sabemos qué elegir, y por tanto, equivocarnos. En otros, sabemos qué elegir, pero tendremos miedo a las consecuencias de nuestra elección.
Como decía Buda: «La búsqueda de certezas conduce a la incertidumbre». En última instancia, el miedo a perder el control lleva a quienes lo sufren a querer tenerlo antes de actuar. Como esto es imposible, se paralizan. El control solo podemos tenerlo a base de actuar, nunca lo obtendremos a base de pensar y preocuparnos. Dejar de buscar certezas, permitirnos la duda, hará que podamos vivir con todo el poder del ahora.
Miguel Herrador, coach y especialista en ansiedad, fobias y pánico.
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